La Motosierra no podrá cortar nuestras venas de acero: Javier Milei contra el sistema ferroviario

Como sucedió en la década de los 90 de la mano del tan recordado ex presidente Carlos Saúl Menem, una embestida hacia los ferrocarriles asoma sus garras nuevamente.

Desde la asunción de Javier Milei a la presidencia (o más bien, desde que ganó las elecciones), se rumorea acerca de la posibilidad de la vuelta del desguace, el desarme y la discontinuación del sistema ferroviario. Esos rumores han tomado forma de posibles medidas, como la privatización total, algo que ha sido fuertemente reiterado por el actual ocupante de la Casa Rosada; el cese de contratos a sus subsidiaras privadas, las cuales dan vida a la obra pública, dejando, así, a miles de trabajadores en la calle; o, incluso, el despido de enésimos trabajadores ferroviarios de planta permanente.

Ya por el mes de diciembre circulaba un mensaje de voz entre los “ferrucas” y las asociaciones ferroviarias, donde a través de información “off the record” se decía que los servicios de larga distancia sólo iban a funcionar durante enero, y que después de ese mes se les iba a dar de baja, dejando nuevamente –y de forma definitiva– aislados a muchos pueblos, y a cientos y miles de personas sin trabajo e incomunicadas con otros sectores y ciudades.

Rastrear la fuente de este tipo de rumores suele ser difícil, y en la mayoría de los casos no se puede obtener una respuesta definitiva. Sin embargo, ésta fue la excepción, ya que fue la misma dirección de la revista digital Rieles Multimedio, amiga íntima de la familia Macri, la que debió salir a desmentir los dichos que venían circulando. De todas maneras, el daño logró alcanzar los lugares que necesitaban, el rumor dejó de serlo y se transformó en una realidad que atraviesa la vida de miles de trabajadores; la metodología de incertidumbre y posterior confirmación sirvió como forma de desmovilizar, logrando que los trabajadores y amantes del ferrocarril decayeran ante esta situación, y que la pronta e inminente lucha se disipara rápidamente, ya que no es fácil salir a pelearla cuando estás “afuera” sin haber siquiera dado un paso hacia el frente.

Ésta es la misma propaganda del terror que fue utilizada por la clase dominante durante la década de los 90. En aquellos años asomaban la cabeza por primera vez los carroñeros de las privatizaciones, diciéndoles a los trabajadores ferroviarios: “Mañana te echan. Arreglá ahora, porque no se sabe si te van a pagar”, para lograr que, asustados por su destino incierto, aceptaran los retiros voluntarios sin protestar.

Ese mismo terror constante lo revivieron miles de compañeros estatales este año, cuando previo a las pascuas se efectuaron despidos en todo el país, sin un solo plan de lucha y en total orfandad. Para miles de compañeros trabajadores de nuestros queridos e históricos Trenes Argentinos, sin saber qué hacer y sin respuestas efectivas, salvo honrosas excepciones, de parte de sus dirigentes sindicales; significó bajar los brazos antes de tiempo.

Más allá de la situación penumbrosa que hoy se presenta frente a nosotros, debemos analizar también qué está sucediendo en el sector. Por el momento sabemos que no pudieron despedir a ningún trabajador ferroviario con más de 1 año de antigüedad, y si bien la intención del gobierno nacional es privatizar los ferrocarriles, entendemos que por el momento no pueden hacerlo, ya que sin subsidios no pueden existir esas privatizaciones del ferrocarril urbano, porque representan un gasto que ninguna empresa privada puede ni quiere sostener. Por otro lado, los ferrocarriles actualmente no son la misma empresa que en los años 80 era la vieja empresa estatal FA (Ferrocarriles Argentinos), hoy no cuentan con la misma infraestructura (vías, estaciones, señales), material rodante (coches) o material tractivo (locomotoras). Aunque se renovaron algunas vías y estaciones, hasta el día de hoy no se ha recuperado la calidad ni las condiciones que existían previamente a las privatizaciones llevadas adelante durante principios de la década de los 90; contamos con locomotoras fundidas y coches que se sostienen por la grandeza de los talleres con lo –poco y desfinanciado– que tienen y están, es decir, no están en condiciones de ser un negocio para las operadoras privadas, lo cual imposibilita concretar los deseos del gobierno de hacer un traspaso y lograr la privatización.

¿Cuál es, entonces, el negocio para la burguesía?

Como anunció Javier Milei hace ya tiempo, dentro de su plan se incluye detener todas las obras públicas, lo cual ya comenzó dejando a más de 80.000 obreros de la construcción en la calle, sin mencionar los cientos y miles de profesionales y administrativos que trabajan paralelamente en dichas empresas contratadas. Rescindiendo el contrato de todas las subsidiarias de las empresas ferroviarias estatales, reduciendo el personal ferroviario estatal al mínimo posible, tal como en las peores épocas de las concesionarias privadas, el gobierno nacional se propone poder trasladar todo ese capital hacia los organismos financieros, hacia el Fondo Monetario Internacional y a sus amigos puestos a dedo en el gobierno.

Además, el destino de los terrenos ferroviarios y edificios ubicados en lugares estratégicos forman un eje central en el plan de profundizar el negociado inmobiliario, algo que ya había comenzado en la era de Carlos Saúl Menem, y que luego siguió con Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, hasta la reconstrucción de FASE (Ferrocarriles Argentinos Sociedad del Estado), donde se pudo detener un poco el avance de los diferentes gobiernos, en gran parte gracias a las muchas denuncias de los mismos trabajadores ferroviarios y sus organizaciones sindicales. Sin embargo, estos negocios siguieron durante el gobierno de Mauricio Macri y luego en el de Alberto Fernández, logrando el abandono del patrimonio ferroviario estatal, lo cual hoy le permite a Javier Milei continuar profundizando la entrega total de los terrenos y edificios con el fin de ampliar el negocio inmobiliario.

Por otro lado, la maquinaria y talleres renovados pueden ser privatizados para negociar la renovación de trenes y vagones para las empresas de cargas privadas, junto a negociados para reparar coches urbanos, tal y como sucede actualmente con los talleres privados que aún existen en nuestro país. A esta situación se le agrega la privatización total de la empresa semiestatal de cargas Belgrano Cargas y Logística, siendo el único negocio ferroviario rentable, también la chatarra ferroviaria que está en los incalculables cementerios ferroviarios de toda la Argentina.

Ante este panorama, antes de efectuar un esquema al estilo menemista, es probable que en lo inmediato se encarguen de desguazar y privatizar varios sectores a través de la misma empresa estatal, lo cual significa que estamos frente a una serie de sucesos –incluso algunos aún permanecen ocultos– que forman parte de un negocio de la burguesía y es un gran perjuicio para la clase trabajadora y el pueblo en su totalidad.

Por último, es importante señalar los nombres de quienes se encargarán de efectivizar cada una de estas medidas: Luis Adrián Luque, del Frente Renovador como Presidente de SOFSE, secundado por Matías Galparsoro, que ocupará el cargo de Vicepresidente de la misma empresa, quién llegó a Trenes Argentinos de la mano de Florencio Randazzo; Pedro Moisés Hadida, como Presidente de Ferrocarriles Argentinos del PRO, ex Subsecretario de la Jefatura de Gabinete de Marcos Peña y ex Director de la ANSES; Alejo Maxit, en ADIF, quien fue Secretario General en la ANSES durante la presidencia de Mauricio Macri; Daniel Vispo del Frente Renovador a cargo de la empresa de cargas estatal BCyL.

Ir más lejos

Hoy más nunca nos toca hacer oídos sordos a los falsos rumores del terror, y recomponernos para salir a dar una respuesta, imponiendo nuestra agenda como clase sobre las necesidades y problemáticas que estamos atravesando. El sistema ferroviario tiene que funcionar en beneficio de nuestra clase y del pueblo, garantizando nuestro viaje seguro, cómodo y económico; son los trenes el gran transporte utilizado por el pueblo trabajador, y es el que, todos los días, motoriza el trabajo nacional y el sustento de nuestra clase. Merecemos tener servicios dignos, con buenos cronogramas de horarios y no viajar hacinados como si estuviéramos en una lata. Las mejoras necesarias no se lograrán jamás con recortes a dicho sistema, por el contrario, mayor inversión e infraestructura son el pilar en el que deben sostenerse los avances en calidad. Es por este motivo que no sólo debemos defender lo que ya tenemos, sino que, además, nos toca luchar por más y extender el techo de lucha que nos impone la burguesía a través de sus diferentes métodos y agentes.

Salir a luchar

Hoy las sangrientas garras de la burguesía asoman de la manera más descarnada para hacer daño a la clase obrera, nos han declarado una guerra frontal, y tendremos que estar a la altura del conflicto, defendiendo nuestro futuro con nuestras mejores herramientas y métodos de lucha. Frente al modelo de saqueo y entrega total que nos propone Javier Milei, nuestra clase debe avanzar hacia una verdadera coordinación de todas las luchas, desde los sectores ocupados y desocupados, entendiendo que es justamente nuestra condición de clase la que nos une y nos coloca siempre de la misma vereda, contra los diferentes gobiernos que pretenden seguir sosteniendo un modelo de país atravesado por la desigualdad y la miseria producida dentro del sistema capitalista. Es necesario plantearnos una organización que abra paso hacia la radicalización de los conflictos, ya que estamos ante un gobierno que no pretende detenerse y que utiliza el terror como forma de paralizarnos. Lejos de ceder ante los avasallamientos, nos toca responder con la misma fuerza con la que llegan los golpes, porque el único camino que podemos tomar como clase trabajadora es el de luchar hasta ganar, no permitiendo un despido más, no dejando que avance la profundización del ajuste, la entrega y el saqueo que pretenden llevar adelante. Frente a esta masacre económica y social, la única manera de revertir lo que está sucediendo y ponerle un fin definitivo es hermanarnos en la lucha hasta hacerlos retroceder e, incluso, verlos caer. Porque la fuerza de nuestra clase es capaz de hacer eso, es capaz de tirar un gobierno, es capaz de tomar el poder. Y es nuestro deber hacerlo.

¡Los trenes son del pueblo! Trabajadores Ferroviarios en Pie de Lucha. ¡Ni un paso atrás!