Declaración del Partido Comunista Argentino – Regional CABA sobre la posición electoral de los comunistas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las elecciones del 18 de mayo de 2025.
Mañana seremos testigos de las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires, dando inicio, de alguna manera, a este año electoral. Si bien ya hemos visto los primeros comicios en algunas provincias, será la cita de este domingo 18 la que inaugure formalmente la gran contienda entre las distintas aristas de la política burguesa y los grandes partidos de nuestro país, en la que todos han puesto sus fichas y desplegado importantes campañas.
Al analizar estas elecciones, es evidente el momento histórico que atraviesan el pueblo y los trabajadores de Argentina, caracterizado por una profunda crisis de representatividad entre las masas y la juventud.
No sorprende, entonces, la presentación de una enorme cantidad de listas: 17 en total. En un escenario en el que las grandes masas de trabajadores y jóvenes —el sector al que muchas de estas listas buscan apelar— se encuentran desconectadas de la participación activa en la política, y donde cada vez menos personas se involucran en órganos de representación gremial u otras formas de organización de nuestra clase, todas las fuerzas de la burguesía intentan canalizar la representación de estas masas a su favor.
Algunas fuerzas intentan capitalizar el descontento con el plan motosierra de Javier Milei y Victoria Villarruel, posicionándose como la “salida” o “alternativa” y como una posible expresión de resistencia contra dichas políticas. Esto se observa con claridad en el caso del peronismo, especialmente en la candidatura de Leandro Santoro, pero también en la lista radical de Evolución, que intenta instalar a Lula Levy como “una luchadora por la educación pública”.
Otras listas provienen de internas del oficialismo: por un lado, del gobierno nacional, donde se observa a Ramiro Marra impulsando su lista libertaria como una “alternativa” por fuera del mando de Javier y Karina Milei y del armado de La Libertad Avanza.
Esta campaña ha sido la primera ocasión en que algunos de los muchos “purgados” del oficialismo, en este año y medio de gobierno, intentan lanzar una carrera propia y disputarle espacio a LLA.
Por otro lado, están también las listas que surgen de las internas dentro de la gestión del PRO en la ciudad, donde vemos a Horacio Rodríguez Larreta intentando regresar a la política porteña enfrentándose a la gestión de Jorge Macri.
Asimismo, observamos a Guillermo Moreno, con Principios y Valores, buscando dar el salto e insertar su espacio en el Estado; a la izquierda trotskista tratando de expandir su representación parlamentaria y posicionar nuevos referentes; y al oficialismo intentando promover a Manuel Adorni y consolidar su aparato militante.
Todas estas fuerzas ven en estas elecciones un terreno de disputa clave para medir y consolidar su fuerza, no solo a nivel porteño, sino como una oportunidad para posicionarse mejor de cara al próximo ciclo electoral a nivel ejecutivo y frente a lo que resta del mandato de Milei y Villarruel.
Apuestan a la legislatura como un campo de batalla del que saldrán revitalizadas las figuras que luego puedan disputar el gobierno de la ciudad y construir referentes que amplifiquen la voz de sus espacios en la política nacional y en los conflictos por venir. Incluso el propio gobierno comparte esta visión, y por eso no quiere quedarse afuera, presentando nada menos que a uno de sus principales voceros.
Desde el Partido Comunista Argentino y la Federación Juvenil Comunista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, consideramos necesario aportar una perspectiva marxista-leninista frente a estas elecciones.
En este sentido, creemos fundamental analizar uno por uno a los candidatos de las listas que consideramos principales, y que, de una u otra forma, buscan posicionarse como una salida a la crisis que dejan Javier Milei y Victoria Villarruel. Nuestra intención es arrojar luz sobre por qué esas pretensiones no se corresponden con la realidad material y de clase que atraviesa a estas candidaturas, por qué representan expresiones de la política burguesa que no pueden defender los intereses de los trabajadores y del pueblo argentino, y por qué el apoyo a estas propuestas no puede fortalecer, de ninguna manera, la lucha obrera ni aportar a una superación real del actual gobierno. Es por eso que, estando a las puertas de este nuevo ciclo electoral, nos posicionamos en favor del ausentismo o la impugnación del voto como la única postura coherente con la construcción de una política hecha por y para nuestra clase.
LA FALSA RENOVACIÓN RADICAL
Una de las novedades de estas elecciones es sin duda Lula Levy, detrás de quien se ha desplegado una gran campaña, la “nueva cara” del Radicalismo: ex presidenta de la Federación Universitaria Argentina y actual consejera de la UBA, dirigente de la conducción “reformista” encabezada por NE (Nuevo Espacio). Como dirigente estudiantil, avanzó con las medidas antidemocráticas y antipopulares en la UBA, extendiendo su mandato por 2 años con el apoyo de las agrupaciones peronistas y de la Franja Morada. Junto a NE y la Franja Morada armó de forma sistemática patotas que se encargaban de “cuidar” que ningún estudiante se organice y le pueda competir dentro de los centros de estudiantes al Radicalismo, a tal nivel que se registraron ataques a estudiantes de diferentes espacios y opositores a la conducción reformista.
También Levy, en su discurso, se presenta como una referente en las movilizaciones populares en defensa de la educación pública del año pasado, pero ¿fue así? Levy cumplió un rol ofensivo hacia las asambleas y los estudiantes que impulsaban la toma de las facultades y se organizaban junto a los docentes y no docentes que enfrentaban de forma concreta y material el ajuste. Fiel representante de la burocracia de la UBA, combatió a los esfuerzos de los estudiantes organizados, tratando de apaciguar cada golpe impulsado desde las bases estudiantiles, rompiendo y vaciando asambleas, como también acordando con el gobierno para lograr pasar el ajuste con la menor reacción posible, tal como hizo Nuevo Espacio y Franja Morada durante el gobierno peronista de Alberto Fernández y Sergio Massa, y como hicieron las autoridades universitarias respaldadas por el Radicalismo a menos de un mes de la primera marcha universitaria, acordando anunciar el fin de la emergencia presupuestaria a cambio de un aumento que afectaba a menos de una décima parte de las partidas presupuestarias.
Hoy se presenta con la lista de la Unión Cívica Radical llamada “Evolución”, cuyo máximo dirigente sigue siendo Martín Lousteau, y que se vende a sí misma como “la lista de la nueva generación de la política” y de la participación juvenil. Sus propuestas son claras, principalmente acordar con las grandes inmobiliarias, incluso proponiéndole a la patronal un gran proyecto como lo sería el “barrio joven para estudiantes en el microcentro”, que promete tener alquileres “accesibles”. Dejando de lado que la mayoría de candidatos utilizan la crisis habitacional como reclamo para realizar promesas vacías, es evidente que el análisis de Levy ni siquiera identifica al negocio inmobiliario que parasita a la ciudad como un problema.
En materia educacional propone combatir la lucha docente apuntando contra el “ausentismo” y proponiendo un “plus salarial”, negándose a cumplir con el reclamo salarial que exigen los docentes, que año tras año deben organizarse para combatir los sueldos de miseria que les ofrecen y las condiciones precarias de las escuelas. Por el contrario, niega estas realidades e identifica el problema con la “falta de ganas de trabajar” de los docentes y pretende responder a reclamos históricos del movimiento obrero con meros bonos.
La renovación de la UCR es simplemente estética y no rompe bajo ningún término su relación directa, tanto ideológica como programática, con la burguesía local e internacional, y demuestra la crisis de representatividad que existe hoy en la Argentina, que terminó con la implosión del oficialismo de JxC, obligando al Radicalismo a impulsar una lista propia opositora. Su propuesta socialdemócrata no comparte de forma concreta ni discursiva ninguna reivindicación obrera y se posiciona como enemiga de nuestros intereses de clase: un rostro joven, parte del aparato político de la vieja patronal argentina, que mientras busca el voto de la pequeña burguesía, también se vende como defensora de la educación pública y referente del movimiento estudiantil. Y esto último es cierto, pero el movimiento estudiantil de Levy no es el de los estudiantes y los espacios que se organizaron de manera independiente para tomar las facultades, llevar el reclamo a las calles y unir la lucha de estudiantes y trabajadores; es el de los centros de estudiantes vacíos de participación, que gestionan y garantizan el ajuste, despolitizar la universidad y buscan impedir o boicotear cualquier medida de lucha, recurriendo a la violencia si es necesario. Es el del reformismo que llamó a marchar a la cola de los decanos y rectores y buscó construirlos como “héroes”, a pesar de ser claros enemigos de los estudiantes y los trabajadores.
La renovación radical es simplemente una apuesta oportunista por recuperar algo del poder perdido, promoviendo a los exponentes de su modelo de gestión de la universidad, que lamentablemente ha demostrado ser capaz de constituirse como hegemónico y ahora es la punta de lanza para poder capitalizar algo de la crisis de representatividad que existe. De ninguna manera es una fuerza que pueda representar los intereses ni las necesidades de los jóvenes de la ciudad.
EL TROTSKISMO Y LA IZQUIERDA DEL SISTEMA
La lista radical de Evolución no es la única que este domingo va a los comicios con una narrativa que bebe del ciclo de lucha estudiantil del año pasado. Son varias las que buscan construir su discurso sobre un relato heroico de la defensa de la educación pública, y este es el caso del trotskismo, ya que, así como se han presentado las listas de la burocracia estudiantil, también lo han hecho las de la izquierda del sistema.
Tanto el Nuevo MAS como el Frente de Izquierda y de los Trabajadores van a estos comicios con la esperanza de promover a sus referentes universitarios a la legislatura y poder consolidarlos como figuras mediáticas. En el caso del FITU, lo hace impulsando la candidatura de Luca Bonfante (PTS), el secretario general del centro de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
La campaña del FITU tiene un eje discursivo interesante que permite analizarla desde nuestra perspectiva como marxistas-leninistas. En primer lugar, el discurso profundamente electoralista que caracteriza al trotskismo argentino, donde se anuncia que la manera de enfrentar a Milei es impulsando a la izquierda en el parlamento, que es la narrativa principal que rodea a su campaña, en este caso a la legislatura porteña.
El problema es que no hay propuesta superadora más allá de lograr hacer entrar a uno o dos diputados más. El FITU concuerda con la totalidad de la oposición burguesa al gobierno de Javier Milei y Victoria Villaruel al esgrimir el voto y la vía parlamentaria como la táctica para derrotar el brutal proceso de ajuste que vivimos los trabajadores argentinos, y así lo demuestra al volcar toda su fuerza militante y capacidad de difusión a la campaña electoral, como lo hace de manera sistemática hace años.
No hay en este discurso una diferencia real con el amplio espectro del peronismo y las distintas expresiones de la ideología burguesa que dominan el parlamento hoy en día, más allá de la utilización de un vocabulario “más radical”, ya que, por el contrario, llegan a la misma conclusión y proponen los mismos métodos para enfrentar a Milei. Tampoco se puede ver en su representación parlamentaria existente un accionar diferente que rompa de alguna manera con la dinámica del parlamento burgués y utilice el espacio como medio para la agitación y la propaganda obreras.
Es particularmente difícil encontrar en su campaña alguna mención al socialismo o a un proyecto revolucionario, como puede verse en su acto de cierre de campaña, cuyos discursos son indistinguibles de cualquiera que pueda pronunciar el peronismo y “la izquierda popular”, como Patria Grande y sus derivados. De hecho, en la práctica, el FITU tiene un acuerdo programático casi absoluto con el peronismo, siendo que vota prácticamente la totalidad de los proyectos de UxP, incluso recientemente incluyó en su interbloque a Julia Strada, dirigente del PJ y asesora de Cristina Kirchner.
Como marxistas-leninistas, no nos oponemos a la participación en los procesos electorales y el parlamento; por el contrario, creemos que es un campo de batalla en el que el partido de la clase obrera debe desempeñarse y aprovechar como medio para la propaganda y la agitación revolucionaria, a la vez que sirva como parte de un plan integral para el derrocamiento del capitalismo. Sin embargo, contrario a esto, vemos en el FITU a un espacio que no contempla su accionar dentro de estas nociones, sino que plantea la vía parlamentaria y el voto como forma activa de lucha y como la forma de transformar la realidad. Las elecciones son un fin en sí mismo, y con las bancas obtenidas no hay muestra alguna de un comportamiento o línea que difiera del de cualquier minoría en las cámaras.
Ni en las consignas, ni en su accionar, ni en su discurso se puede concluir que el FITU presente una alternativa revolucionaria en el escenario electoral ni en el escenario de la política nacional, sino que constituye una izquierda del sistema, centrada totalmente en el electoralismo como fin en sí mismo y que participa del consenso general de la ideología burguesa opositora de una salida electoral y legal al gobierno de Milei. Es por eso que no apoyamos su candidatura en estas elecciones, ya que no hay motivos para sostener que represente una alternativa revolucionaria, ni que pueda ser la voz del movimiento estudiantil, como sostiene con su lema “llevar a un estudiante a la legislatura”, cuando en la práctica viene hace años perdiendo sistemáticamente sus conducciones y su peso en las federaciones universitarias, como es sobre todo el caso de la UBA, donde el trotskismo perdió sus conducciones históricas y su posición en la FUBA, y donde contribuye a la despolitización de la universidad, siendo parte del parón total de la militancia que ocurre en épocas electorales en favor de militar la lista de turno, promoviendo un modelo de militancia cerrado a las masas que no interpela al grueso del estudiantado y alimenta la percepción de la política estudiantil como un pasatiempo frívolo para unos pocos.
En la práctica, el trotskismo ha demostrado ser incapaz de enfrentar a la burocracia estudiantil peronista y radical con una política superadora, sino que se ha visto derrotado por esta. No construye una política estudiantil para las amplias masas de estudiantes trabajadores, aislados de la participación en los centros de estudiantes y el movimiento estudiantil, sino una para las capas medias y la pequeña burguesía que habitan las universidades, enmarcada en el consignismo y el espontaneísmo, careciendo por lo tanto de la voluntad de poder liderar un proyecto político clasista que involucre y se nutra del grueso del estudiantado despolitizado, como creemos que debe hacer un partido revolucionario en las facultades.
Tampoco es capaz de diagnosticar el cuadro de situación del movimiento estudiantil, y por lo tanto tampoco puede presentar una alternativa superadora, ya que, lejos de dar cuenta de la fragmentación y descomposición del mismo en años recientes, mantiene un discurso que roza el optimismo ingenuo donde cualquier acto o concentración es celebrado fervientemente y anunciado como un éxito y el testimonio de una lucha en ascenso triunfal, a pesar de la imposibilidad de incluir a las masas en dichas acciones y que la participación en las mismas se limite mayormente a la minoría que ya participa activamente del activismo de su casa de estudios, incluso llegando a plantear la realización de coreografías o intervenciones artísticas como medidas de lucha. Su discurso no da a entender otra cosa que que la lucha de los estudiantes marcha al triunfo, y por lo tanto, el trotskismo es incapaz de reconocer y, por ende, encaminarse a superar la crítica situación política de las universidades y, particularmente, de la UBA, al estar enfrascado en una sucesión de reivindicaciones y consignas efímeras carentes de proyecto bajo una narrativa performática de “resistencia”, a pesar de tener una fuerza militante consolidada, cuyo proyecto real pareciera terminar en la promoción de sus figuras electorales.
No hay ningún elemento en su comportamiento en el movimiento estudiantil que haga concluir que pueda representar la opción de nuestra clase para los estudiantes ni el impulsor de una política estudiantil que supere a la de la burocracia vigente, en cuanto parece estar totalmente cómodo con la ausencia de nuestro sello de clase en el movimiento estudiantil y el deterioro enorme que ha sufrido el mismo. Cabe entonces concluir que impulsar sus candidaturas no puede fortalecer la lucha de los estudiantes trabajadores que aún pueden permanecer en las universidades, ya que los deja huérfanos de una dirección política revolucionaria y que, a la luz de lo visto, cuando habla de “llevar a los estudiantes a la legislatura”, no hay detrás una construcción de una política superadora y que pueda cambiar la realidad, sino un intento de capitalizar la popularidad de sus referentes.
LA LISTA DE LA PATRONAL ESCLAVISTA
A días de las elecciones porteñas, el espacio de Principios y Valores ha puesto su aparato detrás de la difusión de la candidatura del abogado Alejandro Kim como la cara visible de PyV en estos comicios. Vemos importante detenernos en ella, ya que sabemos que, si bien no está entre los principales contendientes, sí hay mucho para decir y tener en cuenta respecto al ascenso de este tipo de figuras.
Se muestra como el rostro amable de un espacio que representa a la parte más retrógrada y reaccionaria del movimiento peronista, buscando, en esta crisis de representatividad, apelar a un sector del peronismo, especialmente joven, prometiendo “volver a la doctrina”. Kim es el alfil de Moreno para empezar a consolidar la representación de su espacio después de un proceso de acumulación en las redes y en los medios que emula fuertemente al de Milei. Así como Milei logró consolidar un núcleo duro de militantes en Internet durante el gobierno de Alberto Fernández, cuando el modelo progresista ya mostraba estar agotado en nuestro país y en la región, y avanzaba hacia una similitud programática explícita con gobiernos como el de Macri, Moreno sigue sus pasos buscando construir un personaje similar, con un discurso donde la deriva y crisis actual del peronismo y su incapacidad para representar e imponerse en las elecciones es por una suerte de “desviación” que puede corregirse “volviendo a la doctrina”, buscando ganarse la simpatía de los jóvenes que buscan un espacio donde poder desarrollar una militancia apelando a la idea de “reconstruir” un peronismo “auténtico”.
Para empezar, como comunistas, tenemos claro que el carácter camaleónico del peronismo, que deviene en sus expresiones más infames, no puede “corregirse”, ni existe, como hoy se plantea, una doctrina escrita en piedra y genuina que se ha traicionado, porque está en su esencia y razón de ser, en cuanto no es otra cosa que la teoría de la conciliación de clases y el mayor producto de la ideología burguesa en nuestro país: el buscar adaptarse, aplicando diferentes políticas según lo requiera el estado de la lucha de clases en cada momento determinado. Y también tenemos claro que la crisis que atraviesa el peronismo post-Alberto Fernández y la llegada al gobierno de Milei no obedece a otra cosa que al agotamiento de los modelos progresistas que la socialdemocracia latinoamericana buscó repetir a mediados de la última década en un capitalismo que ya no estaba en las mismas condiciones de principios de milenio y que, por lo tanto, hicieron imposible mantener sus banderas y consignas históricas, y siquiera distinguirse de sus predecesores “neoliberales”, crisis que afectó particularmente en nuestro país, llevando a la derrota histórica del peronismo en 2023.
Hoy, Moreno y su espacio parten entonces de una premisa falsa al vender algo imposible, como lo es un peronismo que no abandone las banderas que anteriormente sostuvo y no caiga en la descomposición y la decadencia, arrastrando a jóvenes radicalizados por el discurso de las redes a perfilar una salida lo más reaccionaria posible a esta crisis, donde el peronismo debe reinventarse para poder cumplir su función, rechazando su última faceta progresista en favor de una que retoma lo peor de la tradición de la derecha peronista, una vuelta al peronismo de la Triple A, el de Isabel y el de los decretos de exterminio, el que festejaba como héroes a los carapintadas y que hoy congenia con Villaruel, para la cual solo parece tener elogios y que ve en ella a una “gran nacionalista”, sin reparo en que su vida haya estado dedicada a la militancia pro-genocidas y en contra del proceso de memoria histórica en nuestro país.
De fuerte impronta anticomunista, busca construir un espacio peronista bien arraigado en sus raíces fascistas, que levanta las banderas del nacionalismo católico y el hispanismo. Así como se defendía, bajo el lema “Dios, patria y familia”, a los genocidas por actuar en la guerra de Malvinas, hoy se usa la doctrina social de la Iglesia como promotor de la idea de un catolicismo anticomunista y se equipara a los comunistas con Videla como forma de ocultar la colaboración, promoción y posterior rehabilitación por parte del peronismo de la última dictadura y los elementos fascistas en Argentina. El peronismo de Moreno es un recordatorio de su verdadera naturaleza, que aflora más temprano que tarde en tiempos de crisis, y que hoy comienza a tomar popularidad desde las redes y los canales de streaming, y pretende dar el salto para que sus principales referentes vuelvan a ser funcionarios.
Kim se presenta como una cara simpática que viene a darle visibilidad al sur de la ciudad, olvidado por la gestión del PRO, desde el corazón comercial de Flores. El problema es que el sur de la ciudad del que viene Kim no es el de la falta de servicios y mantenimiento, ni el de los problemas de conectividad, sino que es el de la patronal textil, de la que proviene como vicepresidente de la cámara de empresarios coreanos en Argentina y abogado que hizo su carrera defendiendo y encubriendo lo peor de la explotación, oficiando como abogado defensor en juicios donde se investigaban talleres clandestinos, donde decenas de trabajadores eran sometidos a condiciones de esclavitud.
Kim se vende a sí mismo como el candidato de los migrantes y de los barrios alejados del centro olvidados por Larreta y los Macri, pero en la realidad es el candidato de la patronal textil que esclavizó a cientos de trabajadores inmigrantes y que degrada los barrios para expandir sus negocios, instalando talleres y depósitos clandestinos. No caben dudas de que, de ser electo, no va a ser una voz para los vecinos que reclaman al gobierno de la ciudad la inclusión de sus barrios en las políticas públicas y las necesarias obras pendientes, sino que, como lo hizo toda la vida, va a ser la voz de uno de los sectores más crueles y aberrantes de la burguesía porteña.
Podrían decirse muchas cosas sobre una lista encabezada por un defensor de esclavistas y diagramada por un simpatizante de la Triple A, pero basta con decir que es un signo esperable de un peronismo en profunda crisis que mira hacia lo peor de su pasado en la búsqueda de un nuevo proyecto en el que reinventarse a la hora de plantear una salida al gobierno de Javier Milei y Victoria Villaruel, y que no es una opción para los vecinos y los jóvenes de la ciudad.
SANTORO, UNA CARA PROGRESISTA PARA EL PJ
Para terminar de repasar el arco opositor al gobierno nacional, resta detenerse en la principal de estas candidaturas, la gran lista del peronismo porteño que busca renovarse con una nueva identidad y nombre “más locales” (en sus propias palabras), y que lleva a la cabeza a Santoro, dirigente radical de “Los Irrompibles”, fracción de la UCR que abrazó al Peronismo-Kirchnerismo hace muchos años. Es parte orgánica del peronismo y que en 2019 encabezó, junto a distintas organizaciones peronistas, la agenda política “progresista” de Alberto Fernández y lleva con orgullo la bandera del alfonsinismo.
Atrás de Santoro están la burocracia estudiantil y sindical, la misma burocracia estudiantil que salió a empapelar las universidades prometiendo en Santoro “un candidato que va a defender la universidad pública”, pero, como denunciamos constantemente, es responsable política del ajuste crónico y sabotea y busca desarmar o, de plano, impedir cualquier acción que eleve la organización del estudiantado; y la misma burocracia sindical que se cansó de acordar con el gobierno y avalar los intentos de reforma laboral, que sostiene sindicatos vacíos de participación obrera, que se niega a movilizarse más allá de apariciones esporádicas con una mínima fuerza, que permanece inmóvil ante el despido de decenas de miles de trabajadores y que promete medidas de fuerza que en la práctica terminan siendo irrisorias.
Entre los compañeros de lista de Santoro está, por ejemplo, Federico Mochi, burócrata estudiantil de la Juventud Universitaria Peronista y recientemente conocido por su faceta como streamer, leal defensor de la gestión UBA y, junto al reformismo, cómplice del recorte del 20% del presupuesto educativo y los recortes de horarios que dejaron a miles de estudiantes sin la posibilidad de estudiar. También, junto al reformismo, fue el autor de la inmovilización estudiantil y de los obstáculos que impuso la gestión durante el brutal ajuste del gobierno de Milei a la educación.
También tiene a Claudia Negri, parte de la burocracia de la UBA, ocupando el rol de vicedecana de la Facultad de Medicina, conocida por acordar paritarias a espaldas de los trabajadores, arreglando salarios de miseria por debajo de la inflación. En esta lista también el equipo del empresario gráfico Víctor Santa María lleva a Noemí Geminiani como representante del “sindicalismo” amarillo peronista y, entre otros personajes, se encuentra Aníbal Torreta, que cuenta entre sus “militantes” a gente que hace de fuerza de choque para perseguir, extorsionar y golpear a trabajadores de la salud, como pasó en el hospital Ramos Mejía.
Basta con estos ejemplos para entender que Santoro no va a salvar a la universidad pública, porque él mismo fue cómplice del ajuste a la educación de Alberto Fernández y lleva en su lista a los mismos que colaboraron en la universidad con ese silencio y que ahora, bajo el gobierno de Milei y Villaruel, desarman al estudiantado, colaborando con las autoridades universitarias y boicoteando la organización estudiantil. Tampoco va a liderar la resistencia contra el brutal ataque sistemático a los trabajadores del gobierno nacional con la burocracia sindical de las paritarias de miseria, las patotas y la persecución de trabajadores en lucha.
Esto lo esconde detrás de un discurso que apunta contra la complicidad del gobierno de la ciudad y el gobierno nacional. Bajo su lema “es hora de decirle basta al abandono y la crueldad”, se busca proponer como un candidato “humanista y de tradición cristiana”, según sus propios dichos, y mostrarse cercano a los vecinos. Santoro es todo menos ajeno al orden represivo, a los negociados, al ajuste y a la avanzada contra la educación como sugiere, y no puede ocultarlo con su cambio de imagen. Otro caso de falsa renovación donde, detrás de nuevos nombres y colores, se encuentra la misma patronal de siempre y los que garantizan sus negocios.
También en el curioso caso de Santoro se presentan dos “polémicas”. La primera es con la lista socialcristiana y patronal de Principios y Valores, cuya principal acusación es que no es un “Peronista de Perón”, tratando de instalar en la agenda un purismo sectario en las filas del PJ, intentando cooptar un pequeño caudal de votos que le permita superar la proscripción electoral. Y la otra es con sus correligionarios, que lo acusan de mercenario y de “copiarle” sus propuestas en materia educativa y de cooperación privado-estatal para crear viviendas “accesibles” para los estudiantes.
Está claro que no hubo un plagio de las “geniales” propuestas del radicalismo de Levy. Lo que realmente existe es una coincidencia en los mismos intereses de clase: los intereses de las inmobiliarias, que no distinguen entre hacer negocios con el macrismo o con el peronismo; los intereses de la patronal, que sigue sacando leyes en su beneficio; y los de seguir construyendo una ciudad “moderna y vanguardista” para la pequeña burguesía y las capas medias, dejando a la mayoría de la clase trabajadora a merced de los negocios del Estado con la patronal, incluso relegando más de la mitad de su sueldo al pago del alquiler.
LOSPENNATO Y LA DECADENCIA DEL PRO
Vemos también importante reparar en Lospennato y la decadencia del PRO al frente del gobierno de la ciudad. Desde el 2002, con la alianza del Frente Compromiso por el Cambio (apoyada por el PJ), Mauricio Macri se impuso dentro de la política porteña como una figura decisiva para la derecha liberal, que desde años anteriores venía trabajando con su propia fundación “Creer y Crecer” junto al lobby Grupo Sophia de Horacio Rodríguez Larreta para tejer su aparato político. A pesar de que en 2003 perdió las elecciones con el peronista Aníbal Ibarra, el bloque macrista ya se había instalado y se había planteado ser la cabeza de la derecha en la ciudad, que, tras el desastre y escándalo de corrupción de la gestión peronista, terminó con la destitución de Aníbal Ibarra por ser el responsable de la muerte de 194 personas en el boliche Cromañón del barrio de Once en 2004, y el macrismo logró instalarse en la ciudad en alianza con figuras históricas del liberalismo argentino, como López Murphy, conocido por durar tan solo 15 días como ministro de economía en el gobierno de De la Rúa, tras intentar hacer un recorte masivo en la educación y planificar despedir a 40.000 trabajadores estatales, lo que provocó una reacción del movimiento estudiantil y sindical que lo obligó a renunciar.
En 2007, con el aparato macrista consolidado, la derecha liberal logró superar por más de 20 puntos al peronismo representado por Filmus, y así, desde la capital, el PRO comenzó a instalar su propia agenda a nivel nacional, volviendo a instalar el discurso liberal en la Argentina y mostrando a la ciudad como su “modelo de país”. Manteniendo una hegemonía total en la misma por 16 años, lograron la victoria nacional en 2015, que terminó con Mauricio Macri como presidente.
En la Ciudad de Buenos Aires, la política del PRO fue muy clara. En primera instancia, estuvo marcada por un proyecto de gentrificación de la ciudad y el aislamiento de los barrios populares porteños, reprimiendo a los sectores más vulnerables de la población, coordinando con las grandes inmobiliarias para establecer negocios al calor de la falta de vivienda, elevando cada vez más el costo que supone el alquiler en la ciudad y volviéndola inaccesible para la gran parte de la clase obrera. El proyecto del PRO siempre fue el de una ciudad “moderna” donde el negocio inmobiliario floreció enormemente a punta de especulación y privación de la clase obrera al derecho a la vivienda, resultando en una ciudad donde, a pesar de que la población no crece hace décadas, el negocio inmobiliario rompió récords y los barrios históricos se van volviendo cada vez más inhabitables para las mayorías trabajadoras, que van siendo desplazadas hacia las periferias en favor de instalar grandes proyectos inmobiliarios y crear zonas comerciales atractivas, sin importar que para ello haya que expulsar a los vecinos o arrasar con el patrimonio arquitectónico.
Haber impulsado el plan de los monopolios y del FMI con Macri no le salió gratis al PRO; su apuesta terminó con un gran rechazo popular de su gestión. La promesa de “pobreza 0” del PRO terminó con una profundización de la crisis, donde la pobreza aumentó del 26,9% al 35,5% en 4 años (3,8 millones de nuevos trabajadores pobres), un préstamo al Fondo Monetario Internacional de 50 mil millones de dólares y un programa político que se mantenía a través de la represión. Según los datos de Correpi, bajo el macrismo las fuerzas represivas del Estado asesinaron a 1.833 trabajadores (1,28 asesinatos por día) y la avanzada sobre la criminalización de la protesta profundizó la ley “anti-terrorista” creada por el peronismo durante la gestión de Cristina Kirchner, incrementando las penas por la protesta social y normalizando el espionaje a organizaciones opositoras.
Con la crisis de representación política que produjo el gobierno peronista de Alberto Fernández y Javier Milei emergiendo como un candidato “anti-política”, el PRO terminó relegado al tercer puesto a nivel nacional. Sin embargo, el PRO vio una oportunidad en volver al poder “maquillados”, prestando todo su aparato político para el ballotage y garantizar la victoria de Milei. Esta apuesta terminó con gran parte de sus candidatos pasando activamente a La Libertad Avanza, como Patricia Bullrich, Diego Valenzuela (intendente de 3 de Febrero), Fernanda Astorino (intendente de Capitán Sarmiento), entre los más importantes, incluyendo a personajes como Néstor Grindetti (ex intendente de Lanús y jefe de gabinete de CABA), que intercala su lealtad entre Milei y Macri. El PRO perdió de la noche a la mañana no solo dirigentes, sino varios municipios por la LLA. Como si fuera poco, Horacio Rodríguez Larreta, que supo ser la máxima figura porteña del PRO, arma su propia lista y planifica crear su propio bloque. El PRO que encabezó JxC y Cambiemos vio cómo sus bloques electorales implosionaron, y hoy este bloque se disputa CABA en 4 listas separadas.
Una de las candidatas en estas elecciones es la diputada Silvia Lospennato, referente perteneciente al PRO, que saltó a la fama por su intervención en el debate del aborto en 2018. Sin embargo, por más que buscó erigirse como representante de una suerte de “ala progresista” del espacio dirigido por Mauricio Macri, no deja de ser nuevamente un rostro “más amable” que busca esconder lo peor de la burguesía.
Su actividad en la política versa desde inicios de milenio como miembro del Partido Justicialista, hasta que se incorpora en el PRO en el año de la victoria de Macri sobre Scioli. Desde entonces, fue la encargada de acompañar las políticas del PRO que nos dejaron a la merced del ascenso de un gobierno como el de Milei y Villarruel. Sus lágrimas de cocodrilo sobre la cuestión del aborto tuvieron como contraparte el total silencio y acompañamiento de las políticas antiobreras y antipopulares de su espacio, ya expuestas, y hasta el día de hoy continúa cumpliendo este mismo rol.
Sin ir más lejos, su voto y negociación fueron claves para el quórum de la Ley Bases en la Cámara de Diputados y su posterior aprobación. Es por esto, y por su falta de escrúpulos al mostrarse con Jorge Macri, el jefe de gobierno que condena a la miseria a los empleados públicos (enfermeros y médicos, barrenderos, docentes, etc.), participa activamente de los despidos y los aumentos en nuestras tarifas, habilita la especulación con la vivienda para el negocio de unos pocos, mientras es cada vez más difícil alquilar, y se pavonea como el aliado fiel de Milei en CABA, que podemos decir que Lospennato es el rostro que se vende como joven, progresista y femenino del proyecto que nos trajo a la situación que vivimos, allanando el camino para la llegada de Milei, planteando un plan de continuación con las políticas del gobierno, representando más miseria y hambre para la clase obrera en un intento por lavarle la cara a un espacio decadente.
LA VISIÓN DE LOS COMUNISTAS
A la luz de lo expuesto, podemos ratificar nuestra postura como comunistas: los trabajadores, los estudiantes, los jóvenes y los vecinos de la ciudad ni del país no tenemos nada por ganar en el parlamento. Ninguno de los candidatos que se presentan y que buscan nuestro voto es capaz de impulsar las luchas de nuestra clase y nuestro pueblo, ni de darle visibilidad a las problemáticas que afrontamos en el día a día, o mucho menos de resolverlas; ni de presentarle una oposición real a la ofensiva antiobrera y antipopular de Javier Milei y Victoria Villarruel. Todas las fuerzas en pugna no tienen otra lucha que la de la disputa interburguesa y la de expandir su poder en el parlamento burgués. Responden a diferentes facciones de la burguesía o no rompen con la ideología burguesa, y todas tienen un acuerdo monolítico en sugerir una salida electoralista al desastre de Milei y Villaruel. La propuesta para que enfrentemos al gobierno de la miseria y los monopolios no es la de los trabajadores en la calle, es la de una oposición dentro de las reglas y los instrumentos de la burguesía, los cuales pretenden que nuestra clase no rompa.
La única opción que tenemos en estas elecciones es la de no depositar ni un voto de confianza en los voceros de la burguesía. Es la de rechazar el circo electoral del que se pretende que seamos parte, y elijamos, en su lugar, impulsar la organización activa de nuestra clase para avanzar hacia una gran coordinadora de todas las luchas que lleve a las calles una verdadera oposición obrera.
Por esto, los comunistas llamamos a no votar en estas elecciones o votar nulo, porque entendemos que todas las listas, o bien tienen intereses contrarios a los nuestros, o bien no representan una alternativa con el sello de nuestra clase. No podemos caer en ningún apoyo “crítico” a los enemigos de clase, sin importar la propaganda del peronismo ni de ninguno de los candidatos de la patronal que intentan engañar a los trabajadores para que participen de este circo electoral, donde los únicos que ganan son los beneficiados de siempre: los dueños de todos, incluso de estas listas.
La salida no está en las urnas ni en el parlamento burgués. La salida es organización, la unidad, la coordinación y la lucha política de la clase obrera por el socialismo-comunismo.