Este 21 de febrero se cumplen 177 años del primer gran golpe a la burguesía mundial: la publicación del Manifiesto del Partido Comunista, de la pluma de Karl Marx y Friedrich Engels
A pesar de ser uno de los textos más conocidos y difundidos de Marx y Engels, el oportunismo tiende a omitir o deformar pasajes de este vigente programa revolucionario. Es por eso que nos parece importante, no sólo homenajearlo, sino señalarlo como una herramienta fundamental en la actualidad.
En primer lugar, la gran definición del Manifiesto Comunista es la teoría de la lucha de clases, acerca de cómo la sociedad de ese momento (y la actual también) se encuentra dividida en dos campos enemigos, en dos clases antagónicas: entre burgueses y proletarios, entre patrones y trabajadores como popularmente lo conocemos en nuestro país.
Marx y Engels nos vinieron a explicar que las dos clases son irreconciliables, es decir, son antagónicas, y que hay una lucha constante entre ambas, por eso es imposible que haya una alianza entre los capitalistas y los obreros, como, por ejemplo, profesa el peronismo.
Además, es importante destacar el rol que le da Marx a la construcción del Partido Comunista, señalando los intereses inmediatos de los comunistas. El Manifiesto dice que el objetivo de los comunistas es: “Formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del Poder.” La cuestión del poder es esencial para los marxistas, y en el Manifiesto lo han dejado plasmado a través de la necesidad de un partido de los proletarios que represente los intereses generales de la clase obrera.
Por otra parte, otro de los temas importantes que sigue en vigencia es la cuestión de la actitud de los comunistas con los partidos de oposición, y ahí es cuando los oportunistas lo toman de forma dogmática y dicen que Marx hablaba acerca de que los comunistas debían luchar junto a la burguesía contra el régimen político imperante; entonces, deformando al marxismo, se alían junto a los partidos de la burguesia con el pretexto del “mal menor”, pero omiten que Marx escribe en un contexto donde la burguesía venía de cumplir un rol revolucionario. Sin embargo, hoy en día, y hace más de un siglo, la burguesía no tiene ningún tipo de rol revolucionario, por el contrario, se encuentra en el campo enemigo, y, en cualquiera de sus rostros (progresista, socialdemócrata, conservador, radical, de ultraderecha, etc.), la burguesia es la clase a la que tenemos de derrocar en todas sus versiones.
Los falsos comunistas han olvidado el programa inicial escrito por Marx y Engels, han olvidado la lucha por el poder, han deformado algunos pasajes, y los han querido moldear a su política oportunista, pero Marx y Engels dicen perfectamente en el Manifiesto lo que define las intenciones reales de los comunistas, que es el derrocamiento de la burguesía: “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.” Y esos falsos comunistas han ocultado las verdaderas intenciones de los revolucionarios, de las ideas de Marx y Engels: que desaparezcan los antagonismos de clase mediante una Revolución Socialista que derroque el orden social existente, que los obreros, bajo dirección del Partido Comunista, tomen el poder, e impongan la dictadura del proletariado para construir una sociedad sin explotados ni explotadores. Y ésa es la gran tarea que nos toca a los obreros argentinos y al Partido Comunista Argentino, como vanguardia del proletariado de nuestro país.
El Manifiesto del Partido Comunista inicia con: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada contra ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes. ¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios en el poder? ¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes de la oposición más avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de comunista?”
Hoy nuevamente a ese fantasma lo atacan todas las fuerzas burguesas, y en nuestro país, en los tiempos que corren, mucho mas, desde el discurso reaccionario del gobierno nacional de Milei-Villaruel y sus séquitos, hasta las corrientes burguesas, como el peronismo, el radicalismo, hasta la corriente antiproletaria del trotskismo. Todos se unen en esa cruzada anticomunismo. Pero el comunismo sigue vigente, Marx y Engels siguen vigentes, y por eso se obsesionan en deformarlo, difamarlo y atacarlo consecuentemente, porque saben que la fuerza de la clase obrera en invencible, y porque saben que la rueda de la historia gira y seguirá girando hasta el triunfo inevitable del socialismo-comunismo.
A 177 años de la publicación del Manifiesto Comunista, tomemos su programa, su roja bandera, y llevémosla a la victoria.