Ha transcurrido más de un mes del primer aniversario de la asunción de Javier Milei y Victoria Villarruel, y podemos decir que éste ha pasado con un avance patronal pocas veces visto, con un grado de agresividad sobre la clase obrera y el pueblo y sus espacios de organización, con un discurso antipueblo, anticomunista, antinacional y antiobrero que está calando en la consciencia de las masas, como abiertamente se ha propuesto con la llamada batalla cultural.
No significa un panorama de derrota, pero sí estamos frente a un panorama que, en lo inmediato, no tiene en el horizonte una respuesta contundente de nuestra clase. Tampoco significa que los antagonismos de clase no se vayan profundizando, porque las condiciones objetivas en las que vivimos se siguen agudizando: la pobreza, la desocupación, falta de un futuro certero, la licuación de los salarios, el bajísimo consumo, etc.
Lenin nos explicaba cuando escribía que para una situación revolucionaria no bastaba con que “los de abajo no quieran seguir viviendo como antes, sino que los de arriba tampoco puedan seguir gobernando como antes lo hacían”.
Lejos de encontrarnos al corto plazo en una situación revolucionaria, es tarea de los comunistas marchar hacia esa situación, y ahí se encuentra una de las tareas, ya que la burguesía en Argentina podrá vivir hasta como ahora, mientras que la consciencia de las masas se encuentre adormecida, mientras el factor subjetivo no sea conquistado por la ideología marxista-leninista; podrán vivir, reinventarse y reciclarse, como lo vienen haciendo durante los últimos siglos.
La batalla cultural de Javier Milei va en ese sentido, crear las condiciones sociales para aceptar el brutal ajuste del Plan Motosierra (o el Plan Licuadora), crear las condiciones subjetivas en las masas para aceptar el avance sobre los derechos de las mujeres, sobre los Derechos Humanos, sobre la izquierda y principalmente sobre los comunistas, los únicos que luchamos día a día para sacarle los privilegios a los dueños de este mundo. Claros son los ejemplos de que lo que hace poco años estaba consensuado socialmente hoy en día ha sido destrozado, desde negar profundamente a los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, reivindicar la última dictadura, hasta festejar cuando despiden a cientos y miles de trabajadores. La maquinaria libertaria de propaganda prepara el terreno subjetivo para consolidar el plan de los monopolios, el plan de saqueo, entrega y represión.
Todo el Plan Motosierra no hubiese sido posible durante todo este año sin la máquina de propaganda, sin la creación libertaria de la posverdad constante, con el objetivo de penetrar en la conciencia y convencer al obrero de que es necesario que tenga que sufrir el ajuste, para llenarle los bolsillos a los patrones, porque son héroes y generan trabajo, y como dijo Milei: de acá a 50 años “seremos una potencia mundial”. Con ese discurso, que parece hasta lunático, hoy se carcome la conciencia de los trabajadores y del pueblo, y es la tarea de los obreros con conciencia de clase, los obreros luchadores, los comunistas abnegados, romper con la maquinaria de propaganda libertaria que oprime a nuestro pueblo y quiere llevarlo al derrotero, al quietismo y la desmovilización.
Sumado a la maquinaria libertaria de propaganda, también nos encontramos con los mecánicos amigos de esa gran maquinaria, los mecánicos peronistas y radicales que aceitan la maquinaria, la arreglan y le permiten funcionar, porque al fin y al cabo, representan los mismos intereses de clases. Es por eso que la CGT garantiza la gobernabilidad a este gobierno, porque su teoría de colaboración de clase se opone a la lucha de los trabajadores, razón por la cual el peronismo-progresismo boicoteó cualquier intento de movilización, como se ha visto en la lucha estudiantil, y por eso las organizaciones sociales peronistas durante todo este año no han pisado las calles, mientras que los comedores se cierran de la mano de Petovello, y aumenta la pobreza en todo el país. El Plan Motosierra no cierra sin colaboradores, y estos colaboradores son los mismos de siempre, los partidos del sistema: el PJ y la UCR en todas sus variantes y escisiones.
El camino es largo, es duro, pero no imposible, debemos proponernos como trabajadores, como parte del pueblo consciente, disputar el factor subjetivo, conquistarlo para el campo de los revolucionarios, para avanzar en las luchas que debemos desatar, en los golpes que debemos dar, para romper el Plan Motosierra, para derrocar el plan de los monopolios, y poder allanar el camino para conquistar el poder y construir la sociedad sin clases por la que luchamos: el socialismo-comunismo.