Editorial: Hacia la coordinación de las luchas

El gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel, junto a su pandilla de usureros y represores, como es el caso de “Toto” Caputo y el de Patricia Bullrich, empieza un nuevo año político de la mano de la profundización del Plan Motosierra. El presidente se refirió a esto en sus últimas declaraciones públicas, afirmando que no iba a “pisar el freno” y que habrá “más motosierra”, lo cual significa más represión para los jubilados que semana a semana pelean contra un gobierno que los ha arrojado a condiciones de vida cada vez más paupérrimas, más represión para la clase obrera organizada, más ajuste, más licuación de los salarios y más pérdida del poder adquisitivo, mientras se continúa el plan de entrega de los recursos naturales a los capitales extranjeros y locales que pretenden repartirse la Argentina con el objetivo de seguir maximizando sus ganancias a costa de la superexplotación de nuestra clase y nuestro pueblo.
La crisis se acrecienta, y el plan del gobierno no basta para mantener una imagen fuerte frente al pueblo argentino, su campaña se basó en venir a solucionar problemas que actualmente no tienen intenciones de solucionar; pudieron “resolver” la inflación mediante la destrucción del ingreso de los trabajadores, pero el problema del consumo sigue igual o más latente que antes de la llegada al poder de Milei; en campaña se habló de que el ajuste no iba a recaer sobre los jubilados, mientras, llegado al poder, éste es uno de los sectores más golpeado por el gobierno, sumado a la represión sistemática contra su parte más combativa y avanzada. Si bien su campaña electoral giró en torno a la idea de que un posible gobierno libertario terminaría con los beneficios de la llamada ‘casta política’, una vez llegados al poder lo único que demostraron es que la única beneficiada será precisamente la clase gobernante, que no es otra cosa más que la clase dominante capitalista, y que estos beneficios se pueden dar sólo a través de la implementación de un brutal ajuste sobre quienes movemos la rueda diariamente: la clase obrera.
A la vez, comienza a notarse un agotamiento en el plan financiero, el famoso Plan Motosierra, ya que está siendo insostenible por todo lados, lo cual lleva a un nuevo ciclo de endeudamiento con los organismos internacionales, como es el caso con el FMI, el mismo que Javier Milei señaló como síntoma del fracaso gubernamental. Intentando emular el fracaso, el gobierno se viene arrastrando frente a Donald Trump y el FMI, para poder pedir un nuevo préstamo que mantenga planchado el dólar y que no se dispare antes de las elecciones parlamentarias de este año.
El agravamiento de la crisis, no sólo se puede ver en los números y en el día a día, sino también en el termómetro social entre las masas obreras y populares, y el hartazgo de sumergirnos en la miseria gracias a la política de la ultraderecha y anteriormente de la socialdemocracia, que no son más que dos administraciones capitalistas que tienen el mismo objetivo explotador y hambreador, siendo dos caras de la misma moneda. Este hartazgo llevó a una gran movilización en defensa de los jubilados en el mes de marzo, la cual vino a romper un poco el quietismo que venimos analizando número tras número de Orientación, donde se vio claramente una disposición de parte de la clase obrera de confrontar contra el Plan Motosierra, no sólo por lo inaceptable de lo represivo hacia los jubilados, sino contra la masacre social y económica a la cual nos están llevando.
La gran movilización en defensa de los jubilados, donde el Partido Comunista Argentino ha sido partícipe, tanto en Buenos Aires como en Córdoba, ha demostrado que la reacción popular va a ir creciendo al mismo paso que se va agudizando ferozmente la avanzada patronal del gobierno contra los trabajadores. El enfrentamiento desde Plaza Congreso hasta Plaza de Mayo en la Ciudad de Buenos Aires, donde la clase obrera respondió valientemente a la represión desatada por Milei-Bullrich abre una nueva etapa en la cual el miedo no es el principal jugador, y la confrontación de parte del pueblo contra las fuerzas de la reacción va a ser cada vez más fuerte, ya que todos los sectores de nuestra clase se ven afectados por las medidas antiobreras y antipopulares del gobierno. A su vez, también debemos analizar otro aspecto: por un lado, la valentía del pueblo que se levanta contra su opresor momentáneamente, y, por otra, la efectividad de esos levantamientos o enfrentamientos, ya que un pueblo se enfrente a la policía puede significar un clima de época, pero no representa nada en sí mismo sin una dirección política que contenga las acciones de las masas obreras y populares.
Aquí es donde todos los trabajadores debemos analizar el gran problema que tenemos y que venimos enfrentando, que va quedando cada vez más claro a medida que transcurre este gobierno, que es el tema de la dirección política de las masas. Hoy no existe tal dirección, por el hecho de que todavía no hay un partido revolucionario consolidado en nuestro país, por ende, las acciones tienen carácter espontáneo, donde no existen direcciones con un objetivo claro a cumplir, entonces terminan en hechos aislados; y aunque la marcha en defensa de los jubilados tuvo un gran impacto en Buenos Aires, lo cual repercute en el resto del país, mucho más con el caso del compañero Pablo Grillo que fue gravemente herido, esa misma bandera que tomamos todos, hoy se disuelve y vuelve a una minoría absoluta de 100 o 200 jubilados, enfrentando en soledad a los perros de Patricia Bullrich. ¿Entonces qué ha pasado para que pasemos de una movilización de miles a algo prácticamente disuelto? La respuesta está en el propósito político y su dirección estratégica; al no haber dirección política revolucionaria, la lucha popular tiene dos caminos: la disgregación a causa del espontaneísmo, o la asunción de la dirección política por una fracción de la burguesía, en este caso, el peronismo.
Por un lado, la disgregación de la lucha se da en el sentido que veníamos explicando, al nacer de una acumulación de bronca a causa de la política liberal del gobierno, pero sin organización, sin dirección y sin horizonte, esas acciones que son espontáneas pero que puedan representar un embrión de conciencia entre el antagonismo de los intereses de nuestra clase contra los intereses capitalistas que defiende el Gobierno Nacional, queda a la deriva al no tener proyección, continuidad, plan, orientación, etc. El jefe del proletariado mundial, Vladimir Lenin, ya lo decía: “El desarrollo espontáneo del movimiento obrero marcha precisamente hacia la subordinación suya a la ideología burguesa”.
También con esa frase explicamos el segundo punto mencionado acerca de cómo la lucha, al no tener dirección política, puede dar lugar a posicionar a una facción de la burguesía, en este caso el peronismo, a asumir su dirección y orientación. El peronismo es la fuerza del sistema que sirve como dique de contención de las luchas, busca desarmar a la clase obrera de su potencialidad revolucionaria, por eso, aprovechando la efervescencia de un sector de la clase, sumado a la crisis social y económica, históricamente ha buscado posicionarse al frente de estallidos o procesos de grandes acciones de masas: en primer lugar, para desarmarlas, para que no ponga en riesgo la institucionalidad de la burguesía, y, en segundo lugar, para capitalizar esa bronca a través de las elecciones, tal cual como lo hizo después de la rebelión popular del 2001, acumulando electoralmente a través de la organización popular, y, una vez en el poder, corrompiendo e institucionalizando las organizaciones populares. Entonces el problema de la dirección política de las masas es un problema que tenemos que atender. La tarea consiste en combatir la espontaneidad, librar al movimiento obrero y popular de la idea de no tener organización a la hora de enfrentar una reivindicación política o económica, la idea de lo espontáneo debe quedar relegada, para que ninguna facción de la burguesía quiera ponerse a la cabeza del movimiento con el fin de frenar su combatividad y ponerlo en una posición pasiva. Debemos darle contenido revolucionario a las luchas que se desatan.
Parte del contenido revolucionario ha sido ya marcado por lo que venimos proclamando como tarea para esta etapa: que, ante la espontaneidad y la falta de organización, debemos unir a todos los sectores en lucha de la clase y el pueblo, no podemos convivir con la desunión de nuestra clase social, que se desaten pequeñas luchas económicas de carácter reivindicativo totalmente aisladas del resto de las luchas, tanto obreras como estudiantiles.
Debemos unir las luchas en un gran Centro Coordinador de las Luchas, que incluya a los estudiantes que el año pasado han sido ejemplo de pelea, a los obreros y trabajadores que vienen desarrollando distintas luchas, a los jubilados que semana a semana vienen demostrando su combatividad en las calles, a los distintos vecinos de los barrios con sus problemáticas, y a todos los sectores de la clase obrera y el pueblo argentino, donde se puedan unir en pos de una plataforma de lucha que permita dar batalla organizada y consistente a este gobierno reaccionario, antiobrero y antipopular y sus colaboradores que le garantizan gobernabilidad.