La clase obrera argentina, inspirada en la gran Revolución Socialista de Octubre, ponía de pie el destacamento de vanguardia, la herramienta capaz de sepultar al capitalismo y construir una sociedad sin explotados ni explotadores que sólo puede existir en el socialismo-comunismo.
A principios del Siglo XX, el Partido Socialista que encabezaban Juan B Justo, Nicolás Repetto, Antonio de Tomaso, Enrique Dickmann, entre otros, empezó a alejarse de sus objetivos originales, como, por ejemplo, su actitud anti-oligárquica, y empezó a adoptar posiciones reformistas y conciliadoras, que de a poco lo iban convirtiendo en un partido liberal burgués.
Un grupo de jóvenes, al ver la desviación liberal-burguesa del Partido Socialista, fue impulsando una corriente interna de resistencia a esa política reformista y en defensa del marxismo revolucionario, lo cual los llevó en 1912 a crear el “Centro de Estudios Carlos Marx” para darle un marco orgánico a aquella corriente interna, y en julio del mismo año empezaron a editar su propio periódico llamado “Palabra Socialista”. Ya en el primer número de Palabra Socialista exponían: “En desacuerdo con el pensamiento reformista del teórico socialista alemán Bernstein de que, en la lucha por la emancipación obrera, el movimiento es todo y nada lo que se llama habitualmente la aspiración final del socialismo; nosotros entendemos que este movimiento, para responder real y fecundamente a los trascendentales fines de la doctrina marxista, debe cultivar con firmeza las concepciones fundamentales del socialismo, o, de otro modo, el ideal de la completa transformación social.” Y más adelante agregaron: “En el movimiento obrero y socialista de esta República ya se ha dejado sentir la influencia de un extremo no confesado <> y que, ante ello, es necesario sostener y propagar los conceptos íntegros, netos, lógicos de la grandiosa concepción socialista de Carlos Marx, no como apriorismos y formulismos doctrinarios estrechos, sino como juicios consolidados en la honda observación de la experiencia histórica, de imprescindible utilidad para la acción de la clase trabajadora.”
Mientras se agudizaban las contradicciones en el seno del Partido Socialista, los marxistas revolucionarios, al ver la línea conciliadora y el abandono de las preocupaciones sindicales, resolvieron constituir el 12 de Mayo de 1914, dentro de la orgánica partidaria, el Comité de Propaganda Gremial, que abarcó un espectro muy amplio de tareas, tales como constituir sindicatos gremiales con obreros no organizados; intensificar la propaganda gremial para fortalecer los sindicatos ya organizados; crear sindicatos de oficios varios en las localidades y entre los obreros que, por condiciones varias, no pudieran por el momento constituirse en sindicatos de oficio; impulsar la lucha de clases; levantar las consignas relacionadas con las estadísticas sobre desocupación, salario, etc.
El trabajo del Comité tomó tanta importancia que, desde la Dirección del Partido Socialista, intentaron por diferentes medios boicotearlo hasta lograr su disolución, bajo el argumento antimarxista de que la clase obrera es un movimiento autónomo, por lo cual la labor del Partido sólo era política y no podía haber una relación directa entre el Partido y el movimiento obrero. La disolución del Comité fue una prueba clave de la bancarrota del Partido Socialista y de su oportunismo pequeñoburgués.
En medio de todas estas pujas internas entre reformistas y revolucionarios, estalló la Gran Guerra en 1914, lo cual llevó a la agudización de los debates y las disputas dentro del Partido Socialista, y, como era de esperarse, ante esta guerra imperialista, la Dirección de dicho partido tomó la decisión de posicionarse del lado de uno de los bandos imperialistas, en vez de hacerlo contra la guerra y luchar por la revolución. El PS se colocó bajo bandera ajena, y ante el hundimiento del barco de bandera argentina Monte Protegido por parte de un submarino alemán, la corriente reformista anclada en la Dirección decidió apoyar a Gran Bretaña y sus aliados.
La decisión de la Dirección generó un gran malestar en la masa de afiliados y logró que terminara de estallar la crisis en el Partido Socialista, lo cual hizo que se convocase al Congreso Extraordinario, en el que los revolucionarios se impusieron ante la Dirección oportunista, pero ninguna de las resoluciones se llevó adelante. Ante esta traición por parte de los reformistas, los marxistas revolucionarios resolvieron constituir el “Comité pro defensa de las resoluciones del III Congreso Extraordinario del Partido Socialista”, el cual fue integrado por: Victorio Codovilla, Rodolfo Ghioldi, Rodolfo Schmidt, José Grosso, Carlos Pascali, Juan Greco, Cesar Ferlini, Arturo Blanco, Juan Ferlini, José Penelon, Aldo Cantoni, Alberto Palcos, Amadeo Zeme y González Mellén.
Como era de esperarse, el Comité Ejecutivo reformista y oportunista del PS declaró al Comité en defensa del III Congreso como ilegal, disolvente y anarquizante, y comenzó un proceso de expulsiones contra quienes se habían pronunciado a favor de dicho Comité. Aquellos que fueron apartados convocaron al “Congreso de los expulsados del Partido Socialista”, para determinar cómo se iban a parar frente a la situación nacional e internacional. En medio de los preparativos del Congreso, se produjo el primer triunfo del proletariado: la Gran Revolución Socialista de Octubre.
El 5 y 6 de enero de 1918 se convocó al Congreso de los expulsados, el gran hito en la historia del movimiento obrero argentino y continental. Un grupo de obreros marxistas revolucionarios iban a poner en pie al mayor partido revolucionario que ha visto nuestra Nación, el gran enemigo de los monopolios y la burguesía local; estaban poniendo en pie al sepulturero del capitalismo en la Argentina, a la organización de vanguardia de la clase obrera, al más abnegado luchador por el socialismo-comunismo, al representante de los intereses obreros y populares; estaban poniendo de pie al glorioso Partido Comunista –que en principio se llamó Partido Socialista Internacional–.
En la Declaración de Principios de la fundación del Partido muy bien pone en discusión la cuestión del poder, pronunciando: “Por tanto; sosteniendo que la colaboración de clases y la política de conciliación y oportunismo son trabas puestas en el camino recto conducente a la finalidad señalada por esta declaración, el Partido llama al pueblo trabajador a alistarse en sus filas de Partido de clase y desarrollar sus fuerzas y preparar su emancipación.” Con esta declaración de principios, vemos cómo el Partido Comunista en nuestro país nació con un objetivo histórico: el derrocamiento del capitalismo y la toma del poder por parte de la clase obrera, y nuestros camaradas fundadores se adelantaban a que la política de colaboración de clase termina siendo una traba para el desarrollo del proceso revolucionario.
Los primeros años de la construcción partidaria no fueron lineales, fueron 10 años hasta poder constituirse en el VIII Congreso de 1928, como un verdadero partido marxista-leninista. La conducción de nuestro Partido, conformada por Victorio Codovilla, Rodolfo Ghioldi, Emilio González, Juan Ferlini, Luis Recabarren, José F. Penelón, entro otros, debió enfrentar las distintas corrientes que convivían en el seno de la organización –centristas, verbalistas, ultraizquierdistas, oportunistas de izquierda y de derecha–. Tuvieron que derrotar a las distintas corrientes para poder forjar el destacamento revolucionario capaz de encabezar los combates del proletariado y de sus aliados hacia la conquista del poder.
En el contexto que se constituía el Partido, en sus primeros meses y años, la lucha de clases en Argentina estaba en ebullición, la burguesía había desatado una ofensiva brutal contra la clase obrera y el pueblo, ante tanta combatividad de nuestra clase. Ante las acciones obreras y campesinas, la burguesía reprimió con saña y llevó a cabo una verdadera masacre contra el proletariado argentino, como lo fueron las huelgas ferroviarias de 1917 y 1919, la Semana Trágica de enero de 1919, las huelgas de los obreros agrícolas de Gualeguaychú, la rebelión de los hacheros de La Forestal en la Provincia de Santa Fe de 1919 a 1921, las huelgas de los peones de la Patagonia en 1921, entre otras. Todas salvajemente reprimidas, y los comunistas, con su conducta roja y guiados por la valiente bandera roja emancipadora, hemos participado con coraje en todas estas luchas y, en muchas de ellas, con un rol de dirección.
Durante aquellos momentos de conformación del Partido, tomó protagonismo también el movimiento estudiantil, lo cual culminó con la Reforma Universitaria, iniciada en Córdoba en 1918, y que apuntaba a un cambio profundo en la vida universitaria, abriendo las cátedras a nuevos valores sobre la base de la competencia científica y la didáctica, y un cambio profundo en los planes de estudio. Este movimiento no sólo penetró en todas las universidades de Argentina, sino que también lo hizo a nivel continental. Un hecho notable fue la solidaridad que prestaron a la Reforma Universitaria las organizaciones obreras, en particular la Federación Obrera Provincial de Córdoba, encabezada por Pablo B. López y Miguel Contreras, ambos fundadores y dirigentes del Partido Comunista en Córdoba. Nuestro Partido apoyó desde el comienzo todo este movimiento. Con este relato, queda a la vista que el Partido Comunista se ha forjado en la lucha del proletariado y el campesinado argentino, que rápidamente regó con la sangre de sus militantes los campos y las calles de nuestra Nación en pos de una sociedad sin explotados ni explotadores.
Desde su nacimiento, el Partido Comunista se planteó como tarea principal la toma del poder y el socialismo como tarea inmediata de la clase obrera, algo que ha demostrado a lo largo de su historia, aunque con errores, aciertos, grandes aciertos y heroísmos, el Partido Comunista en nuestro país siempre ha tenido como objetivo estratégico el socialismo-comunismo, y se ha demostrado en los distintos frentes la labor de los comunistas por la construcción de una Patria Socialista.
Uno de los grandes aportes que realizó el Partido Comunista fue su labor internacionalista. El primer gran hito con el cual el Partido Comunista ha demostrado estar a la altura de las circunstancias y ser coherente con la doctrina científica del marxismo-leninismo, fue en la Guerra Civil Española, donde docenas y docenas de militantes y dirigentes del Partido combatieron en España. Ejemplo de esto son el “Comandante Ortiz”, quien fue organizador del mítico V Regimiento y del Batallón Thaelmann, y en plena guerra pasó a comandar la célebre 24 Brigada Mixta; además de combatir en primera línea en Jarama, Guadalajara, Teruel, y también ser parte del Estado Mayor de Lister; Raquel Levenson, quien se enlistó en las filas republicanas para, con las armas en la mano, encontrarse con los camaradas Victorio Codovilla y José Manzanelli, quienes le asignaron la tarea de ingresar a la Dirección Nacional de las Juventudes Socialistas Unificadas como agitadora, propagandista y organizadora, recorrer los frentes y retaguardias, llevando la línea revolucionaria mediante la redacción de volantes y documentos, el adiestramiento de soldados y la arenga pública. En 1939 Cataluña cayó ante las tropas sublevadas, y Raquel, quien se encontraba embarazada, logró abandonar España en un barco inglés hacia Argelia, donde fue detenida y encerrada en un campo de concentración. Sin embargo, como Raquel era una bolchevique argentina probada en la teoría y en la práctica, logró marcharse en un barco soviético que se dirigía a Odessa. Una vez que Raquel desembarcó en Odesa, fue enviada a Moscú y se incorporó a la Escuela Internacional de Marxismo-Leninismo. En 1941 la bestia nazifascista invadió territorio soviético con intenciones de aplastar la mayor experiencia de igualdad que ha visto la humanidad, y nuestra camarada Raquel se sumó a la defensa y resistencia de Moscú tomando distintas tareas organizativas y de subsistencia. Al tener un rol tan destacado en la defensa de Moscú, la camarada Raquel Levenson fue enviada a Stalingrado en pleno avance fascista, donde se desempeñó como instructora político-militar del glorioso Ejército Rojo. También en la defensa de la República, estuvieron los y las camaradas Fanny Edelman, Raúl González Tuñón, Victorio Codovilla, José Manzanelli, entre otros. Otro gran ejemplo de internacionalismo fue en 1935 cuando Rodolfo Ghioldi participó activamente en la insurrección militar en Brasil, junto a la Columna Prestes. Tras el fracaso de la Columna, Rodolfo quedó detenido sufriendo graves torturas que después afectarían su salud para toda la vida. La solidaridad internacional marcó la historia del Partido Comunista y su Juventud, la solidaridad con la URSS, con los movimientos de liberación en África y Asia, con Cuba, con distintos pueblos de América Latina, y también la Brigada General San Martin, donde 120 jóvenes de la Federación Juvenil Comunista viajaron en plena contrarrevolución a Nicaragua para cumplir tareas internacionalistas en la producción de café, un hito que marcó la década de los 80 y que preocupó a la burguesía local argentina y al imperialismo norteamericano. Por otro lado, en 1987, cayó nuestro camarada Marcelo Feito, “Teniente Rodolfo”, en una tarea internacionalista, combatiendo por la liberación del pueblo de El Salvador. Éstos son sólo unos pocos ejemplos de la historia partidaria en su relación con el internacionalismo proletario.
El Partido Comunista también ha construido parte de la cultura popular argentina con sus militantes, como Hamlet Lima Quintana, Osvaldo Pugliese, Ramón Ayala, Mercedes Sosa, Horacio Guaraní, Atahualpa Yupanqui, Raúl González Tuñon, Alfredo Varela, entre tantos otros.
Ha aportado en la lucha por la emancipación de la mujer trabajadora, con la creación de la UMA, con camaradas que no han descansado ni un minuto para luchar por las reivindicaciones de la mujer obrera, como Alcira de la Peña, Irma Othar, Fanny Edelman, y camaradas que se han destacado y han luchado por los derechos del colectivo LGBT y hoy son bandera a seguir en nuestra patria, como Diana Sacayán y Lohana Berkins.
El movimiento obrero organizado puede dar testimonio de la lucha de los comunistas por las reivindicaciones de la clase obrera, y grandes dirigentes comunistas y obreros se han destacado como Alberto Caffaratti, el gallego Soto, Rubéns Íscaro, Vicente Marischi, Jorge Canelles, Antonio Alac, José Peter, Pedro Chiarante, Gerónimo Arnedo Álvarez, Albino Arguelles, Guido Fioraventi, entre otros.
El Partido Comunista fue y es un partido de combate, que día a día se prepara para la toma del poder en Argentina por parte del proletariado, y que a lo largo de los años ha hecho acciones heroicas y ha defendido los intereses de nuestra clase con la valentía y el coraje que caracteriza a los revolucionarios. Varios hitos debemos mencionar a través de los cuales los militantes del Partido han dado, incluso, la vida por la noble causa de los pueblos del mundo.
El Partido tuvo muchos momentos heroicos y dignos de contar; podemos recordar en el período –y la línea más justa– de , donde el Partido marchó hacia el monte chaqueño en lo que en ese momento era el Territorio Nacional del Chaco, para desarrollar una guerrilla rural, que fue la primera guerrilla que existió en la Argentina, y la cual tenía como objetivo el ataque a empresas patronales tales como Dreyfuss, Bunge Born, La Forestal, entre otras. El camarada que dirigía la guerrilla chaqueña era el Comandante Leonor Cuaretta, quien en 1945 fue rodeado por la Gendarmería junto a todo el campamento guerrillero. Los principales dirigentes fueron detenidos y el Comandante Leonor Cuaretta, que en principio logró huir, fue posteriormente detenido y asesinado el 30 de marzo de ese mismo año.
Tampoco podemos olvidar al camarada Carlos Bonometti, del gremio de albañiles, que, en épocas de la Huelga de enero de 1936, en un enfrentamiento entre obreros y policías, desenfundó su pistola y dio de baja a un policía represor, y por ese ajusticiamiento fue condenado a cadena perpetua y recluido en el penal de Tierra del Fuego. En 1951, en la Plaza Sáenz Peña, Paraná, Entre Ríos, una banda fascista, conducida por el alemán Rinkel, y Juana Larrauri, líder de la rama femenina del peronismo -quien luego sería Senadora-, rompió el acto donde el camarada Rodolfo Ghioldi, junto a Amaro Villanueva, presentaba la candidatura del Partido que llevaba a Rodolfo en la fórmula presidencial. El ataque naziperonista terminó con Rodolfo herido de un tiro, aunque fuera de peligro. El combate dejó al camarada Londero herido y a dos peronistas atacantes muertos. El ataque fue repelido dándole muerte a Camilo Gonzáles, uno de los atacantes, empleado de la Fundación Eva Perón. El 24 de febrero de 1964 en el Sindicato de Cerveceros se realizó un plenario de la CGT, donde nuestros camaradas tuvieron una participación protagónica; con una gran hipótesis de conflicto, el camarada Florindo Moretti dispuso enviar un grupo de autodefensa al plenario y con el camarada Toto Maltomini al frente, quien ese día vestía una camisa roja para que lo reconozcan sus subordinados. Durante el plenario se generó un enfrentamiento armado entre el Partido y Tacuara, donde los camaradas con las armas en la mano dieron de baja a tres “tacuaristas”. Por otro lado, durante la última dictadura genocida del 76, el aparato militar del Partido realizó una operación político militar contra la Escuela de Mecánica de la Armada, que en ese momento funcionaba como campo de concentración, donde torturaban y asesinaban compañeros. La acción del aparato militar del Partido logró liberar varios compañeros y compañeras, entre ellos a Juan Carlos Carginelli. Mientras que en 1989 el Partido Comunista resguardó militantes del MTP en varias provincias tras el copamiento de La Tablada.
Algunas de estas acciones contadas también forman parte de la historia del Partido, no sólo su accionar en el movimiento obrero-sindical, en el movimiento de mujeres, movimiento estudiantil, campesino, etc, sino también las acciones que representan la condición ideológica y política de un partido de combate que tiene como objetivo la revolución y tuvo todos los atributos bolcheviques, digno de un gran Partido Comunista.
El Partido Comunista Argentino a los 106 años de su nacimiento, sostiene su objetivo estratégico, firmemente en el marxismo-leninismo y convencido de que la revolución socialista es la tarea inmediata de la clase, es decir que no existen etapas intermedias que justifiquen la colaboración con la burguesía, pero tiene un gran desafío en esta etapa de la lucha de clases con un gobierno de ultraderecha, reaccionario, anticomunista, antiobrero y antipopular, que es consolidarse e insertarse en la lucha del proletariado argentino, luchar día a día para jugar el rol para el que fue creado: ser la vanguardia y el Estado Mayor de la clase obrera argentina. Pero para eso debemos engrosar las filas principalmente de obreros y obreras, pero también de estudiantes, desocupados, trabajadores rurales, intelectuales y hombres y mujeres de la cultura, para construir ese gran Partido Comunista que la clase obrera necesita; y sólo con militantes abnegados, firmes en los principios y claro en los objetivos, podremos lograr construir ese gran Partido.
Más de 100 años después de su fundación, un grupo de liquidacionistas se propuso enterrar a la mayor fuerza revolucionaria de la Argentina, pasando por el mismo proceso de expulsión de parte de la Dirección. Sin embargo, nuevamente un grupo de militantes, tras años de luchas orgánicas internas, se propuso y planteó la reconstrucción del Partido Comunista, tomar las banderas de aquella gesta del 5 y 6 de Enero de 1918, ponerlas bien en alto y volver a poner en pie el Partido del proletariado y de la esperanza, el Partido de la clase obrera y sus aliados, el Partido de la Revolución, el Partido de la Dignidad, y hace dos años nuevamente pusimos de pie al glorioso Partido Comunista Argentino, el cual una vez más, como en 1918, llama a la clase obrera a engrosar sus filas y desarrollarlas, para, de una vez por todas, terminar con este sistema de explotación y construir una sociedad sin clases, sin explotados ni explotadores: el socialismo-comunismo.