Una comunista llamada Alcira de la Peña: Su legado militante

El 15 de marzo de 1998 dejaba de pensar la inolvidable militante Alcira de la Peña, cuadro comunista probado en la teoría y la práctica, quien dedicó más de 70 años a la lucha por el triunfo del socialismo-comunismo en la Argentina y en el mundo, no dudando un segundo en arriesgar su vida por la noble causa de los pueblos del mundo.

Una joven Alcira como estudiante de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, conoce a quien sería su compañero de vida, el camarada Julio Rodríguez Celada, el cual la afilia al Partido Comunista en 1931, sumándola al agrupamiento estudiantil Insurrexit, dirigido por Héctor Agosti.

Su militancia en aquellos años se desarrolla en torno al internacionalismo proletario con la creación del Socorro Rojo en Argentina, en el cual Alcira tiene un rol protagónico, llegando a ser la Secretaria General de la sección en nuestro país. Por su actividad revolucionaria popularmente conocida, fue detenida en 1934 por la Sección Especial de la Policía Federal, lo cual también afecta en sus estudios y es suspendida de la Universidad de Buenos Aires, lo que hace que años más tarde continúe su carrera en Universidad Nacional de Córdoba, recibiéndose médica especializada en cirugía.

En 1945 Alcira es elegida como miembro plena del Comité Central del Partido Comunista, y en 1946 es la única mujer que integra el Secretariado. También se le encomienda dirigir la Comisión Femenina del CC, además de estar al frente de la edición de la revista “Mujeres Comunistas”, y en 1947 participa de la fundación de la Unión de Mujeres Argentinas.

El Partido Comunista en nuestro país ha sido ejemplo y vanguardia en la lucha por la emancipación de la mujer trabajadora, y Alcira fue parte fundamental de esa lucha. En 1951 pasó a la historia como la primera candidata mujer, cuando el Partido la designó como candidata a Vicepresidenta, junto al gran camarada Rodolfo Ghioldi como candidato a Presidente. En 1958 encabezó la lista de concejales de la Capital Federal, siendo una de las dos primeras mujeres en ocupar una banca en el Concejo Deliberante porteño. Modificó y perfeccionó las leyes de maternidad e infancia, y defendió leyes de igualdad de salario por igual trabajo, de igualdad de las mujeres en todos los terrenos, y también de divorcio, así como el derecho de la mujer a integrar el gremialismo.

Durante parte de su vida también cumplió tareas internacionales, muchos años en Praga en la edición de la Revista Internacional, que era la revista del Movimiento Comunista Internacional. A su regreso, en 1982 durante la dictadura militar, fue detenida y nuevamente encerrada. Tras recuperar su libertad, participó en el XV Congreso, y fue designada con tareas de Derechos Humanos.

Alcira toda su vida la dedicó a la construcción del Partido, pero no como un fin en sí mismo, sino como la herramienta del proletariado que romperá todas las cadenas de la opresión y abrirá paso a la construcción de una sociedad sin clases. Todos los obreros y obreras, todos los dignos militantes comunistas, tenemos que luchar día a día para lograr la entrega, el compromiso, la consciencia y la convicción con la que peleó siempre Alcira, en democracia y en dictadura, en la legalidad y en la clandestinidad. Levantamos la bandera de Alcira, por la construcción de un gran Partido Comunista, por la emancipación de la mujer trabajadora, por el socialismo-comunismo.