Desde el pasado 7 de octubre el conflicto palestino-israelí vuelve a protagonizar los titulares en todo el mundo, en medio de una escalada histórica de las hostilidades a partir del ataque encabezado por Hamas y que tuvo como principal objetivo a los kibutz próximos a la Franja de Gaza, el cual fue bautizado como Operación Tormenta Al-Aqsa, en alusión a la histórica mezquita de Jerusalén que fuera objetivo de un violento desalojo en abril de 2023, con un saldo de cincuenta heridos. Por primera vez en medio siglo, a 50 años de la Guerra de Yom Kipur, el gobierno israelí declaró el estado de guerra y puso en marcha la operación Espada de Hierro, una contraofensiva sobre Gaza que ha resultado en la muerte de ya más de ocho mil palestinos, entre ellos más de tres mil niños. Durante el transcurso de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel han efectuado ataques a bloques de viviendas, centros comerciales, mezquitas y campos de refugiados, y han hecho uso de armamento prohibido por las convenciones internacionales, como el fósforo blanco. Una de las postales del operativo israelí que mejor ilustran la naturaleza de las FDI fue el bombardeo del hospital al-Ahli del 18 de octubre, que acabó con las vidas de quinientos civiles. Es latente la amenaza de una invasión y ocupación total y se teme por el involucramiento de terceros. En el marco de la guerra en Ucrania y los conflictos en África, otro episodio sacude el escenario geopolítico haciendo del presente 2023 uno de los años más convulsos y en el cual las tensiones interimperialistas han alcanzado su punto más elevado. No es coincidencia que sea este el contexto en el que uno de los principales focos históricos de los conflictos en la región experimente tal recrudecimiento y, al igual que en el caso del Sahel, la posibilidad de una guerra abierta y la intervención directa de las principales potencias imperialistas abren un nuevo frente en la disputa por la cúspide de la pirámide imperialista global. Desde Washington ya se ha ordenado el emplazamiento de dos portaaviones, aviones de vigilancia, cazas bombarderos, sistemas antiaéreos y asesores militares en la región, temiendo por un posible involucramiento de Hezbollah en apoyo a Hamas, cuyos portavoces vaticinan hace semanas, afirmando que no se verán disuadidos por las presiones internacionales.
En paralelo, el Frente Popular para la Liberación de Palestina, ala izquierda y segunda fuerza dentro de la Organización para la Liberación de Palestina, llama a agudizar el enfrentamiento al enemigo colonial. Las fuerzas nacionalistas, progresistas y de izquierda árabes convocan a los pueblos de la región y del mundo a organizar protestas frente a las embajadas de Israel y de los países participantes en la agresión y las instituciones internacionales, fenómeno que hemos podido observar en la Argentina, habiéndose producido a la fecha cuatro movilizaciones y concentraciones masivas en repudio a Israel y en solidaridad con el pueblo palestino en Buenos Aires, como así en el resto del mundo. El epicentro de las mismas ha sido, naturalmente, el mundo árabe, aconteciendo concentraciones multitudinarias en, por ejemplo, Yemen, donde sucesivas movilizaciones con cientos de miles de asistentes se desplegaron en la capital, o Egipto, donde más de veinte mil manifestantes coparon una de las plazas centrales del Cairo, con la ruptura de las relaciones diplomáticas con Israel, que en muchos de estos países se habían visto revitalizadas en los últimos años, como una de las banderas principales. Del mismo modo sucedió en el propio territorio palestino, ya sea en Cisjordania, donde hubo ataques a puestos militares israelíes y protestas en las localidades de Ramallah, Hebrón, Jenin, Tulkarem y Tubas, o en Jerusalén Este.
En Europa, la lucha por Palestina fue motivo de amplia movilización para la izquierda y la diáspora árabe, lanzándose a las calles de las principales capitales de la Unión Europea y enfrentando una respuesta represiva: mientras que en Reino Unido el primer ministro sugiere convertir en delito la exhibición de la bandera palestina, en Francia y Alemania se han prohibido tajantemente este tipo de expresiones, habiéndose detenido en este último caso a alrededor de doscientos manifestantes. Las detenciones, balas de goma y gas lacrimógeno han sido la respuesta unánime de las autoridades europeas, que buscan criminalizar la solidaridad con el pueblo palestino bajo el pretexto de combatir al terrorismo.
A 75 años de la Nakba, hito fundacional del Estado de Israel que supuso el exilio y expulsión de setecientos mil palestinos de sus tierras y la destrucción de quinientos asentamientos, tres quintas partes de los palestinos del mundo viven bajo el estatus de refugiados y el genocidio tiene mayor vigencia que nunca. A día de hoy, la limpieza étnica es la política por excelencia del Estado de Israel, que por las últimas cinco décadas ha ejercido la confiscación de tierras, asentamiento ilegal y privación de posesiones en Cisjordania y Gaza, estableciendo un régimen militar de ley marcial y segregación reminiscente al apartheid sudafricano que somete a millones de palestinos a restricciones a la circulación y acceso a la tierra y aísla entre sí a familias y comunidades enteras. De acuerdo con Amnistía Internacional, los colonos israelíes se han apropiado de cien mil hectáreas y han destruido cincuenta mil viviendas desde 1967.
De cara al próximo ballotage del 19 de noviembre en Argentina, tanto Massa como Milei se han pronunciado en apoyo al Estado de Israel. Los comunistas nos mantenemos fieles a nuestra tradición internacionalista y dejamos constancia de nuestra solidaridad para con el pueblo palestino, cuyo dolor hemos de sentir como propio y ha de movilizarnos. Recordamos la histórica visita del Che a la Franja de Gaza de 1959, que contribuyó a posicionar la causa palestina como una que ha de ser atendida por el conjunto de los revolucionarios del mundo, y sus esclarecedoras palabras, hoy más vigentes que nunca:
“Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”