La escuela que refugia a un represor

Estos son tiempos donde la derecha viene con todo, afirmarán algunos, pero es seguro que en otros tiempos la derecha más rancia ha ido por todo y sobre todo contra el pueblo trabajador que estaba cansado de tanto abuso y explotación, los gobiernos “democráticos” debieron recurrir a las fuerzas represivas para calmarlos, para disciplinarlos, y buscaron en los militares el refugio ante el despertar de las masas. Así usurparon el Estado, y secuestraron y persiguieron a trabajadores y estudiantes; desde el Estado mismo financiaron escuadrones civiles y, en tiempos de gobiernos peronistas, desarrollaron una prolífica persecución a militantes comunistas, como la Concentración Nacional Universitaria, la Juventud Sindical Peronista, la Alianza Libertadora Nacionalista y la Triple A. Todas estas organizaciones fraguadas al calor del gobierno peronista para aplacar todo atisbo de resistencia por parte de los trabajadores y estudiantes identificados con el comunismo.
Seguramente hoy oímos y vemos discursos cargados de una falta de conciencia por parte de los propios trabajadores y de muchos jóvenes estudiantes, que, ante el menor intento por hurgar en la historia reciente de nuestro país y nuestro pueblo, acepta lo que el opresor le ofrece como una verdad absoluta, y es entonces ahí, cuando esos discursos negacionistas cobran relevancia en una parte de la sociedad que es la que más ha sufrido grandes pérdidas en todos los aspectos: porque fueron 30.000 las víctimas del último golpe militar, y en Argentina hubo un genocidio, hubieron secuestros, desapariciones, torturas, asesinatos, violaciones, hurto de bebés, campos de concentración, entre tantas otras aberraciones sufridas por nuestro pueblo.
En 1955 los militares bombardearon y mataron a muchísimas personas en la Plaza de Mayo, realizando así un nuevo golpe de Estado; este triste y cobarde episodio no sería más que el preludio del horror que viviríamos en Argentina a partir de ese entonces, pero también pondría en escena la figura de Pedro Eugenio Aramburu.
Pedro Eugenio Aramburu fue uno de los militares que ocupó el sillón presidencial luego del golpe de Estado de 1955, responsable de la masacre de José León Suarez, responsable de la llegada del Fondo Monetario Internacional, responsable de tantas atrocidades que se cometieron y se cometerían contra trabajadores y estudiantes.
A pesar de que su nombre está asociado a uno de los tantos tristes capítulos de nuestra historia, existe una escuela en Virasoro, Corrientes que homenajea a este represor: la Escuela Nº 898 Pte. Pedro Eugenio Aramburu del paraje San Alonso.
Es paradójico y suena casi a burla que el lugar donde la educación abraza a los niños, esté velado por una historia de represión y asesinatos, donde la verdad esté cohibida y apañada por una democracia que se dice representativa. La escuela, que debe ser portadora y transmisora de identidad, hoy reprime desde sus entrañas mismas la historia de su suelo, la historia de nuestros antepasados que forjaron ese pedazo de tierra: los trabajadores de la yerba. Es inadmisible homenajear a un represor con el nombre de una escuela, cuando en Virasoro trabajadores como Neri Pérez y Marcelo Peralta fueron víctimas de la más cruel intención por parte de la dictadura: la desaparición física de los obreros.
Hoy el pueblo correntino y de toda la Argentina debe seguir levantando la bandera del Nunca Más, pero sobre todo la bandera de la lucha proletaria contra el enemigo de clase, contra el opresor que se encarga de explotarnos hasta las últimas gotas de sudor y, que cuando levantamos la cabeza para decir basta, nos mata y nos desaparece.