El tiempo de otro Cordobazo es ahora

La insurrección popular que fue el Cordobazo, a finales de la década del 60, significó un cambio de época. Fue un cambio de etapa en la lucha de clases en la Argentina, siendo el levantamiento popular obrero más importante de la mitad del Siglo XX en nuestro país; logró derrocar a la dictadura de Onganía, además de que reveló la capacidad que tiene la clase obrera al enfrentarse al poder de los monopolios; con una demostración de combate de cuadra por cuadra, donde el movimiento obrero organizado, junto al movimiento estudiantil, lograron vencer a las fuerzas represivas, a tal punto que tuvo que intervenir el propio Ejército Argentino, ya que esa decisión de combate, esa unidad entre los obreros y los estudiantes mostraba una capacidad, no sólo de vencer a las fuerzas policiales, sino de tirar un gobierno en su totalidad. Ante la posibilidad real de una insurrección generalizada que termine en la toma del poder, la represión fue cruenta contra los dirigentes sindicales y estudiantiles; al ver esa gesta como chance de ser el germen necesario para una revolución en nuestro país, una represión feroz fue la manera de detenerla.

Aquella gesta se dio en un contexto económico más positivo del que estamos viviendo en la actualidad, con salarios que, a diferencia de los de hoy en día, no eran de miseria. Sin embargo, la clase obrera se levantó contra las medidas dictatoriales y antiobreras, entendiendo que era necesario avanzar hacia otro modelo de vida. A pesar de ciertas diferencias, es importante destacar que existen también muchos paralelismos de medidas entre el plan económico de la dictadura de Onganía y el actual gobierno de Javier Milei: privatizaciones, cierre de ferrocarriles, despidos masivos en el Estado, “apertura” de la economía, etc. Por otro lado, algo que también se repite es la burocracia peronista dialoguista y entreguista, como la de Vandor en aquel momento; hoy lo mismo aparece en la complicidad de la CGT de Daer y Moyano, quienes abiertamente han pactado con el gobierno la reforma laboral. A raíz de estas estas situaciones que se vivían a finales de la década del 60 y que, hoy, también siguen apareciendo, nos toca reflexionar acerca de cuál es el legado del Cordobazo, así como también de los levantamientos como el Viborazo, el Rosariazo, el Choconazo, el Villazo, entre otros. 

Los comunistas no creemos en la exportación de las experiencias, o en el calco exacto de antaño, trasladado al hoy, pero sí creemos en los legados históricos de nuestra clase, y el Cordobazo nos deja un enorme legado, nos marca un camino y demuestra la invencibilidad de la clase obrera argentina. Tampoco somos partidarios de una aceleración desmedida sin las condiciones adecuadas, pero creemos que debemos poner en discusión la necesidad de derrocar el plan de Javier Milei y los monopolios; y, en ese sentido, el Cordobazo nos ha dejado una herencia histórica sobre los métodos a emplear, el camino a recorrer y, sobre todo, la capacidad de nuestra clase social, que es capaz de todo.

En primer lugar, el Cordobazo nos dejó la necesidad de una clase obrera unida y coordinada, junto al trabajo subjetivo dentro del movimiento obrero acerca de la necesidad de luchar por las reivindicaciones de nuestra clase, pero también atacando al problema central: la política capitalista del gobierno de turno, porque el Paro General se desató en Córdoba contra la privatización de la EPEC, pero fue sólo la gota que rebalsó el vaso, ya que en las jornadas se incendiaron supermercados estadounidenses que representaban la política alineada a EE.UU que llevaba adelante la dictadura de Onganía. Por eso la lucha política y la lucha reivindicativa, ambas y a la par, son parte de la gran herencia del Cordobazo, el cual hoy nos ilumina los pasos en este contexto de ofensiva patronal.

En segundo lugar, nos ha dejado una experiencia sobre los métodos de lucha legítimos que históricamente ha emprendido nuestra clase, y que hoy están descartados por el amplio espectro del movimiento popular.  Si observamos cómo se dio el levantamiento popular en Córdoba en el 69, podemos ver un combate decidido contra el poder de los monopolios y contra la dictadura, pero sin métodos “amigables” a la vista de la prensa burguesa ni la clase dominante; no eran “abrazos a edificios públicos”, ni “jornadas de pintadas de carteles”, ni tampoco “expresiones artísticas”; era un combate decidido contra el enemigo de clase, el cual iba desde la barricada, las bomba molotov, las piedras, la resistencia de distintas maneras, el incendio de instituciones públicas, hasta el enfrentamiento contra la policía, etc. Hoy esos métodos en el movimiento popular no están validados, algo que debe en gran medida a la hegemonía democratizante del trotskismo y otros sectores, quienes eligen concentrarse en el parlamentarismo, y no en el combate callejero, ni en la organización popular, ni en las acciones de masas. Aunque el Parlamento es un elemento a utilizar con el fin de llevar nuestra ideología a cada ámbito, además de aprovecharlo como una manera de denunciar sus propias contradicciones; hoy, frente al inmenso ajuste que está llevando adelante contra la clase obrera y el pueblo argentino, además de los grandes operativos de seguridad para impedir los cortes de calle y protestas, la represión a través de la que pretenden que las luchas se realicen sin éxito, sumado a que los jubilados que no llegan ni a comprar sus propios remedios, y la entrega de soberanía al eje imperialista OTAN-EE.UU-Israel. Frente a todos estos escenarios, hoy parte de la cotidianeidad, ¿no es momento de poner en debate el tipo de acciones que necesita emprender la clase obrera para derrocar el plan de los monopolios?

Sin duda, para llegar a ese punto, debemos romper rápidamente el quietismo de algunos sectores y la dispersión del movimiento popular, a través de la coordinación de todas las luchas que se están desatando. Por eso la tarea urgente es lograr la unidad obrero-estudiantil, y una próxima Marcha Federal Universitaria puede ser un gran primer paso, para, precisamente, marchar hacia un camino de confrontación real con el poder, porque es evidente que las acciones llevadas a cabo durante los últimos meses no han tenido ningún tipo de efectividad. La dialéctica nos enseña que los procesos no son estáticos, no siempre los mismos métodos, consignas o acciones sirven para todas las épocas, y es por eso que hoy, después de tantos años de venir utilizando ciertos métodos de lucha, al movimiento popular y a la clase obrera nos toca volver a poner en debate cuáles son los métodos adecuados, sin obviar que se nos presenta la urgente tarea subjetiva de romper con ciertos lastres que impiden avanzar y derrotar el Plan Motosierra de Javier Milei.

Para lograr un nuevo levantamiento popular, una gran acción de masas que permita derrocar este plan de ajuste, entrega y represión, necesitamos una clase obrera unida, que coordine a los distintos sectores en lucha; se necesita un movimiento estudiantil con decisión de combate; para llegar a este punto, el trabajo subjetivo entre las masas es la tarea principal; y, para que la subjetividad revolucionaria en la clase obrera y en el estudiantado sea una realidad, debemos fortalecer al partido de vanguardia del proletariado argentino, a su Estado Mayor, que, sin soberbia, decimos: es el Partido Comunista Argentino.

Por eso debemos redoblar los esfuerzos. Es hora de otro Cordobazo. Debemos prender la chispa que incendiará la pradera, que iluminará un rojo amanecer.