Hoy la situación en la Argentina ha llegado a un punto crítico. Con el fracaso del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, las condiciones para los trabajadores y el pueblo se ven cada día más agravadas: la inflación, el aumento desmedido en los alimentos, la imposibilidad de sostener o acceder al alquiler de una vivienda, sumado a que para la mayoría de la juventud no hay ningún tipo de perspectiva de futuro digno. Los mismos números otorgados por el gobierno anuncian que en nuestro país 19 millones de argentinos son pobres, 4.500.000 son indigentes y el 56,4% de los niños vive en la pobreza. Mientras el número de pobres e indigentes continúa en crecimiento, ninguno de los posibles nuevos gobiernos plantea una salida real a lo que sólo puede ser calificado como un cuadro catastrófico para la clase trabajadora. Lejos de ofrecer una solución, todos plantean una profundización del ajuste, aún más sometimiento al Fondo Monetario internacional y demás organismos financieros, además de una política represiva contra los trabajadores y el pueblo como forma de sostener el modelo que proponen. Patricia Bullrich, Sergio Massa y Javier Milei sólo pueden ofrecer una única fórmula para la Argentina: ajusta, entrega y represión.
Lo que han demostrado los gobiernos anteriores y el que vendrá es que ninguno está al servicio de la clase obrera, por el contrario, lo único que le interesa a cada gobierno de turno es el enriquecimiento personal y el de sus amigos, incrementar las ganancias de los grandes monopolios, además de entregar los recursos naturales de nuestra patria a empresas extranjeras y nacionales, en vez de poner esos recursos a disposición del pueblo como forma de resolver los problemas que afectan a las grandes mayorías populares, porque ésa es la esencia del capitalismo: la desigualdad, la explotación, la miseria.
Por su parte, los monopolios aún debaten cuál es el candidato que podría darles una mejor estabilidad para aumentar sus ganancias y lograr explotar a la clase obrera en condiciones más beneficiosas para la burguesía. Históricamente el peronismo le ha dado la gobernabilidad y la “paz social” a dichos monopolios para intensificar la explotación, y hoy su candidato, Sergio Massa, aliado a los monopolios del litio y los alimenticios, y amigo carnal de la Embajada de EE. UU, le ha prometido a la burguesía nacional la tranquilidad de aumentar sus ganancias sin que eso desemboque en un estallido social, ya que les propone un gobierno de “unidad nacional” donde comulguen la mayor cantidad de facciones de la burguesía de nuestro país. Por otro lado, Javier Milei y Patricia Bullrich aseguran el desarme total de lo que queda del movimiento obrero organizado, una reforma laboral que barra con todos los derechos de la clase obrera y le permita a la patronal despedir trabajadores sin ningún tipo de consecuencia, y también ofrecen el brazo armado del Estado burgués como “ordenador” del conflicto social inminente.
Estamos ante un panorama en el que cada uno de los proyectos políticos atentan contra los intereses de los trabajadores. Sin embargo, es necesario no dejarse engañar ante el discurso del “mal menor”, porque gobierne quien gobierne, después del 10 de diciembre, la crisis la volverá a pagar la clase obrera y el pueblo argentino; gane quien gane, el desempleo y los sueldos miserables seguirán siendo parte de la realidad de muchos, la precarización y las jornadas laborales de once-doce-trece horas se mantendrán en el mismo lugar, la imposibilidad de acceder o sostener un alquiler seguirá formando parte de la vida cotidiana. Después del 10 de diciembre, gobierne quien gobierne, la crisis se profundizará en la misma medida que las ganancias de los capitalistas de nuestro país crezcan, porque dentro del capitalismo para que unos pocos tengan tanto, las mayorías no debemos tener nada.
Lejos de las propuestas que existen dentro de la política burguesa, sí hay una solución al panorama de incertidumbre y de avance contra la clase obrera, y es la organización y la acción contra todas y cada una de las facciones de la burguesía que hoy se proponen quitarnos derechos conquistados e ir por más. La organización y la acción de la clase obrera en defensa de sus propios intereses, hoy en día no puede darse a través de las urnas, ya que ningún candidato se propone velar por esos intereses; estas tareas por delante deben darse esencialmente en las calles, en los centros de trabajo o de estudio, en los barrios y espacios de que nuclean a los trabajadores, a través de acciones de masas que permitan, no sólo defender nuestros derechos, sino marquen el camino a seguir para avanzar hacia la tarea inmediata que tiene la clase obrera: la toma del poder por parte de la misma, la socialización de los medios de producción y la planificación de la economía según las necesidades del pueblo argentino.
Ha quedado demostrado el fracaso del sistema capitalista en todo el mundo, con índices de desigualdad nunca antes vistos, donde el 1% concentra la riqueza del 99% de la población mundial, donde millones de personas se mueren de hambre y el 30% de la comida producida termina en la basura. Éste es un sistema tan perverso y tan desigual para las grandes mayorías, que tenemos la urgencia de derribarlo para obtener los cambios de fondo que necesita la clase obrera.
Todos los gobiernos han abogado por mantener en pie este sistema junto a su modo de producción a costa de la apropiación de la riqueza socialmente producida, tanto peronistas, liberales, radicales y macristas coinciden en mantener el capitalismo y disienten en cómo administrarlo. Es por eso que, para cambiar el rumbo de la Argentina, es necesario organizarnos y pasar a la acción, pero el objetivo debe estar puesto en cambiar la situación por completo, porque ya es hora que, ante el fracaso del capitalismo, de una vez y para siempre, gobernemos los trabajadores, con una economía planificada en pos de las necesidades sociales y no en pos de los intereses de los monopolios que, una vez tomado el poder, desaparecerán cuando pasen a control obrero. Necesitamos un nuevo gobierno, no como lo conocemos actualmente, uno en que los trabajadores sean parte de las decisiones tanto de la producción como de la vida política del país. El modelo que proponemos es el socialismo, donde la riqueza que produzcamos no vaya a puñado de ricos ni que la riqueza de nuestro suelo patrio vaya a manos de empresas extranjeras, sino que esa misma riqueza sea para resolver los problemas esenciales de nuestra clase: salud, educación, vivienda, comida, etc.
Como clase necesitamos fortalecer a nuestro partido, el Partido Comunista, partido de la clase obrera, para llevar adelante los cambios radicales que nuestro país necesita, los cuales dependerán de la organización y la acción que abran camino a un proceso de transformación profunda en la Argentina. Esa organización y esa acción debe tener como protagonista a cada trabajador y a cada estudiante que se organice por un nuevo mundo, un mundo sin explotados ni explotadores: el socialismo-comunismo, que es el único sistema verdaderamente justo y digno que ha visto la historia de la humanidad.
Organización y acción contra todas las facciones de la burguesía, contra el capitalismo y los monopolios, por un mundo de igualdad, hermandad y felicidad.