La consigna del Partido Comunista en el año 1969 era: “Con la acción de las masas derrotar la dictadura fascista de Onganía”.
En junio de 1966 Onganía llevó adelante el golpe de Estado que acabaría con el gobierno de Arturo Illia. Con su plan corporativista de 20 años, se había propuesto suspender la actividad de los partidos políticos de la burguesía; además de aplicar un plan de extinción contra el Partido Comunista, a través de la ley 17401. Represión, despidos y torturas fueron sólo algunas de las consecuencias que debieron sufrir los militantes del Partido. Por aquellos años, las cárceles del país se poblaron de militantes comunistas.
Por su parte, el Comité Provincial del Partido Comunista de Córdoba analizaba la composición de la CGT y observaba algo particular, distinto a otras regiones del país: los gremios legalistas, con influencia de la CGT de los Argentinos, liderada por Atilio López; los gremios independientes, liderados por Agustín Tosco y el camarada Jorge Canelles; y muchos gremios con direcciones compartidas, donde también participaba el Partido, eran más numerosos que los ortodoxos, encabezados por Alejo Simó de la Unión Obrera Metalúrgica.
Tras este análisis, el Comité Provincial del Partido Comunista de Córdoba, a través de su frente sindical, le propuso a Agustín Tosco organizar un paro activo. Aceptado inmediatamente, junto a Atilio López llevaron esta idea durante un plenario de la CGT, donde es aprobado por una amplia mayoría. La fecha elegida es la del 29 de mayo de 1969.
Para entender el Cordobazo, es necesario destacar el rol de camaradas como Alberto Caffaratti, quien era parte de la comisión directiva de Luz y Fuerza, y fue quien acompañó a Agustín Tosco hasta el día de su muerte, incluso, cuando eso significaba poner su propia vida en riesgo. Alberto fue secuestrado por la Triple A en enero de 1976, meses antes del golpe de Estado del 24 de marzo que marcaría el inicio de la última dictadura en nuestro país. También el rol de Dios, Secretario General ferroviario de Belgrano; de Jorge Canelles, Secretario General de la UOCRA de la provincia de Córdoba; de Luis Reinaudi, parte de la comisión directiva de Cipren; de Reyes Martínez, quien estaba en la comisión directiva Correo; entre tantos otros camaradas que tenían una participación activa dentro del movimiento obrero.
Preparados para aquella jornada de lucha, el Partido Comunista de Córdoba organizó a sus militantes en un plan de concentración y enlace (zona Centro, Sta Isabel, polo industrial Ferreyra, etc). Desde la zona Centro se armaron los primeros piquetes, que salían a garantizar el paro y sumar a la gente a la concentración desde los sectores de comercio, los bancarios, los empleados públicos, entre otros.
Es allí, en la zona Centro, donde se producen los primeros enfrentamientos con la policía cuerpo a cuerpo.
Mientras tanto en Zona Sur, el Partido concentraba parte de su sector universitario (el camarada Scrimini era secretario de la FUC y miembro de la Federación Juvenil Comunista), y comités zonales. Es ahí donde se formaría una de las columnas más grandes del Cordobazo. Solamente el Smata, según La Voz del Interior, movilizó 7.000 obreros.
Desde el polo industrial Ferreyra avanzaba una columna sumando organismos zonales, y desde Villa Revol otra con los gremios Smata y Luz y Fuerza, entre otros.
El Cordobazo empezó a las 11 de la mañana, ante una policía que no podía detener el avance del pueblo organizado.
La columna Centro estaba encabezada, entre otros, por el perro Correa, Secretario General de la Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones, hoy desaparecido.
El plan partidario del Partido Comunista de piquetes y enlaces comenzó a funcionar cuando corrió la noticia del asesinato de Máximo Mena, obrero de la Renault y estudiante, en uno de los enfrentamientos que se habían comenzado a desatar.
Allí se pudo ver el poder de la unidad en acción. Fue un avance imparable de la clase obrera y el pueblo que desbordó totalmente a las fuerzas de represión.
Nuestros camaradas se concentraron en Barrio Alberdi, Barrio Clínicas, Barrio Güemes, Alta Córdoba y distintos lugares estratégicos de la ciudad.
Onganía ya había pedido la intervención militar, y ésta se puso en marcha. Sin embargo, podemos decir que en la provincia de Córdoba se respiraba un aire de libertad que contagiaba y sumaba a la participación y solidaridad de un pueblo.
Hay que destacar que esta movilización la encabezó un proletariado con uno de los ingresos más altos de Latinoamérica.
La resistencia duró toda la noche en algunos barrios. Nunca se conoció exactamente la cantidad de muertos.
Luego se supo que reemplazaban los cuerpos congelados de desconocidos de la morgue por los de caídos en la lucha.
Los detenidos fueron juzgados y condenados inmediatamente por los tribunales militares: el dirigente sindical de Luz y Fuerza, Agustín Tosco, recibió la pena de 10 años; el camarada Jorge Canelles, Secretario General de la UOCRA de Córdoba, también recibió 10 años; el camarada Coco Miró, dirigente estudiantil y militante de la Federación Juvenil Comunista, fue condenado a 8 años. Y estos nombres son sólo algunos de una larga lista.
El Cordobazo fue el fin de Onganía. Mientras que el Viborazo fue el fin de Levinston. Estallidos gestados durante crueles dictaduras que no pudieron contener a un pueblo organizado con una conciencia de clase que lo hizo y lo hace invencible.