El domingo 19 de noviembre a hora temprana Sergio Massa reconoció la derrota y se impuso por casi 12 puntos el ultraderechista Javier Milei y el Partido Militar con una alianza clara con Mauricio Macri, quien le aseguró los votos y la estructura de fiscalización a cambio de varios puestos claves en el gobierno.
La victoria de Javier Milei abre una etapa más oscura de la que veníamos viviendo, en términos represivos, económicos, sociales, ideológicos, etc, que llevará en el corto plazo a una agudización de la lucha de clases, como lo veníamos advirtiendo en documentos anteriores, donde habrán saltos y explosiones, dónde se abrirá una gran crisis, y donde desde los diferentes sectores de la clase obrera deberemos estar preparados para esas confrontaciones y, no sólo afrontarlas, sino también dirigirlas en sentido de la lucha por el poder.
Por otro lado, la victoria de la ultraderecha no se dio por las posiciones de las organizaciones de izquierda que mantenemos una línea de independencia de clase, se ha dado por el fracaso de la administración “progresista” de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, quienes han profundizado el programa de ajuste, entrega y represión de Mauricio Macri, y no han cumplido con ninguna promesa de campaña, por el contrario, han logrado afectar el bolsillo de la clase obrera a niveles extremos, y cierran su gestión con 150% de inflación, con 60% de los niños argentinos viviendo en la pobreza y una gran tasa de informalidad, precarización y explotación a los trabajadores. La bronca contra la clase política y el hartazgo de promesas sin cumplir, se pudo ver en esta elección con más de 8 millones de personas absteniéndose. Para los que nunca le dimos apoyo político a este gobierno ni lo votamos, no nos sorprende, tuvimos claro desde un primer momento que iba a ser un gobierno arrodillado ante el FMI, pero la gran masa que confió en ellos en el 2019 se ha ido decepcionada buscando “algo nuevo” en la política, y ese lugar lo ocupó la ultraderecha. El peronismo es el único culpable de que hoy el Partido Militar y Milei vayan a gobernar 4 años nuestra gloriosa patria.
La más elemental honestidad intelectual lleva a destacar que el elemento fundamental de definición de esta elección es la divergencia abismal entre el discurso de una fuerza política gobernante, supuestamente “patriótica y popular”, y las políticas de ajuste y empobrecimiento de los trabajadores que signaron los últimos cuatro años. Cuatro años que se suman a los cuatro anteriores del macrismo, por lo cual, una cantidad de laburantes buscaron en la última novedad una esperanza de cambiar la trayectoria de la economía (la nacional y, por extensión, de la propia). Eso por sí solo es el mayor factor a analizar en esta elección, que contó con un voto en blanco de 1,5% y una diferencia entre los candidatos de 11.51%. En segundo lugar, es de destacar los ayudines del propio Massa y la estructura del Partido Justicialista a Milei, en especial prestando su estructura nacional para cuidarle los votos en las PASO. En tercero, el desplome de Juntos por el Cambio en medio de luchas intestinas y unas ganas poco disimuladas de abandonar el barco -dejando atrás el lastre de la mala reputación por la gestión 2015-2019- de figuras como Macri.
En otro orden de cosas, toda elección se produce en un contexto general que sienta los límites de lo posible. Como elemento saliente de este contexto, encontramos que el campo popular viene abandonando progresivamente toda iniciativa política y toda capacidad de movilización. Las iniciativas independientes y osadas de parte de organizaciones populares o revolucionarias han brillado cada vez más por su ausencia desde la lucha por la reforma previsional o el intento de otorgamiento del 2×1 a genocidas, ambos en 2017. Carecer de un patrocinio del poder ejecutivo nacional para la movilización demostró ser una limitación cada vez mayor para la mayor parte de la militancia en Argentina.
Y en el orden de cosas que más importa al campo revolucionario, el fracaso de los partidos de izquierda tiene que ver, no ya con un desempeño electoral pobre en las elecciones generales ni con una definición frente al balotaje con su modesta capacidad de influencia, sino con el retroceso de las acciones de masas y las iniciativas independientes, con el haber llegado a esta elección sin la capacidad de movilizar a un sector significativo de la clase obrera para generar hechos políticos. El trotskismo, por su parte, no logra construir hegemonía entre su propio electorado, por su política socialdemócrata no ha logrado capitalizar la bronca, parte del electorado que votaba al FIT-U terminó votando a Milei por ser el candidato más disruptivo, a la vez que también Massa pudo convencer a una parte del electorado del FIT-U con el famoso “voto útil”. Lo mismo pasa con algunos movimientos sociales de sus propias organizaciones, que no pudieron generar un gran caudal de votos equiparado a la cantidad de militantes que contienen estos movimientos sociales, ya que priorizan el clientelismo ante la elevación de la conciencia. Si los debates y el trámite político enfrentan a distintos representantes del mismo empresariado extranjero, local y transnacionalizado, sin ninguna participación significativa de las fuerzas revolucionarias, el deterioro, no sólo de las condiciones de vida, sino también de la conciencia de nuestro pueblo, son los resultados más probables.
El Partido Comunista Argentino se mantuvo coherente a la científica doctrina del marxismo-leninismo, coherente a la roja conducta de no ponerse bajo bandera ajena, de no llevarle a la clase obrera confusión sobre los enemigos de la clase, de no elegir una fracción u otra, eso demuestra la fortaleza ideológica y el entendimiento de nuestra doctrina como guía para la acción.
De ahora en más las distintas facciones de la burguesía se reacomodarán, algunas cogobernando con Milei y el PRO, otros queriendo ser “oposición” pero asegurándole la gobernabilidad, porque, como venimos sosteniendo, no hay diferencias estratégicas entre ambos bloques monopolistas, se disputaban modelos distintos de gestión del capitalismo, uno más reaccionario que otro, el gradualismo de la ejecución del plan de ajuste, entrega y represión que promocionan los dos bloques con Sergio Massa podría llegar haber sido más gradual, pero los mismos intereses de ambos bloques son los de las clases dominantes.
Como acertadamente hicimos, llamamos a no votar o votar nulo, hoy decimos que tenemos que doblar los esfuerzos ante el enemigo que va a gobernar nuestro país durante los próximos 4 años junto a las otras facciones de la burguesía, que contará con la gobernabilidad que le darán el peronismo y el radicalismo. Debemos llamar a todas las fuerzas que pretendan enfrentar a este gobierno a la unidad para dar las peleas venideras, en todos lados: en los centros de trabajo, las universidades, terciarios, secundarios, en los barrios, etc. Por otro lado, llamamos a fortalecer al destacamento de vanguardia de la clase obrera: el Partido Comunista Argentino. Hoy es necesario fortalecer al Partido para que pueda jugar su rol histórico en la lucha de clases.
El Partido Comunista Argentino deberá jugar un papel protagónico, como organizador de la clase en todos los movimientos de masas que nos encontremos, llevando una línea de confrontación abierta contra el gobierno, legitimando los métodos de lucha históricos de la clase obrera, combatiendo el pacifismo burgués de los oportunistas, y radicalizando todas las peleas. Como decía nuestro camarada Victorio Codovilla: “Nuestro Partido tiene la misión de dar contenido revolucionario a todas las luchas, grandes y pequeñas de carácter obrero y popular, planteando los objetivos a obtenerse en las diversas etapas del desarrollo de la situación, creando la organización adecuada, dando dirección firme y segura al movimiento, en función de la lucha por la realización de la revolución.” En estas enseñanzas debemos guiar el accionar combatiente de nuestro Partido para guiar a la clase obrera a los triunfos sobre las próximas luchas.
Seremos los comunistas portadores del mensaje de que la salida es la conquista del poder, es desde abajo y con la clase obrera resistiendo y haciendo los esfuerzos por pasar a la ofensiva, y que esas gestas nacerán nuevos escenarios históricos, y es hoy más que nunca donde cuaja el mensaje de los comunistas, el método marxista leninista de análisis de la realidad que pone a la clase y la lucha anticapitalista como norte de nuestra acción cotidiana. Claramente el gobierno es nuestro enemigo declarado y las contiendas nos encontrarán en primera línea.
Los perros de caza del poder, las fuerzas de la muerte, le soltarán la correa y estarán sedientas de sangre obrera y combativa, por eso las batallas venideras que libremos serán forjadoras de nuestro futuro. Los comunistas hemos peleado en las circunstancias más adversas, la represión ha sido constante contra nuestro Partido, y jamás nos hemos escondido, por el contrario, coherente a nuestro coraje revolucionario, hemos estado en primera línea en todos los combates que se han dado contra la burguesía a lo largo de la historia, y esta etapa no será la excepción, nos encontrarán peleando hasta las últimas consecuencias.
El oportunismo de “izquierda” y progresista, mientras estos 4 años estuvo llamando a desmovilizar para no “hacerle el juego a la derecha” y posteriormente militó un candidato de la Embajada de EE.UU, ahora se encarga de enunciar que ante gobiernos ultraderechista debemos bogar por la resistencia de las masas, ocultando su intención detrás de esa frase, que es no tener ningún interés en que la clase obrera pase a la ofensiva; es parte de su discurso posibilista y pacifista, no creen que la acción de masas sea un camino, sino el resistir los golpes, pero no darlos ni responderlos. Debemos romper con esa idea que ha plantado el oportunismo durante los últimos años. Los comunistas haremos todos los esfuerzos para lograr que la clase obrera pase a la ofensiva.
Nos negamos a la idea de que sólo hay que combatir a la ultraderecha para que vuelva un gobierno “nacional y popular” de administración progresista, porque, como comunistas, no queremos alternancia entre dos facciones de la burguesía, queremos combatir y destruir a la ultraderecha al mismo tiempo que terminar con este sistema de explotación para construir una sociedad sin clases, por eso decimos: ¡Combatir a la ultraderecha para derrocar este sistema!