Por la reconstrucción del movimiento estudiantil revolucionario

Por la Federación Juvenil Comunista de Entre Ríos

La aprobación de la Ley Bases expuso las evidentes negociaciones y el apoyo de los distintos partidos políticos al oficialismo. Todos han sido significativos siervos y cómplices del ajuste y la entrega ininterrumpidos, aceptando la represión antidemocrática que vela por el interés del capital, con presos políticos que hoy continúan privados de su libertad luego de la resistencia frente a esta avanzada antiobrera.

Persiste la necesidad de cambiar este presente hostil, ya que los senadores y diputados que contribuyeron a esta ley —peronistas, radicales y partidos menores— no representan los intereses de la clase obrera, algo notorio en personajes como Guillermo Moreno, que ve en este escenario una oportunidad de posicionarse como alternativa al gobierno ultraliberal de Milei y Bullrich, reuniendo a referentes del socialliberalismo como Juan Grabois, Máximo Kirchner y Sergio Massa, mientras la estridencia opositora posa con Sergio Berni, quien en 2020 llevó adelante uno de los desalojos más feroces de los últimos tiempos en nuestro país.  También en las actuaciones de Frigerio, Pullaro y el peronista Llaryora, los cuales se reúnen y rechazan públicamente la quita de fondos, pero sus partidos votan en bloque a favor de esta ley. Hoy la demagogia de la política burguesa es más que evidente.

En el ámbito universitario entrerriano se perfila la misma línea. Luego de la gran Marcha Federal, que movilizó aproximadamente un millón de personas, las asambleas y espacios de organización y debate se fueron debilitando.

En la UNER, más específicamente en la Facultad de Trabajo Social, se evidencia esta crisis de representatividad y liderazgo divisada, no sólo en la reticencia del frente sindical universitario a convocar y poner en marcha un plan de lucha unificado que no se resigne a la pasividad intimidada de reuniones y asambleas redundantes, sino que discuta y resuelva medidas de fuerza activas para hacer oír sus reclamos y derechos; sino también sobre la conducción y representación en el movimiento estudiantil, donde el estudiantado se encuentra desorganizado, desmovilizado y tampoco se siente representado por las distintas organizaciones y agrupaciones que se lanzan como “alternativa”, debido a que las mayores fuerzas responden a la línea de los partidos políticos del sistema.

El pasado 2 de julio se llevaron a cabo las elecciones del Centro de estudiantes, donde el FUP (Cámpora – PCdeA, frente de Patria Grande) volvió a demostrar su hegemonía, no sin la aparición de una nueva alternativa peronista mas “independientes” (IDEALES + FOE), y la flaqueza de Indignadxs (MST) y la Franja Morada, pero que al fin y al cabo denosta desgaste y desinterés ante la baja de votantes. Estas elecciones ponen blanco sobre negro respecto de la situación del claustro estudiantil, uno de los sectores más golpeados durante todos los gobiernos, ya que todos consecutivamente han destinado muy bajos presupuestos para la educación. Factor que se retoca de manera exorbitante en el gobierno actual, con una reducción que llevará al cierre de carreras, peores condiciones de cursada, paritarias docentes a la baja de la inflación y un clima de tensión alarmante ante la incertidumbre de continuar con la formación.

Todo esto condujo, a principio de año, a la Marcha Federal, de la cual hoy poco se ha podido balancear en pos de una salida en favor de los más golpeados. Sectores del peronismo o de la izquierda llamaban a engrosar las filas contra Milei, sin importar la unidad que eso requiriera, como, por ejemplo, con la UCR. Pero en definitiva todos buscaban un lugar para renovar esperanzas entre los más jóvenes, con discursos rimbombantes pero que en la cotidianeidad universitaria y en la realidad concreta, están ausentes.  

Mientras tambaleaba la cursada en Gualeguaychú, Concordia e, incluso, Paraná, las discusiones giraban en torno al color a usar en las imágenes de la convocatoria, y es por esto que muchos jóvenes han perdido el interés en la participación de la vida política universitaria, o, en otros casos, han formado pequeños espacios de características independientes, que terminan siendo un menjunje que, al esclarecer sus colores, resultan no más que oportunismos inconducentes.

Por esto los comunistas argentinos, nucleados en el Partido Comunista Argentino y la Federación Juvenil Comunista, reafirmamos la necesidad de un gran plan de lucha integrado por un movimiento obrero-estudiantil dispuesto a desafiar el orden establecido, que no se acomode a la institucionalidad burguesa, con un pie en la defensa de la educación pública y otro en la pelea general para que caiga el gobierno antiobrero, antipopular, represivo y criminal de Javier Milei y Victoria Villarruel.