La crisis, profundizada por el Plan Motosierra, se expande de punta a punta en el país. El modelo que llevan adelante Javier Milei y Victoria Villarruel lo único que está generando es hambre y miseria, pero también viene acompañado de la creación de las condiciones para saltos y explosiones en los distintos movimientos de masas, hoy golpeados por las políticas de ajuste. Uno de los casos más notables de este último tiempo fueron las jornadas de lucha en la provincia de Misiones, donde el conflicto estalló por un sector poco esperado: el brazo armado del Estado (la policía, infantería y sus derivados). A éstos, se fueron sumando distintos sectores explotados, con salarios paupérrimos, como docentes, trabajadores de la salud, del sindicato Luz y Fuerza, entre otros también afectados por el Plan Motosierra.
La clase obrera misionera fue sumándose, engrosando los focos de conflicto y radicalizando de a poco los métodos de lucha; en principio hubo movilizaciones por reclamos salariales, después se avanzó hacia la huelga, para desembocar en los cortes de acceso a Misiones, además de movilizaciones a la casa del ex gobernador Carlos Rovira, identificando a los políticos burgueses como los enemigos de la clase. Algo similar fue lo que inició el Santiagueñazo en la década de los 90.
Una docente describía lo sucedido de la siguiente manera: “Ya golpeamos todas las puertas. Fuimos al Consejo (de Educación), a la casa de Gobierno, a la Cámara y no hay respuestas. Hoy fuimos a la casa de Rovira que es el conduce el Frente de Renovación de la Concordia hace más de 20 años. Las maestras quedaron absolutamente sorprendidas con lo que vieron, una opulencia con muros de 4 metros enrejados. Un lujo, donde la costa del río llega al borde de su patio”.
El conflicto siguió radicalizándose con el intento de toma de la Legislatura, que fue duramente reprimido, y también con la toma por parte de los trabajadores de la salud del Ministerio de Salud, tras la promesa por parte del Ministro provincial de recibirlos y su posterior huida por una ventana. Por otro lado, los trabajadores en asamblea votaron desconcentrarse y marchar a la casa del gobernador Hugo Passalacqua; recorrieron las casi 20 cuadras a pie, con una camioneta al frente desde donde sonaba una y otra vez la Marcha de San Lorenzo.
La clase obrera misionera está identificando a sus enemigos: la patronal, el Estado burgués y los parásitos de los políticos patronales que garantizan las ganancias capitalistas a costa de que el pueblo misionero cargue sobre sus hombros la explotación y la miseria.
Más allá de la chispa que hizo estallar el conflicto, que en este caso fue la policía con la toma del Comando Radioeléctrico de la Unidad Regional 1, y el debate desatado sobre si las fuerzas represivas son o no parte de la clase obrera –debate para otro artículo–, lo que debemos analizar como clase social son las enseñanzas y el camino que nos marca la lucha de la clase obrera misionera, que sigue en pie con la docencia combativa, con los judiciales, con los trabajadores de salud, etc.
En primer lugar, debemos destacar la importancia de una lucha coordinada entre los diferentes sectores de la clase obrera. Algo con lo que el Partido Comunista Argentino viene históricamente insistiendo, especialmente en este periodo de la lucha de clases en nuestro país, es la necesidad de una coordinadora de las luchas que pueda lograr la unidad de la clase obrera y el pueblo para derrotar el Plan Motosierra, pero que no sólo quede en lo coyuntural y en lo reivindicativo, sino que avance en un sentido estratégico revolucionario, porque la raíz del problema de la clase obrera de Misiones y de Argentina en general no es sólo este gobierno de ultraderecha y su Plan Motosierra, es el modo de producción actual, es decir, el sistema de explotación en el que vivimos y de la manera en que se distribuye la riqueza socialmente producida; esto debería ser el debate principal en todas las luchas.
Creemos que, por un lado, es de vital importancia tener victorias inmediatas en la lucha por las reivindicaciones de nuestra clase, pero también entendemos que no es suficiente con un aumento de sueldo o de mejores condiciones; lo central es cuál es la clase social que debería gobernar: ¿Las patronales, o los trabajadores? ¿Lo producido tiene que ir a los bolsillos de los parásitos capitalistas, o debe ir en beneficio de las amplias mayorías? El debate central nunca debe dejar de ser la cuestión del poder. Los trabajadores argentinos debemos hacernos con el poder, debemos organizarnos para conquistarlo y, así, socializar los medios de producción y avanzar en construir una sociedad sin clases, sin explotados ni explotadores.
En segundo lugar, la lucha obrera de Misiones nos marca el camino, con una cuestión que venimos insistiendo los comunistas: los métodos de lucha. Esos métodos permitieron la victoria reivindicativa y a la vez, la clase obrera misionera nos enseña que hay que combinar distintos métodos, desde el petitorio legal y la negociación con el Estado para el aumento salarial y la mejora en las condiciones de trabajo, hasta el corte de ruta, la toma de edificios públicos y el enfrentamiento con las fuerzas represivas; eso permite que la misma clase vaya tomando una práctica mientras la lucha de clases se agudiza. Todos los métodos son legítimos, no siempre significa que sean “legales” ante la legislación de la burguesía, pero sin duda son parte de los métodos empleados históricamente por nuestra clase social. Ya hemos visto que al gobierno de Javier Milei muchas de las acciones de término pacifista no le genera inquietud alguna, como los “abrazos” a Ministerios o las intervenciones de tipo artísticas; esto se debe a que los grados de violencia que está ejerciendo el gobierno nacional a través de su plan económico tiene pocos precedentes en nuestra historia, y la respuesta pacífica por parte de nuestra clase tampoco tiene un gran precedente en nuestra historia, ya que el pueblo argentino ha sido siempre un pueblo combativo, que ha dejado hasta su sangre en el asfalto en defensa de sus propios intereses. Es por eso que la clase obrera debe volver a discutir cuáles serán los métodos de lucha que debemos emplear. Nos toca, por un lado, coordinar las luchas, y una vez coordinadas, discutir y llevar adelante los métodos de lucha necesarios para enfrentar a este gobierno de ajuste, entrega y represión.
Sin coordinación, sin unidad de la clase obrera, sin métodos de lucha adecuados a las circunstancias, no se podrá derrotar el Plan Motosierra; pero también es necesario que, en esa coordinación, en esa unidad y en ese combate, el Partido Comunista Argentino juegue un papel protagónico y de vanguardia, como guía política y organizativa, por eso cada vez es más necesario que más obreros y obreras engrosen las filas del partido de la revolución, para, de una vez por todas, enterrar al capitalismo y construir una Argentina sin clases sociales: construir el socialismo-comunismo.