En la madrugada del 12 de agosto, Luis “Huevo” García, quien pertenecía a la Compañía Comando y Servicios del Colegio Militar, fue despertado por un golpe en la puerta, del otro lado se escuchó “¿Soldado García?” Al abrir, un grupo armado con ametralladoras y fusiles ingresó a su departamento, donde esposaron y le vendaron los ojos tanto a él como a Laura, su joven esposa embarazada.
Dos días antes del secuestro del Huevo García, otro conscripto había sido secuestrado en las calles de Morón. Luis Pablo Steimberg tenía 22 años y estudiaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Aquel 10 de agosto de 1976 salió de su casa en la calle Brown 262 para encontrarse con Mario Vicente Molfino, otro conscripto que meses más tarde, en febrero de 1977, también sería secuestrado. Mientras Luis se encontraba caminando, un auto se detuvo y a la fuerza se lo llevaron.
El Huevo y Luis no fueron los únicos soldados secuestrados durante la última dictadura, varios otros también corrieron la misma suerte y debieron enfrentarse a las más dolorosas torturas y vejaciones. Algunos de ellos, “erróneamente” secuestrados, serían liberados y personalmente recibidos por Reynaldo Bignone, director del Colegio Militar de la Nación y posteriormente el último presidente de facto de nuestro país. “En esta lucha sucia y apátrida usted ha pagado las consecuencias de los culpables”, se le escuchó decir, responsabilizando a “los subversivos”.
Las familias de ambos, junto a la Liga de los Derechos del Hombre y el Partido Comunista, actuaron inmediatamente, logrando que en 1984 Bignone fuese citado a declarar y detenido por la desaparición de Steimberg y García. El enorme trabajo de la Liga, el Partido y las familias fue crucial en la búsqueda de memoria, verdad y justicia, no sólo en este caso, sino en otros tantos, como, por ejemplo, el de Inés Ollero, también militante de la Federación Juvenil Comunista desaparecida en julio de 1977. Los padres de Luis participaban activamente de reuniones con otros familiares de detenidos en la iglesia de Haedo; si bien la familia era judía, se llegó a celebrar una misa por él, la cual terminó con la Fuerza Aérea rodeando la manzana, pero sin poder interrumpirla.
De la reconstrucción de lo sucedido, se sabe que Luis Steimberg estuvo en el CCD “El Campito” en Campo de Mayo. “El testigo habló de los quejidos, los gritos, los ladridos de perros y el ruido de helicópteros y aviones del cercano Batallón de Aviación de Ejército 601, y reconoció a Luis Pablo Steimberg en un muchacho de civil, muy lastimado y al que una mujer que oficiaba de enfermera le decía que no tomara agua porque lo habían picaneado”, para luego ser arrojado con vida al Río de La Plata. Sobre el Huevo García, las declaraciones de Víctor Armando Ibáñez permitieron establecer que su destino también fue sellado en uno de los tantos vuelos de la muerte.
Luis “Huevo” García tenía tan sólo 21 años y era Secretario Político de la Federación Juvenil Comunista en el Regional Oeste. Entre anécdotas, se lo recuerda como un militante risueño y alegre, se lo podía encontrar siempre leyendo. Su hija, Mariela, nació meses después de su secuestro, sin la posibilidad de conocer a su padre. Luis Pablo Steimberg también era militante de la Fede, y era estudiante de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Sus nombres y su ejemplo siguen palpitando alto en el Partido Comunista Argentino, que jura por ellos construir la Patria Socialista por la que luchaban.