Guillermo Moreno y el socialcristianismo

El Vaticano tuvo su expresión política tanto por la derecha como por la “izquierda”. Por un lado, se alineó con el nazi-fascismo en su labor anticomunista, a partir de la Rerum Novarum y otros concilios y encíclicas de corte contrarrevolucionario. Por otro, promovió el Partido Demócrata Cristiano, de renombrada labor contra el socialismo y el comunismo en el mundo. Basta recordar su rol desempeñado con Frei en oposición al gobierno de Salvador Allende. Otro ejemplo es José Napoleón Duarte, quien fue el protegido de la Embajada estadounidense en El Salvador. Además, no se puede ignorar el papel que jugó la democracia cristiana italiana para atraer al PCI hacia su “institucionalización”, absorbiéndolo en el eurocomunismo, lo que resultó en la liquidación del partido más grande de Europa, el mismo que tuvo el honor de ajusticiar a Benito Mussolini y a Claretta Petacci, hija del médico del Vaticano.

El origen ideológico de Moreno proviene de un nacionalismo que apoya su opción por la protección de la cultura nacional, dentro de una pertenencia hispánica. La Rerum Novarum de 1878, publicada en 1891, sostiene que al pretender los socialistas que los bienes de los particulares pasen a la comunidad, agravan la condición de los obreros, ya que al quitarles el derecho a disponer libremente de su salario, les arrebatan toda esperanza de mejorar su situación económica y obtener mayores beneficios.

La Rerum Novarum, de corte católico, según sus matices, propicia todo el conservadurismo bajo el lema “Dios, Patria y Familia” o “propiedad”, según la corriente que lo promueva. Este lema fue lanzado como elemento político anticomunista en los albores del fascismo en Italia en la década del 20. El nacionalismo peronista argentino fundamenta su pertenencia en Rosas y la Santa Federación, depositando en el caudillo propietario el deber de proteger las tradiciones. Parafraseando a Gallego Álvarez, líder de la Guardia de Hierro que se autopercibía como izquierda nacional: “Debemos bregar por restaurar la Patria, ése es nuestro concepto revolucionario”, decía el líder de la organización que promulgaba el amor por Perón.

Esta delgada línea nacionalista entre lo castrense y lo democrático, lleva al nacionalismo católico de Moreno o de Cúneo a afirmar que Seineldín y Rico son héroes de la Patria, lo mismo que el padre de Victoria Villarruel, quien combatió en Malvinas, aunque no se menciona que también fue protagonista del Operativo Independencia, bajo las órdenes del General peronista Acdel Vilas.

“Considérese como doctrina, hecho histórico o “acción” social, el socialismo, si sigue siendo verdadero socialismo, aun después de haber cedido a la verdad y a la justicia en los puntos indicados, es incompatible con los dogmas de la Iglesia Católica, puesto que concibe la sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana.”, Quadragesimo Anno. Pío XI, 1931.

A fin de cuentas, este nacionalismo hispánico, tan impostado como importado, es la receta que niega al internacionalismo proletario y considera foránea la ciencia del marxismo-leninismo, según Moreno, por ser hija de la socialdemocracia. Así, niega el avance de la humanidad en su conjunto y la hermandad entre las naciones a partir de la clase mayoritaria que todo lo produce: la clase obrera.

El comunismo vio la luz de la mano de un prusiano que fraguó sus ideas al calor de la Comuna Francesa y del padecimiento de los oprimidos en Inglaterra. Triunfó en Rusia y sus trece hermanas soviéticas, convirtiéndose en el faro de la liberación de Asia y América, estallando en Cuba, el ejemplo que batalló contra el colonialismo en África y por los derechos proletarios en todas las latitudes del globo. Que se entienda: el derecho de la clase obrera es gobernar, no disfrutar de las migajas resultantes de su esfuerzo, administradas por los explotadores, sean estos cristianos, musulmanes, judíos o ateos.

Para la doctrina social de la Iglesia, el techo, el alimento, el trabajo, la salud y la educación son el tope de su propósito político. En su afán de humanizar el capital, terminan en Argentina adhiriendo a la expresión política que promueve la “armonía entre el capital y el trabajo”, otorgándole al movimiento obrero el rol de columna vertebral, pero nunca el de conducción política. Ésta quedará siempre en manos de una conducción criolla y propietaria, fundamentada en los valores occidentales y cristianos de una tradición hispánica y católica, garantía de humanismo cristiano. Por ello, llama a que Trump, Bergoglio y Putin puedan gestar la paz mundial, promoviendo un nacionalismo de inclusión creado por Juan Domingo Perón, dándole alcance de doctrina mundial. Este nacionalismo no excluye a la vicepresidenta de la Nación, a la que se muestra abierto al diálogo.

De esta manera, Moreno defiende el concepto de que los alzamientos carapintadas estaban justificados porque se pretendía enjuiciar a militares genocidas que, según los golpistas, eran héroes de la Patria. Moreno saluda religiosamente a Isabelita Perón en sus cumpleaños, pues aún vive impunemente. Entonces, no debe extrañarnos que el histriónico panelista televisivo apunte sus dardos contra el comunismo, hablando del golpe del 76 desvinculado del terrorismo de Estado comenzado en el 73. Bussi, responsable del Operativo Independencia, Harguindeguy, jefe de la policía federal de Isabel, Santuccione, jefe del Comando Pío XII, y Videla, ascendido por el gobierno peronista, son la demostración de la continuidad de un perfil militar terrorista que acuñó la doctrina de la seguridad nacional y el enemigo interno.

Moreno, al hablar de las víctimas de la dictadura, suena al menos irónico, ya que el gobierno peronista que él defiende contaba entre sus filas a Licio Gelli, jefe de la P2, condecorado con la Orden del General San Martín por el propio Perón, connotado fascista, encargado comercial y cultural argentino de Perón en Italia. Mientras Massera era informante de Perón y miembro de la P2 de Licio Gelli.

Señalar a la URSS es lógico para un político que admite estar alineado con la Santa Sede. ¿Qué opinará Moreno de Pablo VI, que generó el salvoconducto para que Ante Pavelić, líder de los ustachas croatas, llegara a la Argentina? ¿O de Pío XII, que colaboró con el régimen nazi?

Moreno lanza la frase “Trump es peronista” y se declara partidario de la política “América para los americanos”, demostrando así que su proteccionismo nacional no es tal y que la ilusión del peronismo fue posible solamente en el marco de una bipolaridad mundial de disputa capitalismo vs. socialismo, que posibilitó los estados de bienestar.

El nacionalismo de los “héroes” carapintadas, como Rodolfo Barrio Saavedra, un carapintada argentino que instruyó a la infantería croata en la guerra de los Balcanes de 1991-1995, muestra que no solamente el peronismo (Menem) vendió armas de manera ilegal a pedido de los EE. UU., sino que también envió militares y 6.500 toneladas de armas. Saavedra considera al exgeneral del Ejército de Croacia, condenado por crímenes contra la humanidad, Ante Gotovina, quien fue su compañero en la guerra, como inocente y cree que juzgarlo es tratar de manipular la historia. Tras la guerra, Saavedra trabajó en Irak como consultor de seguridad bajo contrato de Estados Unidos. A partir de 2008, trabajó como asesor de Zagreb en emergencias y catástrofes.

La necesidad de Moreno de atacar al comunismo se debe a que sabe que el capitalismo enfrenta una crisis terminal y que la alternativa civilizatoria es el socialismo-comunismo.

El Plan Cóndor lo creó el Departamento de Estado de los EE. UU. bajo Kissinger. Vincular a Videla con el PCUS es propio de quienes quieren santificar el rol estadounidense en América Latina. El escudo del comunismo argentino data de la década del 30, donde el emblema nacional reposa sobre la doctrina ejemplificada en el libro como base y fondo de la unidad obrera-campesina (la hoz y el martillo). Lo que dice Moreno no sólo es falso, sino que atenta contra el rol que jugó el Partido Comunista. Quizá su simpatía con el fascismo promovido por la Iglesia Católica no le permite procesar los hechos históricos. Quien ascendió a Videla fue el gobierno de Isabel Perón, y el peronismo fue el que colocó a 169 funcionarios en la dictadura argentina. El “payaso ferretero” esgrime falsedades históricas para salvar la ropa después de haber cometido el sacrilegio de considerar parte de su nacionalismo a Victoria Villarruel, subordinada a la política de Alfredo Astiz. Quizá el veneno de Moreno radica en que la inspiración política de Perón, Benito Mussolini, terminó sus días colgado de cabeza por los tobillos a manos de partisanos comunistas en Italia. La URSS, en todo caso, aportó al gobierno de Salvador Allende y de Cuba, envió asesores militares a Nicaragua y El Salvador, además de entrenar y adiestrar política y militarmente a los cuadros latinoamericanos del comunismo internacional.

Por lo tanto, lo que enuncia Moreno no es más que una estridencia gatopardista propia de un peronista que considera válida la teoría de “América para los americanos”.

Videla no era el general bolchevique, sino el General Rosas y el General Guglialmelli, quienes no sólo no participaron en el golpe, sino que expresaban una concepción sanmartiniana y patriótica que se manifestó en la columna roja Lautaro, integrada por oficiales de distintas ramas de las FFAA. Y no era verdad que Videla fuera prosoviético, pues era profundamente católico y de raigambre aristocrática y oligárquica, proveniente de San Luis. Cuando Menéndez asumió como gobernador de Malvinas, Ubaldini asistió a la asunción.

El Partido Comunista Argentino considera que la declaración política del 25 de marzo de 1976 fue la peor de toda su historia, y su apreciación fue nefasta, siendo la madre de todas sus falencias la caracterización inapropiada del capitalismo argentino y, con ello, la táctica del frente democrático nacional, la revolución burguesa y el etapismo.