Elecciones en la UBA: la situación del movimiento estudiantil universitario y la visión de los comunistas

Federación Juvenil Comunista – Universidad de Buenos Aires

Al acercarse un nuevo ciclo electoral en la Universidad de Buenos Aires, vemos necesario desde el Partido Comunista Argentino y la Federación Juvenil Comunista – Argentina de la Universidad de Buenos Aires dejar constancia ante el conjunto de la comunidad educativa universitaria y el movimiento estudiantil organizado de la visión y postura de los comunistas de cara a los comicios que tendrán lugar durante los primeros días de septiembre en las distintas facultades y nuestra perspectiva sobre la situación actual de la lucha de los estudiantes y los debates a dar en torno a la misma.

Han pasado ya casi ocho meses desde la asunción de Javier Milei, y en este más de medio año hemos visto desde el comienzo el despliegue constante de diferentes paquetes de medidas antiobreras y antipopulares, que acompañados por un avance represivo y persecutorio contra los trabajadores, estudiantes y organizaciones que no han estado dispuestos a dejar pasar los atropellos contra la clase obrera y el pueblo argentinos sin resistencia han dejado en claro que el proyecto del gobierno encabezado por Javier Milei y Victoria Villarruel no es otro que el avance total contra nuestra clase y sus conquistas.

Hemos visto, en este sentido, como más temprano que tarde y desde los primeros meses del año los esfuerzos del gobierno nacional tomaron como objetivo a la educación pública en sus distintos niveles, continuando y profundizando un panorama crónico de ajuste y desfinanciamiento que está lejos de ser nuevo, sino que por el contrario ha sido un punto de consenso y continuidad programática entre los gobiernos que le preceden. Consideramos que nos enfrentamos a un gobierno con objetivos claros: el vaciamiento, liquidación y mercantilización de la educación y la universidad pública; y esto lo hemos podido evidenciar desde antes del inicio de la cursada con la decisión de congelar las partidas presupuestarias a instancias correspondientes a finales de 2022 en el contexto de una inflación acumulada que ya supera el 300% con una clara intención de desfinanciamiento y desarticulación. Del mismo modo se ha visto un retroceso considerable en el acompañamiento a los estudiantes y la dificultad cada vez mayor para millones de jóvenes de poder continuar con sus estudios, con el congelamiento a montos ridículos de los ya de por sí escasos recursos de alivio económico, como lo son las becas Progresar, de acceso cada vez más restringido y limitado, que ante el encarecimiento de la carestía de la vida y los aumentos desmedidos en el coste del transporte público apenas llegan a cubrir una pequeña parte de los gastos que deben afrontar los estudiantes y sus familias, excluyendo cuatrimestre tras cuatrimestre a cada vez más estudiantes y presentando severas dificultades para gran parte del estudiantado, contribuyendo a tasas de abandono cada vez más altas y una demora cada vez mayor en la finalización de las carreras que las autoridades se niegan a reconocer. En consecuencia también se ha visto una intención persecutoria y represiva, buscando construir desde el oficialismo un discurso que niega estas realidades y culpabiliza a la poca organización estudiantil existente de las carencias que sufren los centros de estudios, posicionándose junto a los estudiantes de origen extranjero como chivo expiatorio por excelencia. Es así que se amenaza con auditorías e intervenciones a las universidades, y que se buscó disuadir las instancias de movilización masiva a través de la intimidación, con el despliegue de grandes operativos policiales, y pretendiendo instalar todo tipo de noticias falsas. Las intenciones del actual gobierno nacional son claras, y han demostrado sin tapujos el estar dispuestos a amedrentar y hostigar al conjunto de la comunidad educativa.

Como hemos mencionado y es importante recalcar, ninguna de estas situaciones constituye novedad alguna, sino que se trata de la continuación y consecuencia lógica de un proyecto iniciado y construido por gestiones anteriores. Más es innegable la decisión renovada de avanzar a fondo en el ataque contra la universidad pública por todos los medios necesarios, llevando a un punto de quiebre en el que hemos podido ver durante el primer cuatrimestre la gestación del embrión de una conciencia en las masas de trabajadores y estudiantes que culminó en la gran marcha federal universitaria del 23 de abril, un episodio que quedará en la historia del movimiento estudiantil de nuestra patria. En aquella jornada, millones de estudiantes y obreros asistieron a lo que fue una de las mayores, sino es que la más grande, movilizaciones multitudinarias que han visto las calles de la Argentina en las últimas décadas. Tal momento representó la expresión de un consenso casi incuestionado en la opinión pública que se logró forjar en torno a la defensa de la educación y la universidad pública, representando para miles su primer acercamiento a la política estudiantil y logrando un amplio marco de apoyo y solidaridad que dejó en evidencia la disposición de las masas a manifestarse en pos de lo que es uno de los mayores orgullos y patrimonios de nuestra clase y nuestro pueblo.

En contraste, la segunda mitad del cuatrimestre se desarrolló de una manera totalmente diferente. Ese mayor grado de conciencia en gestación se disipó, diluyéndose con el pasar de las semanas y no llegando a tomar forma, rápidamente retrocediendo y llevando a una victoria temporal del gobierno con la instalación exitosa de la operación mediática del fin de la emergencia presupuestaria. Aquel auge, aquel clima de movilización e inestabilidad percibida de forma casi unánime por los estudiantes y la conciencia del peligro real de la interrupción del cursada durante el transcurso del año no supo concretarse. Ese es el panorama en el que nos encuentra el inicio del segundo cuatrimestre y las próximas elecciones en la Universidad de Buenos Aires.

Consideramos que existen dos puntos centrales de discusión que deben rápidamente tomarse como una tarea fundamental para el movimiento estudiantil organizado, y estos son el por qué se llegó a esta situación, y qué necesitamos de ahora en más los estudiantes y trabajadores que habitamos la Universidad.

Respecto al primer interrogante, no caben dudas que a pesar del posicionamiento que han decidido tomar las autoridades del Consejo Directivo la emergencia continúa y sigue vigente hoy en día. Cualquier enmienda que haya podido realizar el gobierno nacional a los presupuestos destinados al funcionamiento de la universidad se ha demostrado insuficiente y prácticamente irrelevante, una realidad que en las últimas semanas las mismas autoridades se han visto obligadas a reconocer y blanquear parcialmente, declarando la emergencia salarial. Es de público conocimiento que la enorme mayoría de los gastos de las facultades corresponden a los salarios de los trabajadores docentes y no docentes, y que en las diferentes cifras conocidas estos abarcan más de dos tercios del presupuesto total. La anteriormente llamada emergencia presupuestaria siempre se trató principalmente de lo que ahora han denominado como emergencia salarial, de la lamentable e invisibilizada realidad de los trabajadores que dedican sus vidas a construir y hacer posible diariamente el funcionamiento de los centros de estudio, y que perciben un salario totalmente estancado y deteriorado por el proceso de pérdida del poder adquisitivo y caída del salario real que afecta al conjunto de los trabajadores del país, con frecuencia percibiendo un ingreso que oscila en torno al salario mínimo vital y móvil o es incluso menor. En el epicentro de la ofensiva del gobierno nacional contra la educación siempre estuvo su profundo carácter anti obrero, su afán por pisotear a nuestra clase e impedir su organización, ofreciendo paritarias penosas y desentendiéndose de la situación crítica que atraviesan millones de trabajadores y sus familias. Este tipo de fraseos y denominaciones buscan “bajarle el precio” a dicha realidad, haciendo pasar por menos grave la situación crítica de financiamiento que siguen viviendo los centros de estudio en sintonía con un oficialismo que ofrece aumentos a las partidas presupuestarias que corresponden a poco más de una décima parte de las mismas, como si el sistema educativo, al igual que el mundo entero, no funcionara gracias a la labor diaria de millones de trabajadores. Esta es una de las razones por las cuales la unidad obrero-estudiantil siempre debe estar en el centro de la discusión, para evitar fragmentar la lucha. En paralelo, las amenazas del gobierno comienzan a volverse una realidad, con la intervención de la Universidad Nacional Madres de plaza de Mayo, sentando el precedente para futuras intervenciones y atropellos contra la autonomía de las casas de estudio y sus órganos democráticos.

En pocas palabras, nos enfrentamos a la misma crisis que hace unos meses se supo visibilizar y denunciar de manera acertada, pero lo que se ha perdido es la conciencia de la gravedad de la misma, ya que si antes se percibía un peligro real y se hablaba incluso de la posibilidad del fin de la universidad pública, hoy estas situaciones pasan mayormente desapercibidas, o se las percibe o busca hacer percibir como un problema coyuntural menor.

¿POR QUÉ RETROCEDIÓ EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL?

A nuestro parecer existen varios factores que arrojan luz al por qué de estos retrocesos y la imposibilidad aparente de avanzar. El primero y más evidente, es el carácter mercenario y traidor de las autoridades que rigen la Universidad de Buenos Aires, las cuales más allá de ocasionalmente haber realizado algún gesto en solidaridad con el estudiantado y haber buscado en los momentos de mayor movilización no ser sobrepasados, son consistentes a la hora de colaborar con el gobierno nacional aceptando y ejecutando su plan de ajuste y vaciamiento de la universidad pública siendo quienes lo ponen en la práctica y dan la cara por el mismo, pactando y buscando presentar el mismo en una cara más amena e invisibilizarlo. En la actualidad, el rol de las autoridades es garantizar el ajuste, disimularlo y buscar limitar la respuesta ante el mismo y deben entenderse fundamentalmente como enemigos de los intereses estudiantiles. Tampoco dudamos de que eventualmente y en otras circunstancias, esta fachada va a ser reemplazada por la hostilidad abierta contra los estudiantes y la persecución contra quienes denuncien el plan del que son parte.

Aún así, este no es el principal elemento que explica la situación de la lucha estudiantil a las puertas del inicio del segundo cuatrimestre, ya que el papel que juegan solo es posible gracias al estado en el que se encuentran el movimiento estudiantil organizado y los centros de estudiantes de las diferentes facultades, y es esto lo que explica el cómo la lucha que se gestó meses atrás no dio frutos y la importancia de los próximos comicios.

Hoy en día, los principales centros de estudiantes de la Universidad se encuentran en manos de conducciones de carácter burocrático, ya sea por parte del peronismo en sus diferentes facetas, o Franja Morada y Nuevo Espacio, conducciones que a pesar de sus diferencias discursivas en algunos aspectos coinciden en un modelo en común de gestión de la universidad y una misma forma de operar. Constituyen direcciones burocráticas, que en casos como el de la Franja han dejado hace tiempo de concebirse como organizaciones estudiantiles que agrupan e impulsan los reclamos e intereses del estudiantado, para instalarse en sintonía con las autoridades de la universidad como gestores de la misma. Se trata de conducciones totalmente pasivas, que carecen de la decisión política de enfrentar al gobierno nacional y la ofensiva que este emprende contra la educación, sino que se limitan a gestionar los diferentes centros como un espacio de capitalización política para sus estructuras, teniendo un rol clave a la hora de promover la desmovilización y fragmentación de la lucha de los estudiantes, instalar discursos derrotistas e impedir que el movimiento estudiantil tome como rumbo la confrontación directa y abierta contra el gobierno de Javier Milei. Se han caracterizado unánimemente por el quietismo, ya que no representan los intereses del estudiantado y los trabajadores, y en consecuencia constituyen una usurpación de estos espacios, que deberían ser núcleos desde los que se fortalece, impulsa y coordina la lucha estudiantil, al punto de que sus funciones han tenido que ser reemplazadas por iniciativas independientes en las diferentes facultades. El mejor ejemplo de esto es la nula convocatoria a asambleas que caracterizó a estas conducciones, práctica que solo fue retomada una vez que por presión de las bases estudiantiles se comenzaron a impulsar asambleas por fuera de los espacios de los centros de estudiantes que lograron convocatorias masivas. Unánimemente, estas conducciones se han limitado a tomar acciones simbólicas y demostrativas únicamente al ser presionadas por la masa estudiantil y con el objetivo de darle un lavado de cara a sus gestiones, acciones comúnmente carentes de planificación y convocatoria y cualquier contenido político radical. El Peronismo Universitario supo cumplir el rol de interventores de la anterior gestión de Alberto Fernández y Sergio Massa, durante la cual se recortó a 5000$ millones el presupuesto en el año 2022, desmovilizando al estudiantado y fragmentando a las organizaciones que pretenden o pretendían representar a los sectores independientes. Esto quedó demostrado con la mayor de las crudezas en el recorte de la franja horaria en la Facultad de Filosofía y Letras, que dejó a cientos de estudiantes sin acceso a la educación universitaria, impidiendo la posibilidad de trabajar y estudiar de manera simultánea. La respuesta del peronismo fue ignorar la problemática, rechazar las asambleas que fueron convocadas para discutir la cuestión de la franja horaria y terminar llevando a sectores de su militancia ajenos a la Universidad a romper las asambleas de los estudiantes, pensando que la nostalgia y la identidad peronista serían suficientes para silenciar las voces de los cientos de estudiantes que exigen que los centros luchen por el acceso a la educación para todo el estudiantado y principalmente para los estudiantes que trabajan, que corresponden a una mayoría que solo irá en ascenso. De esta manera demuestran que sus verdaderos intereses no son los de los trabajadores, y por consecuencia de los estudiantes, sino que son contrarios a estos.

Durante el actual gobierno de Javier Milei han cambiado de disfraz, tratando de llevar la “resistencia” a solamente lo testimonial y rechazando cualquier tipo de acción disruptiva y directa contra el ajuste. El mayor logro de las últimas gestiones peronistas son becas de miseria, migajas para los estudiantes que consiguen por medio de acuerdos a puertas cerradas y a espaldas de los mismos para pretender que existen “pequeñas victorias” en la desmovilización y disciplinamiento del movimiento estudiantil hoy fragmentado que protagonizan.

Sobran adjetivos para calificar a las conducciones provenientes del seno del radicalismo, que a diferencia del peronismo, o al menos una parte de él, ni siquiera se esfuerzan por esbozar una fachada combativa o confrontativa. Desde la fragmentación del movimiento estudiantil a beneficio del Estado y los rectores, Franja Morada y el reformismo comienzan a tener una evolución donde incluso comienzan a bajar sus propias banderas para simplemente ser meros estudiantes que gestionan la Universidad en representación de los rectores y no del estudiantado. Franja Morada, post-victoria y consolidación del gobierno de Nestor Kirchner reduce su propuesta al antiperonismo, buscando el voto del estudiante anticomunista y a su vez antiperonista. Su rol en los centros de estudiantes es simplemente que no ganen las listas del peronismo y el trotskismo que empezaba a lograr tener peso en la FUBA en la auto-denominada FUBA Piquetera de la UJS-PO, Franja Morada comenzó a volver a cumplir el rol de agrupación estudiantil histórica y tradicional con experiencia e intenciones de mantener su poder en los centros de estudiantes pero la politización de las bases lograba que los estudiantes exigieran otro tipo de centro, un centro de estudiantes independiente del rectorado, con participación de la mayoría de los estudiantes, con una relación directa con los docentes y en debate constante del modelo educativo que queremos lograr. Esto iba claramente en contra de los intereses de la UCR y de su brazo estudiantil, sumado al agotamiento de sus gestiones ya para el 2015 con la victoria del gobierno liberal de Cambiemos de la mano de Mauricio Macri (gobierno del que la UCR formó parte) que provocó que el reformismo no pueda legitimar su autoridad y perdiera fuerza de vuelta frente a los centros combativos e incluso que desaparecieran de las Universidades del Conurbano o casi no tengan presencia como en la UNDAv, UNLa y UNQui, esto vino de la mano con internas por las cajas de las universidades, principal financista que le dio el salvataje a la UCR después del desastre del gobierno liberal, represivo y criminal de De La Rúa.

La interna Radical desemboca en el nacimiento de una nueva agrupación estudiantil que rápidamente logra conseguir ser parte del consejo estudiantil y gobernar centros de estudiantes de forma casi hegemónica como en el CECE (Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas), hablamos de Nuevo Espacio, agrupación despolitizada que sirve de careta amigable para el recorte y la persecución a las agrupaciones estudiantiles, Nuevo Espacio es sin duda la máxima expresión de cinismo y deshonestidad dentro de la política universitaria cuyo objetivo es despolitizar al mayor grado posible la vida estudiantil, limitar los debates y desmovilizar lo más posible a los estudiantes. A pesar de la interna, Franja Morada y Nuevo Espacio sólo se diferencian en referentes y en tácticas, cuando la nostalgia cada vez más oxidada de la reforma del 18′ no logra los votos suficientes aparece Nuevo Espacio a “despolitizar la política”, con esto consiguen el voto del estudiante “apolítico” que percibe a Nuevo Espacio como estudiantes que simplemente gestionan, tanto a Franja Morada como a Nuevo Espacio no le interesa debatir ni discutir ninguna problemática estudiantil ni tampoco pretenden conducir centros de estudiantes que representen a los estudiantes, son meramente la representación estudiantil de rectoría y en esta coyuntura, son la representación del gobierno de Javier Milei. La presencia de ambas agrupaciones en la FUBA demuestra la vulnerabilidad y fragilidad que tiene hoy el movimiento estudiantil, que no solo no sabe lo que sucede en sus Universidades y facultades sino que ni siquiera tiene una fuerza testimonial en su defensa, no tiene “la cura y la enfermedad” sino una Federación Universitaria que oculta la problemática y no teme de forma burocrática gobernar los centros de estudiantes ni expandir los años de su gobierno como lo han hecho en la facultad de Derecho con Nuevo Derecho, donde han llevado patovicas para perseguir y atacar estudiantes que quieren participar en asambleas, donde han impulsado normativas para evitar pegar carteles o pintadas políticas para invisibilizar las expresiones de los estudiantes organizados y principalmente su mayor éxito es el impulsar la figura del estudiante independiente despolitizado que percibe a la organización como un pasatiempo de nicho o una molestia en la vida universitaria. Hoy los centros de estudiantes en manos del peronismo universitario, Franja Morada y Nuevo espacio se retroalimentan en una relación simbiótica donde, por ejemplo, los primeros se benefician de las extensiones antidemocráticas a los mandatos establecidas por los últimos. Ambos coinciden en un programa común, que a fin de cuentas es el de las autoridades, el del gobierno nacional y el de la burguesía. Ambos cumplen el mismo rol de debilitar los espacios democráticos de la política estudiantil, garantizar el ajuste y la expulsión en masa de los estudiantes que trabajan de las casas de estudio, y por sobre todo, fomentar la desmovilización y retrasar la reactivación de un movimiento estudiantil vanguardista y combativo. La existencia de estas “agrupaciones estudiantiles” en las instancias de gobierno de las facultades y la Universidad, sin dudas, debe ser desplazada y erradicada al mínimo posible si se pretende construir un movimiento estudiantil fuerte y en lucha.

Abanderados bajo un color u otro, hoy en día los centros de estudiantes de nuestra Universidad se encuentran cooptados, despojados de su tarea fundamental de ser un organizador del estudiantado y una de sus herramientas fundamentales a la hora de construir, dirigir y llevar a la victoria la lucha de la comunidad educativa. Esto es parte de un proceso general de deterioro y desorganización del movimiento estudiantil, que ha llevado a que en los últimos años los estudiantes pierden fuerza considerable a la hora de dirigir los destinos de los espacios que habitan e incluso ejercer el uso y control de los mismos. Un movimiento estudiantil desorientado, hoy desmovilizado y paralizado, que hace apenas unos pocos años era capaz de responder con una mayor contundencia a ataques por parte de los gobiernos nacionales y la burguesía que parecieran pequeños frente a las pretensiones y las medidas ya aplicadas por el gobierno vigente; y esta realidad no puede explicarse ni revertirse sin comprender el rol que han ejercido las diferentes agrupaciones que se han encargado de vaciar estos espacios y dejar pasar los atropellos contra la educación pública de un modo u otro. Consideramos que en definitiva son estos elementos los que explican la situación actual del movimiento y la lucha estudiantil, la situación de desorientación en la que nos encontramos y la imposibilidad que se vio durante el primer cuatrimestre de sostener esta lucha logrando capitalizar el consenso generado en torno a la defensa de la universidad y la educación pública para impulsar un enfrentamiento abierto directo contra las autoridades entreguistas y traidoras y el gobierno nacional. Hoy el movimiento estudiantil universitario se encuentra fragmentado, desprovisto de las herramientas para agrupar a los estudiantes y los trabajadores y representar sus intereses de manera independiente.

¿QUÉ PENSAMOS LOS COMUNISTAS?

Consideramos que es de vital necesidad poder recuperar estos espacios y devolverlos al rol que les corresponde, que es el de la lucha y la confrontación contra todo gobierno de la burguesía que pretenda tratar a una de las conquistas y baluartes más preciados de la clase trabajadora y el pueblo argentinos como una variable de ajuste y un gasto a recortar, que expulse fuera de los centros de estudio a cientos de miles de estudiantes y ahogue en la miseria a los trabajadores de la educación. Vemos urgente retomar la tradición de lucha centenaria del movimiento estudiantil de la Argentina, que dejó una huella imborrable en este suelo y un legado heroico escrito con la sangre de miles de estudiantes que dieron hasta sus vidas y supieron dar la pelea incluso en los momentos más oscuros de nuestra historia, parte considerable de ellos comunistas, demostrando la fuerza que tienen los estudiantes para junto con los trabajadores transformar la realidad y enfrentar abiertamente a éste y cualquier otro gobierno de la burguesía. Es momento de que el movimiento estudiantil se recomponga y recupere sus atributos históricos, continuando esta tradición. Es momento de recuperar el movimiento estudiantil que supo protagonizar el Cordobazo, paralizando una de las urbes más grandes de nuestro país junto a los obreros y poniendo en jaque a la dictadura de Onganía.

Hoy tenemos como tarea inmediata redoblar las apuestas y plantear la confrontación abierta por todos los métodos necesarios contra el gobierno nacional encabezado por Javier Milei y Victoria villarruel y su plan de vaciamiento y mercantilización de la educación pública, así como en conjunto de ataques y avances contra nuestra clase y sus conquistas. Para esto es fundamental recomponer los centros de estudiantes de la Universidad, y sanearlos de los burócratas que se han apropiado de ellos y han decidido relegarlos a un rol testimonial en el mejor de los casos, si no es que abiertamente cómplice. Creemos que estos espacios deben volver a representar los intereses de los estudiantes y los trabajadores, y transformarse en espacios de coordinación para dar la pelea contra una de las mayores ofensivas por parte de la burguesía contra los trabajadores que se ha visto en este país.

Es por esto que tomamos la decisión de apoyar la propuesta esgrimida por En Clave Roja (PTS) , la Unión de Juventudes por el Socialismo (PO) y diferentes organizaciones de avanzar hacia la construcción de listas unitarias de la Izquierda de cara a las próximas elecciones del mes de septiembre, continuando con nuestro llamado a la unidad de los que luchan y la necesidad de avanzar hacia una gran coordinadora de las luchas. Consideramos que es necesario que en las próximas elecciones de las diferentes facultades de nuestra Universidad los estudiantes puedan optar por listas independientes a las autoridades universitarias y a los intereses de la burguesía, y que existe una necesidad estratégica de convertir a través de un marco de alianzas que nuclee a las diferentes organizaciones del campo socialista y a aquellos estudiantes dispuestos a dar la batalla contra el plan de Javier Milei a los centros hoy usurpados por la burocracia en espacios estratégicos para derrotar la ofensiva que hoy sufrimos estudiantes y trabajadores dentro y fuera de las aulas.

Sostenemos, sin embargo, como comunistas, que el rol del movimiento estudiantil no puede limitarse a uno de resistencia y de respuesta. Tener un centro de estudiantes que tome un rol activo y encabece las luchas junto a los docentes y no docentes universitarios es una necesidad urgente en esta coyuntura, pero para que se de esto primero debemos unificar a los estudiantes, volver a organizar y a armar al movimiento estudiantil que arrastra un pasado reciente de despolitización, promovido desde las organizaciones liberales como Miles tanto como por la “izquierda Popular” como La Emergente/Pampillon, Auge (Somos Barrios de Pie), La Mella, CEPA (Partido Comunista Revolucionario), Liberación (Comunismo Revolucionario) por ejemplo y el Trotskismo que dirige los centros de estudiantes principalmente para promover a sus candidatos para la campaña de elecciones legislativas y nacionales en clave electoralista. Necesitamos un centro que nuclee a la mayor cantidad de estudiantes-trabajadores posible y que luche por sus intereses con devoción real de poder independientemente de los rectores y el Estado, y para eso hay que “radicalizar” a las bases, brindarles herramientas para su politización que servirán para poder derribar la deshonestidad intelectual y el despotismo en la que ha caído el movimiento estudiantil, esta tarea no es sencilla ni rápida, y es imposible de concretar bajo las lógicas con las que actualmente construyen las diferentes organizaciones mencionadas. Es por esto que si bien sostenemos y defendemos la necesidad táctica inmediata de impulsar estas listas y garantizar su victoria en septiembre para inaugurar nuevas experiencias de confrontación coordinada al plan de vaciamiento y mercantilización de la educación pública impulsado por Javier Milei y el conjunto de la ofensiva contra nuestra clase que hoy emprende el gobierno nacional, desconfiamos de su capacidad y su intención de iniciar el camino hacia la recuperación de los atributos revolucionarios del movimiento estudiantil universitario. Como comunistas tenemos claro que si bien hoy una de nuestras tareas más inmediatas y fundamentales es la derrota de este gobierno, nuestro horizonte debe siempre ser la derrota definitiva de la burguesía y el yugo capitalista y la construcción de un mundo nuevo, el socialismo-comunismo, y en consecuencia consideramos que este ciclo de elecciones puede representar un avance progresivo en frentes clave de cara a la pelea que debe dar el estudiantado y la clase trabajadora en este marco tan particular y crítico, pero que en la medida en la que no apunte a construir una universidad por y para los trabajadores que sea un puesto de avanzada para enfrentar a la burguesía está condenado a estancarse en un rol temporal de resistencia al gobierno nacional que aunque necesario acabará por disiparse y diluirse nuevamente con el fin de su gestión. Solo con el socialismo-comunismo como horizonte es que se pueden resolver los males que hoy aquejan al estudiantado, en la medida de que las principales problemáticas de la universidad pública argentina, como lo son los recortes y la falta de oferta horaria, los altos costes que supone la cursada y la situación de miseria de los trabajadores de la comunidad educativa se explican por la cuestión de la clase, una universidad que existe gracias al sacrificio y la sangre de miles y miles de trabajadores pero que los expulsa y los excluye al estar en manos de la burguesía y los garantes de sus intereses, posicionándola como variable de ajuste por excelencia cuando el capitalismo revela su cara más cruda en nuestro país y como promesa inconclusa cuando pretende mostrarse en una cara más humana. Nuestro horizonte como jóvenes comunistas y estudiantes universitarios es una universidad de los trabajadores, donde sean los trabajadores quienes controlen y decidan sobre el futuro de las casas de estudio en función de sus intereses, universidad pensada y construida de principio a fin por y para nuestra clase, donde ningún trabajador ni sus hijos queden excluidos de poder cursar una carrera por la imposibilidad de afrontar los costos de la cursada o tengan que sacrificar su salud física y mental para hacerlo, y sea un puesto de avanzada en el enfrentamiento contra la burguesía. Consideramos que hoy en día ninguna organización del movimiento estudiantil está pensando ni se propone estas tareas, y que este nuevo periodo de campaña y las nuevas experiencias de lucha que pueda inaugurar son una oportunidad para plantear estas discusiones y la necesidad de un movimiento estudiantil revolucionario que como Federación Juvenil Comunista hemos históricamente impulsado y vemos más que nunca necesario volver a impulsar y llevar a las aulas y los pasillos de todas las universidades del país.

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