Venezuela asediada por el imperialismo yankee

La situación en Venezuela se vuelve crítica ante los tambores de guerra de Donald Trump y el Pentágono, que amenazan con acciones concretas de una posible invasión al país hermano, bajo la excusa de que Nicolás Maduro es jefe de un cartel narco, pretexto similar al que reiteradamente han usado en Medio Oriente para ocultar su verdadero objetivo: el derrocamiento de un gobierno que políticamente no responde de forma directa a los intereses de EE. UU como país, y poder apropiarse de los recursos naturales en medio de su crisis; todo esto en medio de la disputa por la primacía del sistema imperialista mundial con su actual competidor: China. Al gobierno de Estados Unidos no le interesa el problema del narcotráfico ni la droga (algo que queda claro al observar que es EE.UU es uno de los países con mayor entrada, venta y consumo de drogas), la política detrás de esta “operación anti narcotráfico” no es más que una cortina de humo que oculta una ofensiva brutal contra el pueblo venezolano.

Los trabajadores argentinos debemos ser solidarios con el país hermano, porque quien está siendo amenazada con ser invadida es nuestra misma clase social, y Estados Unidos promete una masacre a quienes estén dispuestos a luchar contra ellos. Los trabajadores argentinos nos encontramos en un momento crucial en torno a discernir quiénes son nuestros amigos y quiénes son nuestros enemigos; y está claro que en Venezuela, nuestros hermanos y amigos son los proletarios y su Partido de vanguardia: el Partido Comunista de Venezuela, el cual representa los intereses de la clase obrera; mientras que, por otro lado, es preciso no caer en confusiones, porque defender a la clase obrera venezolana de las amenazas de Donald Trump no significa que debamos salir en defensa de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello ni ningún otro funcionario de la runfla del PSUV, que castiga a los trabajadores de su país con ajuste, represión, persecución, hambre y miseria, y que lleva adelante un gobierno antiobrero y antipopular, con un sistema fraudulento para poder mantenerse en el poder, con niveles altísimos de corrupción, y que ha formado una élite gobernante cuyos únicos intereses son los de la burguesía venezolana, no los de los trabajadores. Por eso, en este contexto de tensiones, tanto el gobierno de Maduro-Cabello y el gobierno invasor de Trump son enemigos de los pueblos de América, y contra ellos debemos luchar.

La paupérrima situación que viven los trabajadores venezolanos la deben resolver ellos, junto a la solidaridad internacional de los pueblos, pero deben ser los propios trabajadores los protagonistas de derrocar el plan expansionista de Trump, así como también los planes antiobreros de Maduro, y para ello es necesario que entendamos que el fortalecimiento del Partido Comunista de Venezuela, partido del proletariado venezolano, es fundamental para la lucha por el derrocamiento de la burguesía local e internacional, para abrir camino hacia la liberación de los trabajadores de ese país, y sólo la clase obrera podrá ponerse a la cabeza de ese proceso liberador.

Hace años, especialmente en los últimos dos, se fue profundizando una ofensiva contra el Partido Comunista de Venezuela de parte del gobierno dictatorial de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, que consiste en todo tipo de agresiones, desde las desapariciones de camaradas, hasta el asalto de su tarjeta electoral a través de la decisión por parte del gobierno de que existe “otro PCV” y que el verdadero PCV no tenga más representación legal, lo cual es una canallada, no sólo contra los comunistas, sino contra toda la clase obrera venezolana.

El verdadero PCV, con más de 90 años de vida, pasando por la persecución, la tortura, el asesinato de camaradas y la más cruda clandestinidad, de un día para otro dejó de tener vía legal para participar de la vida electoral venezolana, decisión llevada adelante por un grupo de burócratas del Estado que, no contentos sólo con esto, también creó, bajo la dirección de Nicolás Maduro, un FALSO PCV encomendado a un grupo de mercenarios lúmpenes, drogadictos e indecentes que nunca podrían enarbolar las banderas de la clase obrera ni mucho menos portar la moral y la ética necesarias para ser llamados comunistas; este grupo, que jamás ha pasado siquiera por el Partido Comunista de Venezuela, sino que viene de la pandilla del PSUV, son abierta y públicamente funcionarios del gobierno venezolano, como es el caso de Henry Parra, quien tuvo un breve e irrelevante paso por el PCV, sin llegar nunca a ser un cuadro de la organización. El gobierno del PSUV y sus lacayos pretenden quedarse con la gloriosa historia de los comunistas venezolanos, pero no podrán; el oportunismo de Parra, Maduro y compañía quedarán en el basurero de la historia como enemigos de la clase obrera, y el Partido Comunista de Venezuela saldrá victorioso en este combate.

Henry Parra, mercenario contratado por el PSUV, Maduro y Diosdado-Cabello.

Como conclusión, es importante que, como clase trabajadora, entendamos que nuestra solidaridad debe ir en una sola dirección: hacia los trabajadores de Venezuela, que cada día enfrentan el descompuesto gobierno bolivariano que los ataca y, en muchos casos, también los fuerza a migrar, teniendo que dejar atrás su país, su vida y hasta sus familias; pero también nuestra solidaridad debe ir en el mismo sentido hacia el único partido político que representa los intereses legítimos de la clase obrera venezolana, que es el Partido Comunista de Venezuela. Por ende, ninguna solidaridad con el PSUV, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Padrino López y toda esa runfla mafiosa que ha llevado a la miseria al bravo pueblo venezolano que sabemos que enfrentará valientemente a Trump y los EE.UU.