Este jueves 11 de septiembre, nuevamente hemos tenido en nuestra Facultad de Filosofía y Letras de la UBA una asamblea general para definir cómo avanzamos contra el veto del gobierno liberal de Milei-Villarruel contra el presupuesto universitario, que atenta contra el acceso a la educación de todos los trabajadores.
Nos encontramos en medio de una situación crítica que sufre nuestro ambiente educativo, que sistemáticamente (principalmente después de la profundización del ajuste en 2022 impulsado por el gobierno peronista de Fernández-Massa) sigue expulsando todos los días a estudiantes trabajadores que tienen que elegir entre (sobre)vivir o estudiar, con un recorte de horarios elitista, antiobrero y un plan de estudios con correlativas que ponen aún más obstáculos a los estudiantes, alargando aún más la duración de la carrera.
Esta avanzada privatizadora de la educación no tiene resistencia, sino cómplices que, por negligencia o acuerdos a espaldas de los estudiantes, permiten que el ajuste pase sin ningún tipo de autodefensa por parte del “movimiento estudiantil”. En esta ocasión, la conducción peronista “El Colectivo” (Mella-Cámpora) decidió nuevamente acompañar la decisión de la burocracia de la FUA y la FUBA reformista/radical, que llamó a la pasividad y a lo testimonial, priorizando acuerdos previos de la gestión UBA con el gobierno que chocan con los intereses y el futuro de todos los estudiantes.
Desde la “oposición trotskista” se planteó una vigilia (no una toma independiente) —negándose a tomar la facultad— por parte del FIT-U, y una ocupación por parte del Nuevo MAS, que terminaría a las 8 de la mañana del día viernes, porque el 12 de septiembre los compañeros no docentes estarían en paro (medida sindical que celebramos y acompañamos).
Desde la mayoría y minoría estudiantil se plantea la pasividad y el “aparateo” como método de desorganización del movimiento estudiantil, acordando con la gestión y abrazando la vía institucionalista, aplastando cualquier potencialidad de lucha de los estudiantes. Este planteamiento testimonial y performático para las redes termina con una negación del diálogo político para encaminar una unidad mínimamente táctica que lleve un plan de lucha concreto a los estudiantes, que hoy en día se sienten afuera del movimiento estudiantil cooptado por la gestión cómplice del gobierno, que pone sus intereses por encima de los de los estudiantes.
En esta asamblea vimos un ataque fuerte a la democracia estudiantil, que es la más que común aparición de los aparatos políticos del FIT-U (ECR-PTS, UJS-PO, JIS-IS y MST-Tesis XI), del Nuevo MAS-¡Ya Basta!, que incluso presenta como “dirigentes” estudiantiles de Filo a estudiantes de la UNA, y del Peronismo que, por miedo a ser superados por su complicidad, La Cámpora, Mella, Evita y el Peronismo Militante llevaron su aparato para ir directamente contra la toma y cualquier lucha democrática. Denunciamos estas medidas que benefician directamente al gobierno y que nos impulsó y nos sigue llevando a una derrota total.
Desde la Federación Juvenil Comunista-Argentina celebramos la intervención de cierto sector independiente que denunció al aparato, pero insistimos: no se puede quedar con la denuncia. Organizarse desde abajo, sin pedirle permiso a la gestión y conducción burocrática peronista, es una tarea vital de los militantes y activistas independientes que quieren vencer a este gobierno desde nuestro frente, que es el frente estudiantil.
La FJC-A insiste y luchará día a día junto a los estudiantes que desean construir una universidad por y para los trabajadores, promoviendo una unidad PROGRAMÁTICA Y TÁCTICA para llevar un plan de lucha concreto que impulse acciones defensivas y ofensivas contra el gobierno de Milei y Villarruel y sus cómplices, en la calle, dentro y fuera de la facultad. Nuestra causa, la causa de una universidad de los trabajadores y el pueblo argentino, ha sido abrazada y tomada como bandera por toda nuestra clase, y las marchas multitudinarias en todo nuestro país han sido muestra de esto. La historia y nuestra clase piden que no dejemos caer esta bandera y que avancemos junto a ellos en contra de la miseria que nos presenta el capitalismo como única opción. Dialogar o exigirle cualquier solución a un gobierno abiertamente pro-patronal como el de Milei (o a cualquier gobierno burgués) es claudicar; claudicar es traicionar.