El gobierno es especialista en abrir varios frentes de batalla con el objetivo de conseguir que el movimiento popular no pueda combatir a todos con éxito: el DNU, la nueva Ley Ómnibus, el Pacto de Mayo, los despidos en diferentes puntos del país, el ataque a los jubilados, las agresiones contra los DDHH y contra el movimiento de mujeres, etc. A raíz de este panorama, surge la necesidad de desarrollar una profunda coordinación de las distintas luchas que se vienen dando en la Argentina, las cuales son síntoma del desgaste y el cada vez menor apoyo al proyecto político y económico del gobierno; aunque la imagen de Javier Milei no esté del todo desgastada y siga manteniendo un núcleo fuerte de apoyo, hay un sector importante de la clase obrera y el pueblo que, no sólo está sufriendo el ajuste, sino también está saliendo a la pelea, empezando a organizarse contra la motosierra y sus consecuencias cotidianas. La tarea actual es romper esa motosierra, a la clase obrera le toca luchar contra todas las medidas, pero no debemos permitir que las luchas estén fragmentadas o sectorizadas.
Hoy la tarea es romper la motosierra. La clase obrera debe luchar contra todas las medidas, pero no podemos permitir que las luchas estén fragmentadas o sectorizadas, cuando tenemos masivos despidos en el Estado, suspensiones y despidos en el sector de la producción, golpes al movimiento de desocupados congelando el “Potenciar Trabajo”, además de un gran ajuste a la educación, golpes contra los jubilados de la mano de medidas como la de cambiar la fórmula jubilatoria.
Estamos frente a un proyecto liberal y ultraderechista que está llevando a cabo el gobierno no cierra sin represión; las últimas jornadas que se desarrollaron fueron con grandes conflictividades, ya que mayor es el ajuste, mayores son los choques contra el brazo armado del Estado. Ejemplo clave de esto fueron la protesta por alimentos para comedores, llevada adelante por el Movimiento Piquetero, la cual fue salvajemente reprimida y dejó un saldo de al menos 12 compañeros detenidos y múltiples heridos; también nos toca mencionar las jornadas de represión contra los trabajadores estatales, o la represión contra los docentes y jubilados en el Congreso de la Nación.
Por un lado, el gobierno se debilita ante la respuesta de la clase obrera y el estudiantado, mientras que, por otro, intenta fortalecer un núcleo con la intención de que se transforme en su base de apoyo. Una de las fortalezas de Milei está en la misma batalla cultural que plantea estar llevando adelante; a través de una campaña con muchas similitudes a la de Donald Trump, fortalece y radicaliza un sector para la defensa de su gobierno; utilizando las redes, desde lo discursivo e, incluso, con fake news, logra lo que ningún presidente pudo: decir abiertamente que va a llevar adelante medidas terroríficas, y conversar a una fuerte parte de su electorado. Por eso hoy nos toca la gran tarea de abrir ese gran frente de batalla ideológico y comunicacional, contra un gobierno que está llevando al pueblo argentino a una masacre económica, social y cultural.
Si bien hoy existe un descontento, algo que, como decíamos antes, se ve en las diferentes manifestaciones que cada vez son más cotidianas; aún no hay un descontento generalizado que permita dar un salto más radical en la lucha de clases. Es precisamente ésa la gran tarea que tenemos: radicalizar los conflictos, que estallen los que se están gestando y guiarlos en un sentido revolucionario. Nuestra tarea debe ser no permitir que ningún conflicto quede en meras reivindicaciones, tienen que ir de la mano de las tareas políticas de la etapa que estamos viviendo, y con un objetivo estratégico.
Para cumplir estas tareas venideras, es preciso también desenmascarar y poner en evidencia a los cómplices y facilitadores de la situación que estamos viviendo los argentinos, siendo uno de ellos el peronismo, cuyo rol, como una de las fuerzas garantes de la gobernabilidad burguesa, es esencial, ya que analiza una posible agudización de la lucha de clases, cuestión que el Partido Comunista Argentino ya venía advirtiendo desde su análisis científico de la realidad. Ante esa agudización y el temor de un posible nuevo 2001, ya ha preparado su estrategia para la etapa: por un lado, consensuar y garantizar la gobernabilidad, claro ejemplo es el guiño de la CGT para llegar a un acuerdo de cara a la nueva Ley Ómnibus en materia de reforma laboral; y por otro, es agitar el fantasma del “juicio político”, el cual tiene un claro trasfondo de clase, ya que incentivando un posible juicio de esta índole logra mantener intacta la democracia burguesa y la gobernabilidad, porque la gobernabilidad no es únicamente que un gobierno se mantenga en el poder, sino que la burguesía como clase retenga el poder del Estado. El peronismo se propone evitar a toda costa un nuevo estallido con la clase obrera en la calle; ante la potencialidad real que tiene hoy la clase de organizarse, apuesto a que, antes de que eso suceda, el gobierno de Javier Milei caiga en los márgenes de la institucionalidad burguesa, y, así, evitar todo tipo de movilización popular.
La única manera de derrotar el plan del gobierno no es con firmas para un supuesto juicio político, ni tampoco es a través del Congreso; la derrota real del gobierno de Milei es en las calles, con los legítimos e históricos métodos de la clase obrera, con grandes movilizaciones populares que logren sacudir los cimientos del capital. No debemos aceptar el engaño gatopardista del peronismo.
Se avecinan grandes luchas y movilizaciones: por un lado, la burocracia de la CGT, tras presiones de su propia base, anuncia una nueva Huelga General de 24 horas, además de la movilización del 1 de Mayo a Plaza de Mayo; y el 23 de abril se llevará adelante la Marcha Federal Universitaria. Éstos son buenos síntomas de lucha, y debemos colocar nuestra impronta y contenido revolucionarios. Son estas fechas y estas próximas jornadas de lucha el puntapié para que las luchas de la clase obrera y el pueblo se vayan uniendo y coordinando, y para lograrlo debemos impulsar en todos los lugares una verdadera unificación y accionar organizado, sin caer en sectarismos, llevando adelante la unidad de todos los sectores dinámicos que estén dispuestos a luchar con este gobierno, para, así, lograr que los conflictos estallen de una vez por todas, con el objetivo de romper la motosierra de Milei con lo único que podrá destruirla: un martillo y una hoz.
La necesidad de una alternativa revolucionaria se hace cada vez más urgente ante este panorama de crisis, y esa alternativa no puede ser –ni es– el trotskismo, mucho menos el peronismo. La única alternativa de los trabajadores debemos ser los comunistas, únicos dispuestos a sacarles el poder a los dueños de este mundo. Debemos romper la motosierra, pero no para que el bloque capitalista antagónico a Milei retorne al poder, sino para, de una vez por todas, enterrar al capitalismo y sus lacayos, para finalmente construir en pos de los intereses de la clase obrera y el pueblo: el socialismo-comunismo.
Por eso construyamos un gran 1 de Mayo, internacionalista, socialista, contra la guerra imperialista y contra el gobierno antiobrero de Milei; construyamos una gran Huelga General el 9 de Mayo, no para avalar la burocracia cegetista, sino para radicalizar las luchas e ir construyendo las bases para los combates venideros.
Todas estas tareas que nos tocan asumir son imposibles sin las condiciones subjetivas necesarias, y esas condiciones son imposibles de construir sin un gran partido revolucionario, y ese Partido es el Partido Comunista Argentino. Por eso debemos fortalecer, engrosar sus filas y construir el gran Partido que necesita la clase obrera de la Argentina.