Los conflictos se agudizan gracias al plan motosierra del gobierno de Milei, Caputo, y Villaruel. La clase obrera argentina cada día soporta menos las medidas antiobreras y antipopulares que se vienen llevando adelante, lo cual se ve en las expresiones de los últimos días: el paro ferroviario de La Fraternidad, el paro nacional de los trabajadores de la salud, el paro del transporte anunciado por la UTA, el paro nacional docente, el gran molinetazo que impulsó el estudiantado en Buenos Aires, la huelga de los metalúrgicos que afecta principalmente a los monopolios de Ternium y Acindar, o la misma Huelga General convocada el 24 de Enero. Estas manifestaciones muestran la poca paciencia que queda en los trabajadores a tan sólo tres meses del triunfo de La Libertad Avanza, debido al innegable deterioro de la vida de la clase obrera.
Con la licuación salarial, la fijación del salario mínimo en $180.000 y proyectándolo en $202.000 para el mes de marzo, sumado al brutal encarecimiento de precios, el gobierno de Milei está llevando a las distintas capas del proletariado a una masacre económica y social; incumpliendo todas sus promesas de campaña acerca de “ajustar a la casta política”, la única clase social afectada por la motosierra son los trabajadores. Licuó los salarios y las jubilaciones, y desplegó el protocolo antipiquetes de la Ministra Bullrich como forma de criminalizar la protesta, logrando, así, avanzar con un plan de ofensiva contra el proletariado que cuadra a la perfección con las necesidades de la burguesía y los monopolios.
Cuando anteriormente decíamos que este gobierno es el gobierno de los monopolios, nos referíamos a que todas sus medidas son en beneficio del capital y no del trabajo. Es una absoluta mentira cuando proclaman que debemos hacer un esfuerzo para luego ver los resultados en camino a volver a ser una potencial mundial: en primer lugar, porque la Argentina nunca lo fue, y en segundo, porque su plan de entrega, ajuste y represión se basa en robar los fondos de los jubilados para agrandar las ganancias capitalistas, financiar la deuda ilegítima, mientras su modelo de entrega queda en evidencia con el DNU, el cual plantea la “necesidad” de entregar nuestros recursos naturales a manos de monopolios de EE.UU. e Israel, además de desregularizar la economía con el fin de beneficiar a los capitalistas locales, ansiosos por maximizar sus ganancias. Es por eso que hoy debemos plantearnos la necesidad de luchar contra este DNU, ya vigente, y la urgencia como clase obrera de derrotarlo, no en el Parlamento, sino con la fuerza obrera en las calles, con sus históricos métodos y, a la vez, adquiriendo y creando nuevos que permitan tirarlo abajo por completo.
Las medidas que tome la clase obrera ante este avance patronal tienen que ser equivalentes a las del gobierno: los golpes contra los trabajadores son cada vez más duros, por ende, igual de duras deben ser las respuestas obreras. Nunca debe haber lugar para la pasividad, pero especialmente en este contexto no cabe lugar para el quietismo y la espectulación; como clase debemos devolver los golpes al gobierno antiobrero que pretende masacrarnos política, económica, social y culturalmente. ¿Es necesaria la huelga? Si ¿Es necesario el piquete? Si ¿Son necesarias las tomas de colegios y universidades? Por supuesto, pero también debemos coordinar todas esas luchas, y avanzar en unidad como clase para que los golpes sean más contundentes y poder radicalizar los conflictos. Es necesario reclamar por el presupuesto universitario, pero también, junto al compañero piquetero, debemos luchar por la falta de comida; mientras que, junto al trabajador ocupado, tenemos que dar la pelea por la mejora salarial y/o contra los despidos, y ese trabajador ocupado debe unirse al desocupado por el trabajo digno, o al vecino de un barrio al que no le alcanza para cubrir la comida.
Es necesario que los trabajadores dejemos de lado los conceptos que nos imponen sobre si llevar adelante una medida en favor de los intereses obreros es legal o no. Se pudo ver en el Molinetazo en Buenos Aires, el ataque de los medios de comunicación burgueses a la acción legítima del estudiantado, y, a la vez, la respuesta de la izquierda hegemónica trotskista democratizante fue que la acción del Molinetazo es una intervención cultural y pacífica, lo cual no la hacía ilegal, sacándole, así, todo el contenido combativo. ¿Acaso importaba el aval de la legalidad burguesa? Ése es un debate que tenemos que abrir de cara a los trabajadores: ¿Acaso no es la misma legalidad la que atenta contra los trabajadores? ¿Los trabajadores nos tenemos que guiar por la legalidad ante la explotación y la opresión que históricamente hemos sufrido? ¿Acaso las grandes luchas y victorias no se conquistaron con métodos que para la burguesía no eran legales? La ley está hecha para garantizar la gobernabilidad a la burguesía, para garantizar la ganancia capitalista y para criminalizar a cualquier trabajador que intente luchar por sus derechos. La legalidad en la lucha no tiene que ser un obstáculo para llevar adelante las reivindicaciones obreras, por lo contrario, la clase obrera utiliza sus métodos, sean legales o ilegales, para conquistar sus derechos o hasta para tomar el poder en sus manos y cambiar todo lo que debe ser cambiado.
El DNU, la nueva ley que quiere enviar Milei, el Pacto de Mayo, el protocolo antipiquetes, las leyes de reforma jubilatoria y todas las medidas antiobreras, se combaten en las calles, con los métodos que sean necesarios; si necesitamos quemar gomas, cortar las calles o las rutas, bloquear una fábrica para parar la producción –aunque al patrón no le guste–, debemos realizarlo para que no sigan avanzando contra los pocos derechos que hoy tenemos y también que sirva para que nosotros, los trabajadores, tomemos las riendas de la Patria.
Tomando el ejemplo heroico de los combatientes de la década del 70, el ejemplo de los comunistas que dieron su vida en la última dictadura, luchando contra el mismo plan económico que hoy ha sacado del cajón Javier Milei, con la herencia de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, nos toca volver a pelear contra los herederos de Videla, que son Victoria Villarruel y compañía, y contra los herederos de Martínez de Hoz, que son quienes están llevando a la Argentina a uno de los peores escenarios económicos y sociales de nuestra historia.
Con ese ejemplo debemos salir y generar un gran 24 de Marzo en todo el país, contra el negacionismo, contra el plan del FMI, contra las medidas antiobreras iguales a las de la dictadura, por Memoria, Verdad y Justica, por los compañeros detenidos-desaparecidos, que hoy estarían con nosotros peleando contra este nefasto gobierno.
Hay 30.000 razones para tirar abajo el DNU, el Pacto de Mayo y las medidas antipopulares, por eso este 24 de Marzo masivamente la clase obrera se tiene que hacer oír, porque somos una clase social invencible, capaz de tirar una ley, de parar la producción y hasta de tirar un gobierno, tomar el poder y cambiar el destino de la humanidad. Hagámoslo, como lo querían los 30.000.