La historia laboral de Virasoro se desenvuelve en torno a empresas yerbateras, forestales y agrícolas que ofrecen a la masa obrera puestos de trabajo a gran escala, además del sector comercial que se ha ido sumando con el desarrollo de la ciudad. En el polo productivo del nordeste por excelencia, como lo catalogan los sectores políticos y empresariales, no falta mano de obra, lo que falta son buenos salarios, buenas condiciones de trabajo y, sobre todo, conciencia de clase.
Esa masa trabajadora, que por años no se quejó por falta de trabajo, se fue acostumbrando a los abusos patronales con respecto a los salarios miserias que se pagan, pero como estamos acostumbrados a agachar la cabeza y poner el lomo, nunca levantamos la voz. Aceptamos mansamente. Trabajadores de la yerba recibiendo sueldos miserias, estafados al momento de pesar su producción (los raídos), viajando primeramente en camiones y en la actualidad en colectivos en mal estados, sin ropa adecuada, en yerbales sin limpieza. Trabajadores forestales cobrando también sueldos irrisorios sin categorización, en aserraderos que no tienen la mínima protección laboral, en algunos casos sin detenerse para almorzar sino que lo hacen mientras trabajan. Los empleados de comercios, quienes, en muchos casos, trabajan jornadas completas pero están registrados por media jornada.
La precarización laboral en el sector público también es una práctica habitual en la ciudad, tanto en los municipales como en los docentes que pertenecen a la provincia.
No es novedosa la explotación a la que son sometidos los trabajadores en general y en particular aquellos sectores que demuestran quizás una escasa formación intelectual y ante esa ausencia, permiten el abuso. Muchas veces conscientes de la situación. No es novedoso tampoco si pretendemos contar los casos de accidentes laborales que existen por la negligencia de los empresarios, en los yerbales es común la lesión en la columna, las torceduras de tobillos, lesiones graves de rodillas, lesiones musculares que han dejado a jóvenes incapacitados para ejercer una actividad laboral en el futuro, y, ante la nula formación escolar, son arrojados fuera del sistema y obligados a la delincuencia para conseguir para el sustento diario.
No son algo nuevo tampoco los casos de trabajadores que han perdido una pierna en aserraderos que no han dispuestos medidas de seguridad, exponiendo la integridad física de los trabajadores, porque es común, lamentablemente, que se pierdan dedos o manos en las máquinas de los aserraderos.
El sistema capitalista es perverso porque, además de ejercer una explotación física y psíquica de los trabajadores, por otro lado, despliega toda una maquinaria de propaganda en contra de los reclamos de los obreros, cuando éstos creen que son ultrajados. En el caso específico de los tareferos, son hombres y mujeres que están acostumbrados al mal trato y, como consecuencia de eso, deben seguir aceptando esa condición; siempre fueron maltratados físicamente por la actividad misma y maltratados en el pago de sus salarios. Hombres y mujeres sufridos que, para una parte de la sociedad, siempre será así.
Seguramente que otros sectores han emprendido la lucha mediante la protesta como en los años 90 hicieron los docentes, pero sus protestas no tuvieron la magnitud de lo logrado este miércoles 27. El sector más relegado y menos pensado organizando una manifestación de estas caracterísiticas con corte de calle y marchando a contramano, les ha asestado un golpe en el mentón, tanto a la comodidad que demuestran algunos trabajadores como al sector empresarial. Desde ya que los reclamos no serán saldados por una manifestación, la bondad empresarial no se despertará por los ruidos de los tareferos, sino que todo lo contrario, lo que vendrán son las represalias, despidos, persecuciones; pero los trabajadores están conscientes de las consecuencias de sus actos y prometen ir por más.
En la historia de la ciudad ha sido el sector más castigado el que dijo BASTA de tanto abuso, el sector más explotado de la cadena ha levantado la voz en busca de una mejora en su calidad de vida, en busca de un mejor futuro tanto para ellos como para sus hijos. Porque han llegado a manifestar que de tener que morir de hambre trabajando en la yerba, se quedan a morir de hambre en sus casas.
La explotación perversa del sistema no contempla edad ni género y esto motivó a los trabajdores de la yerba a levantarse contra eso impuesto y contra los que creen que siempre fue así, así debe seguir. La ferocidad del trabajo que realizan les va a llegar con el tiempo, sus cuerpos van a sentir el castigo con los años. Conscientes de eso es que dicen basta, conscientes de que tienen hijos a los que deben darles un presente escolar, es decir, poder brindarles la posibilidad de pagarles los estudios tanto primarios como los secundarios. Y por qué no los superiores. Contados son los casos de hijos de tareferos que han logrado egresar de un estudio superior, y muchos abandonan en la secundaria. Y en ese abandono quedan expuestos a ser mansas ovejas para un pastor que lo único que desea es la sangre de sus víctimas. Muchos de los hijos de los tareferos siguen la misma actividad que sus padres, y es que no conocen otra actividad. Seguramente existirán casos que rompen con la regla, pero son excepciones y de las que se prenden muchos voceros del sistema para decir: “No sale el que no quiere”, “No estudia el que no quiere”.
En nuestra ciudad hay un silencio miedoso, muchos años han demostrado miedo hacia algunas empresas que hicieron de ese miedo el gran látigo de castigar, desde lo educativo hasta lo laboral. No se podía hablar en contra de Las Marías, por ejemplo. Una empresa yerbatera de primera marca en la que sus dueños estuvieron involucrados, en secuestros y desapariciones de trabajadores -justamente de la yerba- en años de la dictadura. Y hay que recordar que en una oportunidad realizaron una protesta un grupo de tareferos, dejando la producción al costado de las rutas sin permitir el acceso a la empresa para seguir con el proceso. Reclamaban mejores salarios, condiciones de trabajos óptimas, y las consecuencias fueron desapariciones de dos trabajadores y secuestros y torturas de otros.
Virasoro ha intentado levantar la voz, pero la dictadura ayudó a los dueños de Las Marías a callar esos “revoltosos” que querían cobrar más y trabajar mejor. En qué lugar se ha visto que tengan derechos. Luego vino el silencio de los cementerios. Hasta el 27 de diciembre del 2023. Día histórico para los trabajadores que seguramente no tendrán dimensión de lo que hicieron, marcharon en contra de un sistema que los explota y por la avenida principal de la ciudad y en contramano. Quizás fue inconsciente el hecho de caminar a contramano del sentido de la calle, pero de una gran carga semiótica. Ir contramano de lo que impone este sistema, ir contramano de lo que les quieren imponer.
Lo que se hizo el 27 de diciembre fue histórico y muchos ya lo han hecho saber defenestrando a los trabajadores tildándolos de vagos, calificación claramente que no les cabe. Defenestrando, además, a integrantes del Partido Comunista Argentino, llamándolos de oportunistas y de aliados al gobierno municipal.
La manifestación de los tareferos fue histórica, y a los intereses que representan esos voceros del sistema, les toca ver que sus trabajadores dijeron basta de abusos.
El Partido Comunista Argentino siempre estará en los conflictos laborales apoyando y acompañando a los trabajadores, porque creemos que la única salida es la organización y la lucha, no creemos en las soluciones paliativas que intentan otorgar los partidos de la burguesía, no creemos que la solución la brinden justamente los que imponen los castigos.
La solución está en las manos de cada trabajador y nosotros estaremos ahí para apoyar y acompañar.
La lucha proletaria ha llegado a Virasoro y los sectores reaccionarios lo saben; buscamos por el camino del socialismo el comunismo que nos hará verdaderamente libres y, sobre todo, dignos.